Alto Lucero, Ver.- Las despedidas nunca son fáciles, y menos cuando se trata de una voz que se volvió himno de lucha, despecho y resistencia. Esta vez, la partida de Paquita la del Barrio dejó un vacío en la música mexicana y en el corazón de quienes crecieron escuchándola.
En la parroquia Cristo Rey, familiares, amigos y seguidores se reunieron para darle el último adiós. Entre lágrimas, recuerdos y aplausos, su legado resonó con más fuerza que nunca. Nadie cantará con tanto sentimiento «Rata de dos patas» o «Me saludas a la tuya» como lo hacía ella, con esa mezcla única de dolor y dignidad.
Paquita la del Barrio, cuyo nombre real era Francisca Viveros Barradas, falleció el 17 de febrero a los 77 años, dejando más de seis décadas de historia en la música regional mexicana. En su despedida, el sacerdote pidió por su eterno descanso y recordó su trayectoria, una que estuvo marcada por la lucha constante, desde sus inicios en Alto Lucero hasta conquistar los escenarios más grandes del país.
Su familia aún no decide dónde reposarán sus cenizas, aunque Xalapa parece ser el destino más probable. Mientras tanto, sus hijos han anunciado homenajes en su honor: uno en su restaurante, Casa Paquita, y otro en el Palacio de Bellas Artes, donde su legado será celebrado como se merece.
Más allá del personaje fuerte que desafió a los hombres infieles en sus canciones, Paquita era una mujer de familia, una madre amorosa y reservada. Su hija adoptiva, Martha Elena, compartió que más allá de los reflectores, su madre siempre enseñó valores y procuró a los suyos.
Su hijo José Miguel también recordó los momentos difíciles que enfrentó, incluyendo su paso por la cárcel, donde forjó amistades que la acompañaron hasta el final de su vida. Porque Paquita no solo era la voz del despecho, también era una mujer que nunca se dejó vencer por la adversidad.
En medio del luto, una sorpresa ha dado esperanza a sus seguidores: existe una canción inédita de Paquita la del Barrio junto a Juan Gabriel, un tema que nunca vio la luz. Su familia aún no decide qué hacer con ella, pero podría formar parte de un disco póstumo.
Paquita se fue, pero su voz sigue aquí. En cada canción, en cada historia de amor y desamor que acompañó con su inconfundible estilo. Su pueblo natal, Alto Lucero, la despidió con el cariño y la admiración que siempre le tuvo. Su legado no se apaga. Porque hay voces que, aunque se callen, siguen resonando para siempre.
Con información de AVC/Redacción