David Fernández*
Usted tiene el único melón sobre la tierra y yo la única manzana. Supongamos que quiero su melón y usted mi manzana. Al intercambiarlas el valor de cada fruta es equivalente.
Digamos que se trata de dos melones y dos manzanas. Considerando que el melón es más grande y sabroso usted quiere mis dos manzanas a cambio de un melón. Sin embargo, como yo tengo las únicas dos manzanas accedo a dárselas a cambio de los dos melones. Si usted quiere las manzanas tiene que aceptar. Después de todo, no tiene otro modo de conseguirlas. En esta operación el valor de la fruta sigue siendo equivalente.
Ahora tengo cien manzanas y usted sigue teniendo dos melones. No me va a dar uno de los dos únicos melones por una sola manzana. Por ende, propone darme un melón a cambio de todas las manzanas. No obstante, como no hay más manzanas ni melones, yo accedo a dárselas a cambio de dos melones. Como no hay otra manera de conseguirlas, acepta. En esa operación cada melón equivale a 50 manzanas. La escasez hizo más valioso al melón que a las manzanas.
Imaginemos que estamos en un mercado donde aún practican el trueque. En este ejemplo usted tiene los mismos dos únicos melones, pero existen cien manzanas. De las cuales yo tengo dos. Usted me ofrece un melón por ambas, pero el vecino lo ha escuchado y le ofrece tres por el melón. De repente aparece otro mercader y le ofrece cuatro manzanas; uno más le ofrece seis y así consecutivamente. Lo natural será que usted le dé la fruta al que haya ofrecido más por ella. En esa operación el valor del melón es equivalente a la mayor oferta de manzanas. Es el efecto de la ley de la oferta y la demanda.
En el mismo ejemplo cambiemos la palabra “melones” por “pesos”. Vemos que nuestras monedas son valiosas pues podemos cambiarlas por decenas de manzanas. En cambio, si invertimos el ejemplo y cambiamos la palabra “manzanas” por “pesos”, veremos que nuestros pesos casi no valen nada, pues necesitamos muchos para conseguir un solo melón.
Ahora bien, si en vez del mercado local fuéramos al de divisas y en vez de manzanas y melones usáramos pesos y dólares, veríamos que el fenómeno se repite y empezamos a comprender cómo funciona la paridad cambiaria. Cuando hablamos de devaluación es porque nuestra moneda MXN pierde valor frente a otra; y cuando hablamos de inflación es porque nuestra moneda pierde valor frente a los productos. En ambos casos, como las manzanas cuando hay más que melones.
* Originario de CdMx, con licenciaturas en Derecho y Ciencias de la Comunicación; diplomados en Administración, Finanzas, Derechos Humanos, entre otros; ha realizado estudios en Historia y Religión; actualmente cursa la maestría en Desarrollo Pedagógico. Periodista en medios del centro y sur del estado; así como catedrático en nivel medio superior y superior.