Prosa Aprisa

Arturo Reyes Isidoro Opinión

Arturo Reyes Isidoro

Entre tantas cualidades que distinguieron a Carlos Brito Gómez destaco dos: la lealtad a su partido, a sus siglas, a sus colores y a su militancia, y su generosidad.

Falleció ayer por la tarde en Xalapa siendo priista y deja un gran legado humano en muchos de sus discípulos a los que formó e impulsó.

Lo conocí en 1974 en la campaña de Rafael Hernández Ochoa (RHO), de la que era su coordinador. Recorrimos todo el estado, en mi caso como enviado del Diario de Xalapa.

Creo que de RHO aprendió la escuela de formar nuevas generaciones de políticos, lo que a ambos les redituó sobremanera: sus huellas perduran en muchos de sus herederos.

Muy propio del sur, de Tonalá, en la frontera con Tabasco, lo caracterizaba también su gusto por la música. Los festejos por su cumpleaños eran un acontecimiento anual. Venían a amenizar grupos musicales del sur del estado.

Durante muchos años, fue el factor de decisión política en Coatzacoalcos, que se consideraba una plaza política suya. Él siempre era mano a la hora de decidir candidatos a cargos de elección popular.

Tenía una virtud de gran valor en un político: a pesar de sus años de trayectoria, de su larga experiencia, escuchaba, sabía escuchar, preguntaba, quería saber y estuvo al tanto de los cambios que se fueron dando y que, poco a poco, fueron mermando su partido.

Con otra: sabía adaptarse a los cambios; sabía muy bien que el poder se acaba; sabía aceptarlo y no se alteraba porque, por ejemplo, él no decidiera más en Coatzacoalcos.

En vísperas de procesos electorales, para mí sorpresa, me preguntaba mi punto de vista, cómo veía las cosas, cómo creía que iban, él, prácticamente un sabelotodo, lo que para mí no era más que una muestra de su humildad.

Hasta donde lo pude conocer, no fue soberbio ni engreído porque se supiera dotado de poder político, aun fuera del gobierno, porque todos lo respetaban, le daban su lugar y siempre era factor de decisión al que había que tomar en cuenta, que consultar, que pedir su opinión.

Siempre recordaré de él las mesas de su casa en Xalapa, donde nos convocaba a políticos y periodistas a desayunos o comidas, que si bien eran una agradable tertulia también eran verdadera escuela de aprendizaje.

Era una enciclopedia política viviente, lo mismo testigo que actor de muchos acontecimientos de la historia política de Veracruz. Escuchándolo, muchas veces acabé de entender sucedidos de los que tenía alguna referencia, o bien aprendí cosas novedosas para mí.

Él sabía muy bien con quiénes hablaba y ahí le escuché revelar decisiones que se tuvieron que tomar en un momento dado de la vida política de Veracruz, y la justificación por qué. Para un columnista eran oro molido para entender el contexto en el que se dieron muchos hechos históricos. Aprendizaje puro.

Su mesa era distinguida por los propios gobernadores. Ahí escuchábamos los argumentos de los poderosos de por qué una decisión que se iba a tomar o que se había tomado. De los conflictos internos que se daban.

Siempre me llamó la atención que para una gente que llegó a acumular tanto poder, viviera en forma modesta, si bien con comodidad y cómo lo deshonraban muchos de sus discípulos que robaron y se enriquecieron en forma escandalosa.

En su mesa, en su casa, Javier Duarte nos explicó una mañana su gran teoría de fortalecer a Morena para evitar que Miguel Ángel Yunes Linares ganara la gubernatura para su hijo y de paso asegurar el triunfo del PRI. Se le pasó la mano. Nadie lo ha analizado bien, pero él contribuyó en mucho a que Morena se encaramara en el poder. Por lo menos paga algo de eso en la cárcel.

Si las paredes de esa casa, en la avenida Ávila Camacho, hablaran, nos darían testimonio de cómo en ese espacio se acordaron o se tomaron decisiones que impactaron en la vida política y pública de Veracruz.

Creo no equivocarme al afirmar que con él se va el último de los grandes de aquella famosa clase política que era admiración de propios y extraños. No veo a nadie que pueda llenar el vacío que deja.

Hereda también su discografía de Pedro Infante, su gran ídolo, al que gustaba escuchar en la carretera mientras iba de viaje. Le gustaba que uno compartiera con él ese disfrute.

No puedo decir que éramos amigos, aunque reconocía nuestro paisanaje del sur. Un día sabiendo la modestia en la que yo vivía, me quiso ayudar económicamente, ordenó a una persona que lo hiciera. Yo no le había pedido nada. Por diversas circunstancias al final no se dio, pero como si hubiera ocurrido, le agradeceré toda mi vida su intención. Era un hombre generoso, sin duda.

Con él se va toda una época de la historia política de Veracruz. Se pierde el testimonio de un testigo y de un protagonista de la vida política del estado. De un veracruzano que ejerció en forma ejemplar el magisterio político. Nos hará falta para seguir comentando los sucesos diarios, para darnos sus enseñanzas. Descanse en paz.

Por la oportunidad, recupero ahora en su mayor parte un texto sobre su persona, que publiqué el pasado 9 de marzo:

¡En vida hermano, en vida!

“El 20 de enero de 2020, con el encabezado: ‘Carlos Brito, una vida en la vida política de Veracruz’, publiqué el siguiente texto:

‘El maestro Carlos Brito Gómez se prepara para celebrar sus 86 años de edad el próximo 21 de febrero, dentro de un mes.

Ingresó a los 19 años al PRI cuando el dirigente nacional era el general sinaloense Gabriel Leyva Velázquez.

Oriundo de Tonalá, en el extremo sur del Estado, que hace frontera con Tabasco, cursó su licenciatura en Derecho en la UNAM.

Ahí tuvo como compañeros a quienes después destacaron en la vida política de México (Manuel Bartlett uno de ellos, también sobreviviente) y por quienes se incorporó al equipo de campaña del entonces candidato al gobierno del estado, Rafael Hernández Ochoa (RHO).

Ahí se ganó la Subsecretaría de Gobierno, que entonces era más poderosa que la Secretaría de Gobierno. No conocía ni había tratado a RHO, hasta la campaña, pero tuvieron tal entendimiento que hicieron uno de los mejores gobiernos en la historia de Veracruz.

Ese gobierno fue un semillero de jóvenes políticos que llegaron a destacar hasta alcanzar la gubernatura, como Fidel Herrera Beltrán, Miguel Ángel Yunes Linares y Flavino Ríos Alvarado.

Brito fue alcalde de Coatzacoalcos, diputado local y federal, presidente de la Mesa Directiva del Congreso veracruzano, dirigente estatal del PRI y delegado de ese partido en Chiapas, Tlaxcala, Tamaulipas, Guerrero y Zacatecas, y de la CNOP en Baja California.

A sus 85 años y a 66 de su militancia en las filas tricolores se mantiene activo en la vida de su partido: preside la Comisión Estatal de Procesos Internos.

En su larga trayectoria ha forjado a muchos jóvenes que después han sido

protagonistas de la vida política de Veracruz: alcaldes, diputados, senadores, gobernadores, funcionarios públicos, dirigentes de su partido, muchos de los cuales, la mayoría, se han olvidado de él.

El sábado pasado desayuné con él. Nos acompañó su hija Noemí, de gratísima presencia. Mesurado, como siempre ha sido, sin ningún alarde de ostentación, la plática brincó de un tema, de un repaso, de un recuerdo a otro.

Me sorprende su memoria. Por ejemplo, se acuerda muy bien que en la campaña de Hernández Ochoa, en 1974, iba yo como reportero (fue la primera que cubrí de candidato a gobernador) del Diario de Xalapa (como alumno de Froylán Flores Cancela).

Recordamos de aquel año a Guillermo Zúñiga Martínez, a quien consideraba su hermano, y no faltó el nombre de Pepe Yunes y de otros actores políticos de la actualidad, de su partido y de otros partidos.

En La Estancia de los Tecajetes se ve que lo quieren bien. No pasa ni un minuto cuando cada vez le cambian las tortillas hechas a mano, recién salidas del comal. Se las ponen en la mesa con palabras de mucho respeto y consideración, se diría que lo chiquean, pues’.

La última vez que lo saludé fue el 20 de diciembre pasado en una comida, en el rancho de Pepe Yunes. Lo vi cansado. Ha enfrentado problemas de salud, pero se ha logrado recuperar.

Este viernes al medio día su partido le hará un merecido y justo reconocimiento en la sede del CDE, que encabezarán los dirigentes nacional y estatal, Alejandro “Alito” Moreno y Marlon Ramírez Marín, respectivamente.

Es muy buen detalle de Marlon. Habla bien de él. Brito es un emblema, una institución del PRI. Qué bien que lo homenajean en vida, como debe ser”.

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