*La vida, o es una aventura o no es nada. Camelot.
Gilberto Haaz Diez
SOBRE LA RUTA VIEJA
Marco Polo decía: ‘No hay nada como volver a un lugar que no ha cambiado, para darte cuenta de cuánto has cambiado tú’. Así es. Hacia chorrocientos mil años que no emprendía el caminar a Xalapa por el rumbo de Monte Blanco, Huatusco, Coscomatepec, Totutla y pueblos que le acompañan. Es imposible ir por la autopista de Capufe, cuando vas a Xalapa, en Paso del Toro la demora, si bien te va, es de una hora, y si te va mal, es de cuatro horas. Ah, pero vamos a devolverle dinero a la federación, porque aquí no lo necesitamos. Qué vergüenza. Voy por el rumbo de la vegetación, paso Monte Blanco y el verdor comienza a alumbrar la mañana. Muy temprano, el Pico de Orizaba tiene una vista impresionante desde Coscomatepec, con la nieve hasta las faldas. El campo, como lo veía el poeta Machado: “Al olmo viejo, hendido por el rayo y en su mitad podrido, con las lluvias de abril y el sol de mayo, algunas hojas verdes le han salido”. Me habían dicho que el camino estaba regular, como este gobierno de Veracruz, más malo que bueno, pero el paisaje contrasta y es un plus, hay sembradíos por todos lados, las casas, la mayoría al pie de la carretera, lucen de mampostería, poca pobreza se nota, viven en el esfuerzo de su trabajo, del café, del chayote, de la macadamia, que ahora siembran, de mangos, limón, la caña que avizora su altura. Sobresalen las iglesias, al pie del camino, la entrada de Coscomatepec luce impresionante, bonita, este pueblo que tiene fama de elaborar un buen pan de leña. En esta carretera donde el gobernador del cuatrienio, Dante Delgado Rannauro, intentó y existe por allí el proyecto de hacer una autopista Fortín-Xalapa, por este rumbo, por esta zona de curvas y laderas y montañas. No le habrá dado tiempo, por eso ahora puede venir, buscar la gubernatura veracruzana, ganarla y en dos años hacerla y luego, para que se regrese al MC, su partido, que es donde le gusta andar, deje un interino y de una vez por todas saque a Veracruz del atraso en que se encuentra, eso sí, debe ir en Alianza y repartir gobierno, que no se la quiera comer solo. El pastel es grande.
POR LOS INTRINCADOS CAMINOS
A medio camino veo quizá la única obra de este gobierno en sus casi seis años que va a cumplir, un puente pinchón, que hacen nuevo porque el otro se está cayendo. Los pobladores caminan al pie de la carretera, las madres llevan a sus hijos a las escuelas, bien cuidados y protegidos, hay unas camionetas pickups que dan el servicio de transporte, se llaman Mixtas Rurales, allí suben en asientos disponibles a quienes viajan de comunidades a comunidades. Al pie, capillas a la Virgen de Guadalupe, para que ilumine el camino. Gasolineras a un lado. Llegamos a Totutla, bonito pueblo, todos estos pueblos son bonitos, si los gringos los tuvieran los hicieran como muy californianos, hay posadas, hoteles, el famoso Cocuyos, ahora Mission Cocuyos. No se ahorra uno mucho tiempo, ir por la autopista es encomendarse al Dios del camino y, además, echar un volado porque por Xalapa haces 4 o 6 horas, como si volaras a Nueva York. Algún día estos inútiles quitarán las casetas y el cobro de las que quiten trasladarlas a otras de paga. Las casetas detienen el progreso y crean atrasos y molestias. Por ejemplo, si quitan la de Fortín y cobran arriba nada pasa. Otra, si quitan la de Cuitláhuac y cobran en Paso del Toro, nada pasa, pero este gobierno es de inútiles y no hay quien les lleve las soluciones a Capufe, porque aquellos solamente saben de contar y recoger el dinero. Llegamos cómo se pudo, entramos por el radiador, un bello edificio de Manolo Fernández, y luego vimos la Torre Animas. Iba a ver al dentista de Hollywood, el doctor Zamudio y a su asistente, el doctor Pablo, para una checada. Luego, a una comida a una finca por Coapexpan, una paella tipo valenciana entre los pavorreales que, cuando nos sorprendieron uno de ellos bien amoroso, buscando a la pava y abriendo las alas, hermosa estampa de que, cuando el amor llega así de esa manera, uno no tiene la culpa, historia para otro día. No crean todo lo que les conté, aunque lo que les cuento siempre es cierto. ‘Y eso que no les conté ni la mitad de lo que vi’, según les dijo Marco Polo a sus cuates, ‘porque no me creerían todo’, después de un relato de una de sus travesías históricas y legendarias.