Xalapa, Ver.- La casa abandonada de la calle González Ortega, donde se encontraron extremidades cercenadas del iluminador Víctor Muro, representa una amenaza para los vecinos.
“Pasar por esa casa da miedo, cualquier gente se esconde, puede jalar a una jovencita, lanzarla abajo y hacerle daño, porque el terreno de esa casa está hacia abajo, ahí te avientan al fondo, por más que grites no te vamos a escuchar, porque nosotros estamos siempre encerrados, mire usted, las casas, todas están totalmente cerradas, adentro no escuchamos nada, por eso no vimos cuando vinieron a dejar las partes del cuerpo, ni quien viera, nos enteramos por el montón de policías que llegaron, pero si no, ni nos damos cuenta”.
En la banqueta de la casa en ruinas, los vecinos colocaron una veladora en la noche del lunes después de que se fueron los policías, “le pusimos luz a la persona que le hicieron daño, mire nosotros somos adultos ya grandes, y a la gente de nuestra edad nos da tristeza ver cómo asesinan y cortan en pedazos a una persona; eso nunca lo habíamos visto, en nuestra niñez jamás nos hubiéramos imaginado tanta maldad”.
La policía atravesó cintas amarillas en la fachada verde; después se fueron y no dejaron ninguna patrulla de la SSP o de la Dirección de Seguridad Ciudadana municipal.
La calle González Ortega , es una empedrada con banquetas estrechas, casas antiguas y todas se caracterizan por tener puertas y ventanas cerradas, ubicada a solo unos metros de la transitada calle Xalapeños Ilustres. Tras el hallazgo de los restos de Víctor Muro, experimentado técnico en iluminación cinematográfica, la calle luce solitaria y resurge la preocupación entre los vecinos, son siete las casas en similares condiciones en las cuadras aledañas.
“Se meten por las casas abandonadas y brincan a nuestras casas; haga de cuenta que se meten por la casa abandonada y ahí de ahí se saltan a la de nosotros. Lo de los restos humanos pasó con gente que viene de fuera, porque aquí todos nos conocemos y nos cuidamos; esto que pasó en González Ortega es ajeno a todos nosotros, aquí somos nativos, somos de años”, expusieron.
Con reloj en mano se puede constatar el paso de 30 minutos sin que nadie la camine, ni que los vecinos salgan de sus casas; este espacio desolado fue el elegido para arrojar la bolsa con restos humanos sin que nadie lo notara.
Pese a ubicarse a cuatro cuadras del cuartel de policía Heriberto Jara Corona mejor conocido cómo “San José”, los vecinos refieren que no cuentan con rondines policiacos, lo que los deja vulnerables al robo y a la invasión de casas.
De la calle González Ortega casi esquina con Landero y Coss, los amantes de lo ajeno se robaron tres vehículos en una noche de junio del 2024, y los afectados se enteraron porque se encontraron en la Fiscalía General del Estado (FGE) cuando acudieron a poner las denuncias.
En la misma calle González Ortega, reportaron a la policía a un hombre que camina desnudo; otras veces va vestido y si se encuentra con una mujer se baja el cierre del pantalón y la acosa.
La mayoría de los vecinos son adultos mayores, con casas heredadas de generación en generación; se conocen y recuerdan con nostalgia aquellos años cuando sacaban sus sillas a las banquetas, para reunirse y platicar por las tardes.
“Ya no salimos a la calle, nos la pasamos encerrados siempre; antenoche, de domingo para lunes, quisieron abrir la casa de enfrente la que era del doctor Luis Landero. Aquí hay inseguridad. Por esa casa abandonada verde entran los maleantes para querer robar el Instituto Indígena, se han metido dos veces a robar”.
En la mañana del martes, un día después de que fueron localizados los restos humanos los jefes de manzana coincidieron en la urgente necesidad de que las autoridades de los gobiernos estatal y municipal obliguen con la ley a que los dueños de casas abandonadas se responsabilicen en cerrarlas y mantener limpios los terrenos.
Hace un mes aproximadamente, ladrones aprovecharon otra casa abandonada de la calle Insurgentes para meterse a otra casa y robar una escalera y una bicicleta.
En Landero y Coss hay otra casa abandonada, lleva tantos años sin habitar que en el interior crecieron árboles, y por las noches es ocupada por personas desconocidas.
“Hay gente oportunista que viene a ver qué roba, son personas que vienen a pedir cooperación para la vigilancia, que quieren dinero porque recogen la basura. Aquí venía un tipo que pedía dinero, que le tomamos la foto y le dijimos a ver dame tu nombre y dime dónde vives, y que sale corriendo. Eso se acabó cuando nos empezamos a comunicar en el grupo de Whatsapp” dijeron.
Tras la fachada color verde, donde arrojaron los restos humanos, hay una casa deteriorada, sin ventanas; hay una escalera que conduce hacia abajo, luego un pasillo con agua, lodo, y al fondo se ve una pared color blanco y una ventana, son las oficinas del Instituto Nacional de Pueblos Indígenas (Inpi), ya robaron dos veces y los ladrones entraron por ahí, por la casa verde, donde arrojaron los restos de Víctor Muro.
Los vecinos no saben dónde localizar al dueño de la casa número 28; en primera para informarle que se acumula el agua del nacimiento natural que cruza la calle González Ortega y en segunda, para exigirle que cierre totalmente el acceso a la propiedad.
Con información de Verónica Huerta/AVC