David Fernández
Pero es que me causa mucha incertidumbre ver marchar a clase medieros acompañados de sus trabajadores domésticos todos vestidos de rosa defendiendo al INE contra una reforma que no entienden, porque no la han leído. No la han leído porque en su mayoría no leen.
No me entienda mal, no lo digo como algo despectivo. Los mexicanos no leemos. Al menos son pocos los que lo hacen. Me atrevo a decir que los que más leen y mejor informados están son nuestros millonarios. Pero ellos no marchan. Ellos siguen a todo dar haciendo negocios con el gobierno. Si, se enojaron porque les cobraron impuestos, pero ni modo, eso ya fue. Lo que importa ahora es que hay que seguir haciendo billete.
¿Y los demás qué?
La clase media sigue empeñada en destruir al presidente y su movimiento que está a favor de los pobres; que no está de más recordar que son mayoría; mientras que los pobres están cada ves más empoderados gracias al presidente y su movimiento.
El factor clave, según lo veo, es que no pueden decir que están en contra de los pobres. Eso sería inmoral. Afortunadamente pueden invisibilisar la condición de clase diciéndoles “nacos” o “chairos”, como si tales adjetivos representarán a algún tipo de bárbaro invasor que pretende despojarlos de sus mujeres y sus cosechas.
La realidad es que necesitan identificarse como grupo en contraposición a otro y como ese otro grupo también desea salir adelante, desarrollarse y tener mejor nivel de vida, en su cabeza, lo ven como una amenaza y los combaten. Una amenaza que no está muy lejos de ser real.
Entonces, como no pueden encerrarlos, desterrarlos, ni ejecutarlos, los combaten culturalmente, pero como no pueden arremeter contra este grupo diverso y desorganizado de manera directa, pues los hacen contra el jefe de la tribu, contra su tótem, contra nuestra cabecita santa de algodón.
Y mientras estas dos facciones de México se agarran a palos mediáticos en las redes y con sus marchas, nuestros millonarios, quitados de la pena siguen haciendo millones en negocios con el gobierno; son ellos los que reducen el tamaño de clase media al apoderarse de los recursos financieros; y al mismo tiempo apaciguan al pobre dándoles celulares a créditos impagables.