Elsbeth Lenz
Carreteras
En noviembre pasado, en el evento aquel del Congreso Local Veracruzano, donde Esteban Bautista y su grey, protestaron como diputados, algunos miembros del gabinete de la jefa de jefas, doña Rocío Nahle; comentaron con insistencia que una de las acciones sustantivas del gobierno que iniciaría un mes después, sería el rescate, mantenimiento y modernización de la red carretera veracruzana y es que para nadie es un secreto que las carreteras veracruzanas, están para llorar ¡Vaya! Que no es una novedad, siempre han estado en mal estado, pero ahora más que nunca, se notó la inexperiencia del muchacho ese que fue titular de la SIOP, Elio de García Cayetano.
En fin que ayer la gobernadora Rocío Nahle, estuvo en la Secretaría de Infraestructura y Obra Pública con el titular de la dependencia, el secretario Leonardo Cornejo Serrano, revisando el programa de obras en donde se ejercerá un presupuesto de 4 mil 345 millones 984 mil 275 pesos.
Entre las obras prioritarias y en las que se trabajará si o sí está la ampliación de los tramos Córdoba-Orizaba y Cardel-Tinaja, la rehabilitación de la carretera Pánuco-Tantoyuca-Tuxpan, la expansión del puerto de Veracruz y la construcción de los puentes Coatzacoalcos III y Boca del Río-Alvarado, ojalá y que ya encarrerado don Leonardo Cornejo, le den una buena shaineada a la carretera Veracruz- Xalapa, que con eso del titipuchal de trailers y camiones que ahora circulan por ahí, debido al affaire ese de las Cumbres de Maltrata, están dejando la cinta asfáltica de la autopista, hecha una desgracia.
Doña Rocío ayer, chacoteó de lo lindo con los empleados de la dependencia, motivándolos al trabajo conjunto y dejando en claro que ella se faja y arremanga la camisa junto con ellos, para sacar adelante al estado, me contaron que aquella imagen de inaccesible, intolerante y sangrona que tenían de ella, era más la promoción que le hicieron desde la oposición que la realidad, eso sí, la señora es muy educada.
Cosas de la vida y menudencias
Ya suena y resuena en los corrillos políticos de Palacio Nacional, que alcaldes de todos los rincones, sin importar el emblema partidista que abanderen, han sido convocados a un encuentro con la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, la cita, dispuesta para el próximo jueves, lleva la firma organizadora de la secretaria de Gobernación, Rosa Icela Rodríguez, cuya pluma parece trazar un ánimo conciliador; el diálogo se centrará en los recursos municipales que habrán de orientarse hacia el noble esfuerzo de mejorar la infraestructura hidráulica, esa silenciosa arteria que sostiene la vida cotidiana y que como la propia política, permanece invisible hasta que falla; es sabido además, que la intención del encuentro, sería un compromiso para trabajar de manera conjunta en materia de seguridad.
Y se presentó con gran expectación el Plan México, ese con el que don Marcelo Ebrard y su grey, buscan contrarrestar un poco los planes que tiene Donald Trump, para su llegada a la presidencia de Estados Unidos; el proyecto como era de esperarse, despertó esperanzas en unos y escepticismo en otros, debido a que sus objetivos son de una envergadura notable, entre ellos se habla de que el país, podría ascender del puesto número 12 al 10 entre las economías más grandes del mundo, un salto que suena demasiado aspiracionista para ser mexicano.
También existen las promesas de atraer 100 mil millones de dólares anuales, en inversión extranjera directa, así como la creación de 1.5 millones de empleos en sectores estratégicos… ¡Dios nos lo conceda! Y es un hecho consumado, que el plan mas que otra cosa, enfatiza una reivindicación del “hecho en México”, con la meta de que la mitad del consumo nacional, sea de producción propia y que un 15 por ciento del contenido nacional, se integre a las cadenas globales de valor en industrias clave, como la automotriz, aeroespacial y farmacéutica.
Todo ello, en un marco donde las pequeñas y medianas empresas, tan frecuentemente olvidadas, recibirían mayor acceso al financiamiento… Eso quiero verlo, además el Plan México aspira a elevar la inversión pública y privada, a niveles superiores al 25 por ciento del Producto Interno Bruto para 2026, llegando a un ambicioso 28 por ciento en 2030.
Todo esto, dicho por don Marcelo con tal confianza, que por poco y le creo, de no ser por la realidad estructural del país y ese terreno común, en donde las promesas poco florecen.
En fin así las cosas lectora, lector querido, nos leemos mañana.
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