No les corre prisa y les viene cuesta abajo una bola de nieve
Arturo Reyes Isidoro
No se puede ni se debe desestimar el reiterado ofrecimiento del gobernador Cuitláhuac García Jiménez de que su gobierno acata y cumplirá totalmente con la recomendación que le hizo la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) de que derogue el delito de ultrajes a la autoridad que, según declaración de la fiscal general del Estado, Verónica Hernández Giadáns, tiene en la cárcel a 1,033 veracruzanos (abogados hablan hasta de 2,400 detenidos), quienes recobrarían su libertad si en efecto se cumple, o cuando se cumpla, la petición.
El viernes pasado, durante una gira de trabajo en Pánuco, el gobernante recordó que ya envió la iniciativa respectiva al Congreso local que, en efecto, el 31 de enero recibió la presidenta de la Mesa Directiva de la LXVI Legislatura, Cecilia Guevara, quien a su vez la turnó a la Comisión Permanente de Justicia y Puntos Constitucionales.
¿Qué demora en el Congreso para que se actúe cuánto antes? Al mal paso darle prisa, dice el refrán. La recomendación de la CNDH y la aceptación y el acatamiento por parte del gobernador, si se quiere ver el asunto desde el ángulo político, ha sido ya y es un duro revés para el Gobierno de Veracruz, casi equiparable, o más fuerte e importante pues de por medio están víctimas humanas y el caso cobró interés nacional, al palo que les dio la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) en noviembre de 2020 cuando les tiró la Reforma Electoral que la diputación de Morena había aprobado el 12 de mayo de ese año.
Se vio bien que el gobernador aceptara la recomendación de la CNDH, así fuera a regañadientes, esto es, que diera marcha atrás (como dieron marcha atrás Dante Delgado y Ricardo Monreal con la comisión que habían creado para que investigara los casos denunciados), pues la tarea de gobernar es susceptible de errores ya que es tarea de humanos y no hay humano perfecto. Pero su reparación sería completa, a satisfacción de la sociedad veracruzana, con la que podría empezarse a reconciliar, si actúa contra los policías (de las diferentes corporaciones) que cometieron los atropellos y contra la autora intelectual y responsable directa, la fiscal general del Estado Verónica Hernández Giadáns (hasta le haría un favor porque al castigarla él la pondría a salvo de un futuro castigo que no se sabe con cuánta crueldad le aplicará el próximo gobernador), así también como si influye para que depongan a la presidenta del Tribunal Superior de Justicia, Isabel Inés Romero Cruz, responsable, por omisión si se quiere, de la actuación de los jueces venales que tienen en la cárcel a miles de inocentes.
¿O es que no hay responsables, no se les castigará y se les dejará impunes?
Si los actuales piensan que porque su partido retenga la gubernatura en 2024 estarán a salvo de que los llamen a rendir cuentas, o que solo se enteren cuando sepan que ya los están persiguiendo, es que no han aprendido de la historia política, de cómo es el sistema político en México. En el PRI, tras cada relevo de gobernantes del mismo partido, el que llegaba metía a la cárcel a unos cuántos del gobierno antecesor, porque lo merecían, pero también hasta para legitimarse ante sus votantes y para lanzar un mensaje de que con ellos de verdad habría cambio, que ellos sí eran diferentes.
Por eso sonó fuerte, o así pueden considerar muchas personas que se oyó; pareció una advertencia o hasta una amenaza lo que proclamó el sábado el exgobernador y senador, dirigente nacional de Movimiento Ciudadano, Dante Delgado, durante la instalación del Movimiento por la Justicia (MJ): “El abuso de poder tiene consecuencias, pero, tarde o temprano, termina la impunidad. Todos los funcionarios que han atentado contra la libertad de inocentes tendrán que pagar por sus actos criminales, irán a prisión y entonces entenderán el terrible daño que le han causado a miles de veracruzanos inocentes. Aunque habrá una sola diferencia: que ellos sí son culpables y pagarán con creces el terrible daño que le han causado a Veracruz y a su gente”.
¿Qué esperan, pues, para proceder en el Congreso? Mientras más se demoran más consecuencias les acechan.
El sábado, en el palpitante corazón del centro histórico de la capital del estado, con la instalación oficial del MJ, un significativo grupo de veracruzanos, muy plural, echó a rodar, cuesta abajo, una pelotita de nieve que conforme vaya rodando y cayendo se irá haciendo grande, más grande, enorme, hasta que alcance un volumen descomunal y no solo aplaste a quienes hoy se ven impasibles sino que provoque también, tras de sí, una avalancha… política de consecuencias imprevisibles.
¿Es que acaso piensan o creen o están seguros que nada va a pasar o nada les va a pasar porque públicamente los ha salido a respaldar el presidente, quien ya empieza a caer en las encuestas, incluyendo en Veracruz?
La verdad, me tiene anonadado (para usar un término muy de Toño Nemi) el gobernador García Jiménez por su impasibilidad, por su seguridad, por su confianza ante los serios problemas políticos (y también legales) que enfrenta y sus consecuencias, que los fines de semana, como el pasado, mientras la pradera ardía en su parcela (en Xalapa y en La Antigua) él se fue a Pánuco a desbrozar la maleza de jardines de niños y escuelas (¡ya lo contagió aquel que ustedes saben quién; rescátenlo!), así como a ofrecer, ante alumnos del Instituto Tecnológico Superior de Pánuco, la conferencia “magistral” “Matemáticas aplicadas a la ingeniería”.
Mientras, el diputado federal Sergio Gutiérrez Luna, daba una demostración más de fuerza en el ejido El Salmoral, municipio de la Antigua, congregando a cientos de vecinos de los alrededores de la central nuclear Laguna Verde, usuarios del servicio de la CFE, quienes le solicitaron que interceda ante el presidente López Obrador (porque del Gobierno del Estado nadie los atiende ni los ha atendido) para que se cumpla el ofrecimiento que les hicieron hace veinte años, cuando se instaló la central, de que les darían una tarifa preferencial por el consumo de energía eléctrica y es la fecha en que no les han cumplido.
Sergio retomó un reclamo justo que ya también había hecho suyo y lo encabezaba, cuando estaba en funciones como senador, Ricardo Ahued, reclamo que debió haber ido a escuchar, hasta por conveniencia política, la candidata del palacio de gobierno a la gubernatura en 2024, Rocío Nahle, en su calidad de secretaria de Energía y siquiera para que la conocieran unos cuantos veracruzanos. Pero aparte de su iniciativa personal, lo que llama la atención es cómo le están respondiendo los veracruzanos al presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados (ayer retomó el tema en Coatzacoalcos, en asamblea convocado por la UGOCP). Mientras, los otros chapeando y ofreciendo conferencias a un grupo de muchachos.
Mientras también, los senadores de oposición veracruzanos Dante Delgado, Julen Rementería e Indira Rosales San Román, el diputado federal José Francisco Yunes Zorrilla, el exdiputado y exsenador Héctor Yunes, el activista Bryan LeBarón, los abogados Tomás Mundo Arriasa y Arturo Nicolás Baltazar, así como la maestra académica e investigadora de la UV Rosa Hilda Rojas Pérez, instalaban el Movimiento por la Justicia, que si no lo neutralizan y lo desactivan será un dolor de cabeza para el gobierno cuitlahuista hasta en tanto no deroguen el delito de ultrajes a la autoridad y liberen a los encarcelados a consecuencia del mismo.
¿Y cómo reaccionaban en palacio de gobierno? Chapeando maleza, dando conferencias a estudiantes y enviando a sus defensores a tratar de descalificar sobre todo a Dante y a Pepe por su pasado político, o sea, viendo para atrás, no para adelante y menos ubicándose, con realismo, en el presente, ignorando el meollo del asunto: la derogación de una ley declarada por la propia Suprema Corte de Justicia de la Nación como inconstitucional y la petición de que se haga justicia a las víctimas por los atropellos cometidos en sus personas.
Mientras esto escribía y ustedes están leyendo estas líneas, ahí viene, rodando ya para abajo, la bola de nieve, y en palacio están como si nada. Atole en las venas. Ustedes, ¡corran, háganse a un lado, no sea que en una de esas los arrastre, víctimas inocentes!