LA HIPOTECA
Luis E. Domínguez Rangel* -Mis recuerdos de Orizaba cuando yo era niño son siempre gratos. La visita semanal a mi abuela Angustias, quien vivía frente a la Alameda -en la que jugábamos hasta las 7 de la tarde, porque después ya era peligroso-, era una amable costumbre. De ahí, el chileatole de chito y las […]
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