David Fernández*
Para poder entender la economía primero debemos entender tres cosas: que la única constante del hombre es el hambre, que su estado natural es la pobreza y que el dinero, no existe.
¡¿Cómo así?! Pues mire usted… A veces nos olvidamos del hambre; a veces tenemos tan cubierta esa necesidad que nos podemos saltar comidas, descartar platillos y condenar a aquel que roba por hambre. Más fíjese usted que todo ser humano trabaja para evitarla. ¿O para qué trabaja usted sino es para satisfacer esa necesidad antes que todas las demás?.
El hambre es lo que nos empuja a continuar trabajando a pesar de los años, el cansancio y el hartazgo; es lo que nos inclina a acumular riquezas desproporcionadamente de modo que se aleje tanto de nosotros, que podamos pensar en algo más que en ella. Y una vez conseguido podemos perseguir libremente al resto de las necesidades enumeradas por Maslow.
Por otro lado, el trabajo no es el estado natural del hombre. Es producto de toda su hambre. Sólo trabajan gratis los que tienen la mesa servida y ven en el trabajo un pasatiempo.
Le explico: no importa cuánta riqueza tenga acumulada, si deja de producir no dejará de gastar. Lo que lo llevará a ser pobre. Dicho de otra manera, si deja de trabajar, dejará de comer. Para comer, hay que producir y para ello hay que trabajar.
Desde nuestros orígenes se buscó el alimento por necesidad. Se cazó y recolectó por sobrevivencia, no por deporte. Al volverse compleja la sociedad, también las actividades humanas. Llegó el momento que el trueque dejó de ser eficaz para realizar transacciones y entonces se inventó el dinero.
El dinero como la ciencia económica, junto al Derecho y la ciencia jurídico-política tienen la distinción de ser un montón de patrañas. Así, con todas sus letras. Pues no hay nada de ellas en la naturaleza. Todo son ideas en el aire, creaciones de la mente y los fenómenos que presentan son producto de estas invenciones.
Entonces, la próxima vez que piense en dinero, no piense en virtud de cuántos billetes va a tener en su cartera, sino en cómo lo va a gastar. ¿Va a evadir el hambre de hoy?, ¿la de mañana? ¿O se puede dar el lujo de no pensar en ella?
- Originario de CdMx, con licenciaturas en Derecho y Ciencias de la Comunicación; diplomados en Administración, Finanzas, Derechos Humanos, entre otros; ha realizado estudios en Historia y Religión; actualmente cursa la maestría en Desarrollo Pedagógico. Periodista en medios del centro y sur del estado; así como catedrático en nivel medio superior y superior.