Crónicas Ausentes

Lenin Torres Antonio Opinión

La tramposa medición permanente de la popularidad de AMLO

Lenin Torres Antonio

Como nunca en la historia reciente de México, un gobierno de la república ha sido observado y cuestionado desde el primer día en que tomó protesta Andrés Manuel López Obrador como su presidente.

Milímetro a milímetro, segundo a segundo, día a día, los medios de comunicación y principalmente las empresas contratadas por el poder económico se han dado la tarea de observar las constantes y variables de las políticas públicas del gobierno actual, la popularidad del presidente, y las estadísticas de los problemas más urgentes que vive México, así vemos como contabilizan los muertos de covid19, los muertos por la violencia que genera el crimen organizado, los índices de aceptación de AMLO, etc.

Jamás en otros tiempos y en otros regímenes se hizo esta medición del poder público, porque el poder presidencial tenía el control de la información, por lo que los medios de comunicación eran portavoces del omnipresente poder presidencial. No había información no oficial, lo que se publicaba, lo que se discutía en las tertulias editoriales, lo que se escribía, era censurado e indicado por los responsables de comunicación del poder presidencial, la gran mayoría de los periodistas, articulistas, locutores, “los principales”, era una especie de trabajadores o empleados del gobierno de la república, y los dueños de los consorcios de comunicación se beneficiaban con onerosos contratados con el poder público.

E inclusos en las tertulias intelectuales se cuidaba que el sistema presidencialista y el régimen político de México no fuera cuestionado, por ejemplo, en un evento que organizó Octavio Paz, encuentro de intelectuales europeos y americanos en 1990, donde se desarrolló el debate “El siglo XX: la experiencia de la libertad”, el peruano Vargas Llosa se salió de esa regla de oro de no hablar del régimen de país anfitrión, y dijo que,

«México es la dictadura perfecta. La dictadura perfecta no es el comunismo. No es la URSS. No es Fidel Castro. La dictadura perfecta es México»,

agregando,

«Yo no creo, refiriéndose al PRI, que haya en América Latina ningún caso de sistema de dictadura que haya reclutado tan eficientemente al medio intelectual, sobornándole de una manera muy sutil».

Esto incomodo de sobremanera no tan sólo al omnipresente poder presidencial priista sino también a los “intelectuales” pregoneros de la verdad,

en ese evento de académicos dicen que,

“Octavio Paz escuchaba serio, sentado atrás en el estudio de televisión y con una expresión de molestia.”

En su turno salió a defender lo indefendible del sistema político mexicano, con el argumento que no es una dictadura porque no es militar, a la letra dijo,

“había que agradecer la intervención de Vargas Llosa, pero era necesario aclarar ciertas cosas, ya que como escritor e intelectual prefiero la precisión. Primero, dijo, lo de México no es una dictadura, es un sistema hegemónico de dominación, donde no han existido dictaduras militares. Hemos padecido la dominación hegemónica de un partido. Esta es una distinción fundamental y esencial. Habló luego de lo bueno que el PRI ha realizado. Explicó que no ha suprimido la libertad -aunque aceptó que sí la ha manipulado- que ha conservado la sociedad civil y que no es un partido conservador como el de Francisco Franco” (1),

eufemísticamente trasladó la dictadura al prurito de que sólo es militar, evadiendo que Vargas Llosa uso el término dictadura en el sentido del poder omnipresente que tenía la figura presidencial, y que a la letra la definición de dictadura dice: “una sola persona gobierna con poder total, sin someterse a ningún tipo de limitaciones”, como de facto había sido el ejercicio del poder ostentado por la figura presidencial, y que usaba a la democracia como una herramienta para legitimarse, pero en la realidad, su poder diluía todo otro poder y era omnipresente.

Hoy la figura presidencial no tiene esas características que tanto dañaron a México, ahora es fiscalizada, observada, criticada e incluso vilipendiada e insultada, por eso cuando habla la conservadora oposición prianista que hay censura a la libertad de expresión me resulta un despropósito y una grosería y falso argumento.

Desafortunadamente ese comportamiento de los medios de comunicación, ese salto del silencio y la complicidad con el poder público, a la exacerbación “critica e inflexible”, y la actitud del poder económico y político de oposición de demandar lo que jamás hicieron, no es producto de la consciencia que México atraviesa una coyuntura histórica vital, y que lo que se construya y se regenere será determinante para resolver los graves problemas que vive México, así como del tipo de sistema político que aseguré la gobernabilidad y el progreso, sino de su lucha por volver al “pinche poder”.

Por eso vemos “al viejo lobo” convertirse en dulce y humana ovejita, al delincuente de cuello blanco convertirse en defensor acérrimo de la legalidad y la transparencia, es decir, a la oposición prianista que ostentó el poder y que nunca hizo nada por resolver los gravísimos problemas que se fueron acentuando hasta llegar a la crisis pública que hoy vive México, y verlos ahora desmemoriados y severos críticos de lo que no hicieron, y exigirle al presidente Obrador que de inmediato resuelva “el cochinero” que dejaron.

A parte de no hacer nada, de no proponer nada, de no presentar un proyecto alternativo de país, se dedican día con día hacer oposición con lo que consideran las fallas o errores del gobierno del presidente Obrador, o sea, hacen oposición de a muertito, esperan que su crítica haga caer del poder al presidente Obrador.

Para ello se apoyan del poder mediático (medios de comunicación), y contratan empresas especialistas en marketing y estadísticas para ir contabilizando muertos y enfermos por el coronavirus y el crimen organizado, para medir día a día la aceptación y popularidad del presidente Obrador,  por ejemplo, el renombrado Roy Campo de Mitosfky, contratado por el consorcio empresarial el Financiero, tiene la tarea semanal de entregar y presentar un reporte de la medición de la aceptación de AMLO, informe que es difundido por todos los medios de comunicación virtual y escrito, televisivo y radial, y así darle seguimiento y poder señalar,  cuánto le cuesta al presidente Obrador en aceptación y popularidad los “escándalos” o montajes que le construyen, como en estos últimos días, el martirio del “renombrado corresponsal de guerra” Loret de Mola, la renta de la casa de Houston, que según el reporte de Roy Campos rebajó en casi dos puntos la aceptación del presidente Obrador de 61.9% a 60.0%, aunque tuvo que reconocer en estos días que todavía es alta su popularidad, pero también, su trabajo tiene el objetivo de servir a la apátrida oposición prianista y al poder económico y mediático para a partir de esas evaluaciones y estadísticas poder ir reforzando sus estrategias en esa guerra sucia contra el presidente Obrador, y construir más escándalos y montajes para ir diluyendo su popularidad.  Jamás Roy Campo, en los anteriores regímenes prianista, realizó esa clase de trabajo tan puntual y tan detallista, si bien hacía encuestas para los procesos electorales, nunca usó su profesión al servicio de la oposición para la guerra sucia que libran contra el presidente Obrador.

Como vemos el descaro de la guerra sucia que encabeza el poder económico y mediático es inaudito e inmoral, no tan sólo por usar la muerte como su principal arma para hacer oposición, ahí los vemos todos los días sacar a ocho columnas los conteos de muertos por el covid19 y el crimen organizado, sino también, usa las frivolidades más degradantes como hacer mártir a un periodista que todos sabemos que sirvió a los anteriores regímenes prianistas, que se coludió con ellos, que les sirvió para ocultar sus desmanes, ineficiencia y corrupción, y excesos, como lo fue Loret de Mola, que al igual que otros “connotados comunicadores priasnistas” como lo son, López Doringa, Ricardo Rocha, Pedro Ferriz de Con, Denise Maerker, Brozo el ex payaso tenebroso, etc., además de algunos los nuevos comunicadores virtuales, influencer, a quienes el poder económico les paga cantidades ostentosas, para participar en la guerra sucia de la desinformación contra México.

Fiscalizar el poder público de AMLO ha sido una tramposa manera de asegurar el objetivo de desprestigiarlo, no hay otro motivo, a esos mercenarios de la política no les importa el sufrimiento de los mexicanos, la pobreza pululante de una gran parte de la población, el futuro de las nuevas generaciones, etc., en fin, lo que les importa es el poder por el poder, ese es su objetivo final y el sentido de su praxis.

(1)- https://elpais.com/diario/1990/09/01/cultura/652140001_850215.html

Febrero de 2022

 

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