Xalapa, Ver.- El próximo año México cumplirá 90 años como productor de cine de suspenso y terror, y es la leyenda de “La Llorona” (1933) la primera que se lleva a la pantalla, sumando nueve películas sobre este personaje en todo este tiempo.
El fantasma del convento y Dos Monjes (1934), así como El misterio del rostro pálido (1936), El baúl macabro (1936) y Nostradamus (1937), completan lo mejor del género en esa década incipiente.
Durante la época de oro del cine nacional (1930-1953) el cine de terror prácticamente desaparece, para resurgir en 1957 con la clásica El Vampiro (1957), reconocida a nivel mundial como una de las mejores del género y su protagonista Germán Robles es comparado ni más ni menos que con Bela Lugosi.
Ambientada en el género fantástico y de luchadores, que estrecha lazos con el cine de suspenso y terror, “Santo contra las mujeres vampiro” (1962), es una de las cintas más exitosas de la época y de todo el cine mexicano.
La década de los 60 fue prolífica en cine de terror y suspenso de bajo presupuesto, en donde vampiros, hombres lobo, alienígenas y científicos locos pululaban a ritmo a go go o en mexican westerns, con escenarios de cartón, como “La maldición de Nostradamus”, “La momia azteca”, “El imperio de Drácula”, “Misterios de la magia negra”, “El vampiro sangriento”, “El barón del terror”, “El mundo de los vampiros” y muchas más.
Considerada como la mejor cinta nacional de terror de todos los tiempos, “Hasta el viento tiene miedo” (1967), colocó a Carlos Enrique Taboada, como uno de los mejores, por no decir el mejor hasta el momento, de los directores que exploraron el miedo a través de temas controversiales en ese entonces, como la posesión demoniaca y la brujería, temas que volvió a tratar en las exitosas “El libro de piedra” (1969), “Más negro que la noche” (1975) y “Veneno para las hadas” (1984).
En los años 70 un grupo de inversionistas, productores y cineastas, auspiciados por el gobierno Lopezportillista, impulsaron la filmación en México de un cine 100 por ciento comercial, con un poco de mayor presupuesto que el promedio, y la participación de actores extranjeros.
Del año 1978 son “Alucarda, la hija de las tinieblas”, “La tía Alejandra” y “El triángulo diabólico de las bermudas”, esta última filmada para aprovechar el manejo mediático que este tema siempre ha tenido en los medios de comunicación.
En los 80 las devaluaciones, la crisis económica y el terremoto de 1985, llevaron al cine a caer casi a cero producciones al final de la década, aun así se filmó Santa Sangre (1989), coproducción con Italia y con la participación de Claudio Argento, hermano de Darío Argento, ícono del cine de terror psicológico en ese país.
El cine de terror da un brinco hasta 1993 cuando en el llamado nuevo cine mexicano, Guillermo del Toro aparece con su opera prima “La invención de Cronos” (1993), una máquina capaz de dar la vida eterna.
Aunque “El espinazo del diablo” (2001) pudo filmarse totalmente en México y ambientarse en la revolución, finalmente Guillermo del Toro la tuvo que hacer en España, ambientada en la guerra civil, debido a que nadie quiso financiarla en este país.
En 2007 se estrena con mucho éxito la cinta “Kilómetro 31”, que retoma y actualiza la leyenda de la llorona.
Le siguen “Somos lo que hay” (2010), crónica de una familia caníbal de la Ciudad de México, y “Los Infectados” (2011), la primera cinta que aborda, digamos, en tono serio, el apocalipsis zombie en México, y cuyo costo fue, increíblemente, de apenas 80 mil pesos.
En “México Bárbaro” (2012), ocho directores cuentan el mismo número de historias de suspenso y terror, con una secuela del 2017; en tanto que “Las reglas de la ruina” (2018) está basada en un cuento de H.P. Lovecraft.
Nuestro recuento culmina en 2019 con “Belzebuth”, que trata sobre la llegada del diablo a nuestro mundo y en particular a México, protagonizada por el actor Joaquín Cossío.
Con información de AVC