Procure recordar que la tolerancia se convierte en un crimen cuando se tiene tolerancia con el mal. Camelot.
Gilberto Haaz Diez
EL CRIMEN FUE EN TAXCO
El Viacrucis de Taxco, le llamó el diario El País. Una niña asesinada y una mujer linchada por los vecinos. Fuimos noticias mundiales por un día, por un terrible suceso. “¡Mátenla! ¡Mátenla!”, “Maldita perra, es lo menos que te mereces!”, se escucha a la turba gritar mientras golpean sin cesar a la mujer, a quien habían visto en los videos de seguridad metiendo en el taxi la canasta con ropa, y a su acompañante con el bulto que se presume era el cuerpo de Camila”. Eran Días de Guardar. Eran días de Semana Santa, donde todos pensamos que el crimen y la violencia se detendrían, pero no, he allí que las televisoras sin sus conductores titulares, que andan de vacaciones todos, dieron la terrible noticia del crimen de la niña Camila, una chiquilla de 8 años que le tocó la mala suerte vivir en uno de los estados más peligrosos, Guerrero, donde una mujer que no tiene ni idea de cómo gobernar, como tienen a Veracruz, hija de un político lagartón, que se ha apoderado de cargos en Morena, esa mujer ni a lamentarse llega, solo lo único que sabe hacer y mal, es dar el pésame a las familias de aquellos que día a día mueren por balas o levantones. Pero aquí ocurrió un Fuenteovejuna, señor, sucede que esta pequeña de 8 años fue muerta y metida a una cajuela de un auto taxi y la gente se enteró y dio cuenta de todo a la autoridad, como la autoridad es incompetente y dice el mismo director que no tiene más que 40 policías para cuidar todo, porque me imagino que la Guardia Nacional anda cuidando trenes y aeropuertos, pues el pueblo no los esperó a que llegaran a detener a los presuntos culpables y más tarde que temprano, la turba multa derribó puertas y techos de lámina y los sacaron y había varios camarógrafos que filmaron en sus teléfonos, ahora los teléfonos son herramienta de cómo filmar a veces lo no filmable. Hubo varias tomas donde se ve cómo arrastran a la mujer desnuda y presuntamente culpable, la comienzan a patear salvajemente hasta cobrarle la vida. La policía no la pudo rescatar, y otros dos más, que al parecer son sus hijos o familias, también fueron pateados hasta el cansancio.
La secuestraron una vecina y su amante taxista, para pedir recompensa y luego matarla.
La organización Save the children (Salven a los niños) le exigió a México que paren los asesinatos a niños y niñas. No más.
FUENTEOVEJUNA, SEÑOR
Fue hace muchos años, en 1619, don Félix Lope de Vega y Carpio publicó una de sus más célebres obras de teatro en Madrid: “Fuenteovejuna”. Narra un episodio ocurrido en una localidad de Córdoba, donde el protagonista principal fue el colectivo: el pueblo entero. Sublevado ante la ignominia, la arbitrariedad y el abuso, hizo justicia por su propia mano y acabó con el gobernador. Cuando la autoridad del reino pretendió averiguar quiénes habían sido los autores del hecho, la multitud se alzó y dijo: “Fuenteovejuna, señor”. “Y quién es Fuenteovejuna”, insistió el inquisidor de la realeza: “Todos a una”, respondió la multitud.
Aquí, en Texcoco, fue parte del pueblo que, cansados de tanta impunidad, cansados de los abrazos y no balazos se lanzó contra los que ellos consideraban responsables, porque uno de ellos ya había confesado cuando la mataron y subieron a un taxi. Y como la policía siempre llega tarde, más en estos gobiernos inútiles, pues hicieron y se apoderaron de la ley y les cobraron la vida.
México es un país que ya poco nos asombran las desgracias. Tenemos un promedio de 800 muertes diarias y muchas de ellas son terribles, decapitados, gente sin sus brazos o piernas, cuerpos tirados frente a los parques municipales. Me gustó el comercial de Xóchitl Gálvez, donde habla de quitarles a los criminales el poder del que gozan y tienen. Ojalá y así sea, que quien venga, sea Xóchitl o Claudia, terminen con este flagelo y dejar el tiempo de los abrazos.
Te lo pedimos, Señor, y no el de Fuenteovejuna.