EN EL CHILEATOLE DE HOY: El dinero no se come

David Fernández Opinión

El dinero no se come. Es lo primero que debemos entender cuando hablamos de dinero: no te lo puedes comer, no lo puedes vestir, ni previene enfermedades. Es decir, el dinero en sí mismo carece de valor intrínseco. El costo de fabricación de un billete o moneda es inferior a la denominación del mismo.

Sucede que el dinero surge como una herramienta de intercambio. Funciona como una promesa. La promesa de que, a cambio de tu trabajo, en algún momento en el futuro tú podrás reclamar algún producto o servicio.

De ese modo puedo almacenar “promesas” que he recibido a cambio de mi trabajo o incluso, puedo apropiarme de “promesas” recibidas por otras personas.

A este concepto de promesas los economistas lo llaman “refugio de valor”. Es decir, el valor de mi trabajo queda “guardado” en el dinero de modo que puedo acumularlo o incluso tomar una fracción de ese trabajo e intercambiarlo.

El dinero es fraccionario. Digamos que yo paseo perros para poder vivir y necesito comprar un filete. Sería difícil establecer cuantos filetes equivalen al paseo de perros, además de que no podríamos comprar el filete a un carnicero que no tuviera perros.

Sin embargo, podemos establecer que pasear un perro es igual a 100 monedas y que un bistec es igual a 50 monedas. Por ende, podría adquirir uno y guardar el equivalente a la mitad de mi trabajo para otra cosa.

Por otro lado, sucede una cosa curiosa. A pesar de que puedo guardar el dinero e irlo acumulando, es decir ahorrando, el dinero padece de una enfermedad llamada “pérdida de valor”. Es como la osteoporosis, va desgastándolo sin que lo notemos hasta que se rompe; y también afecta a los bienes y servicios por las mismas causas.

En el caso del dinero a esta enfermedad la denominamos inflación o devaluación según sea el caso y para evitarla hay que mover el dinero.

Cuando hablamos de “mover el dinero” hablamos de dos cosas. Primero, el gasto. Hoy tengo 100 monedas que equivalen a 100 canicas, mañana valdrán 99, entonces lo gasto hoy y ya está. Tengo el valor intacto.

Otra opción es invertir. Invierto en algún bien muy demandado (es decir que todo mundo quiera adquirirlo) y lo vendo cuando lo necesite. Por ejemplo, tierra, inmuebles, metales o dinero extranjero.

También puedes invertir en un generador de dinero. Ósea, un negocio que aumentará el ingreso de tu capital, o como me gusta decirlo: un lugar donde la gente irá a dejarte sus promesas a cambio de algún servicio.

Hay otras opciones, como invertir en divisas, criptomonedas y seguros.

En conclusión: el dinero sirve para gastarse, pero cuando no es conveniente, hay que invertirlo. Guardarlo bajo el colchón como si te lo pudieras comer más adelante es una mala decisión.

 

* Originario de CdMx, con licenciaturas en Derecho y Ciencias de la Comunicación; diplomados en Administración, Finanzas, Derechos Humanos, entre otros; cuenta con autorización de la CNSF para dar asesoría en prevención financiera; ha realizado estudios en Historia y Religión; periodista en medios del centro y sur del estado; así como catedrático en nivel medio superior y superior. Contacto: https://tarjeta.id/brindis
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