Por Auricela Castro García
Con el rostro prácticamente desfigurado quedó la pequeña Lizbeth, al tratar de enfrentar a la compañera que le hacía bullying y días después falleció por los coágulos que se le formaron en la cabeza.
Este es un hecho que sin duda a cientos de personas nos ha hecho reflexionar, del porqué se está acrecentando la violencia entre adolescentes y jóvenes.
La única explicación que encuentro es el entorno en el que viven, el trato que reciben de su familia.
Preocupa sobremanera que los chicos de ahora piensen en matar en lugar de ejercitarse haciendo deporte, convivir sanamente sin hacerse daño y peor aún cuando los mismos compañeros los azuzan para resolver los problemas escolares con golpes y los graben sin siquiera intervenir.
En este hecho que se suscitó en Teotihuacán todos son culpables, desde la maestra, la directora, los que grabaron y los padres de esa joven que cometió el delito.
Es urgente la intervención del Gobierno del Estado y Federal para que aplique penas más severas.
De acuerdo con la ley, si la adolescente es mayor de 14 años, la sentencia podría alcanzar los ocho años de prisión, lo que significa que saldría de 22 años, reformada o una delincuente en potencia.
Es ahí dónde debe intervenir el gobierno para reformar la conducta de la victimaria, de ese odio, esa sed de hacer daño y encontrar una respuesta para evitar este tipo de acontecimientos que tanto duelen y dañan a nuestra sociedad.
