Crónicas Ausentes
Lenin Torres Antonio
100,000 muertes este año en los Estados Unidos de Norteamérica por sobredosis, especialmente por drogas sintéticas como el Fentanilo. Una cifra que podría pasar desapercibida si no fuese porque ocurre en el país que se pregona que vivir en él representa un “sueño”, principalmente porque ahí “se hace realidad” lo que en el sueño es un imposible, un cumplimiento de deseos reprimidos.
Salta a la vista el cuestionamiento que provoca esa cifra de muerte por sobredosis, y tiene que ver por la clase de sueño que se cumple en el país del Norte, y que se ha vendido como el ideal a lo que todos los habitantes del mundo deben aspirar, o cuando menos probar en una vez en la vida antes de morir, pareciera que se dice, ¡el paraíso está en la tierra!, y además tiene ubicación, los Estados Unidos de Norteamérica, no hay que morir para ir al paraíso.
Vender un paraíso que más bien parece un infierno, pareciera ser que de sí, no representa en sí una contradicción, fundamentalmente porque hemos creído en la “libre elección” o “libre albedrio”, y la capacidad para distinguir entre “lo bueno” y “lo malo”, y en este caso, esos 100,000 muertes podrían justificarse, pues no es culpa del sistema neoliberal capitalista ni del libre mercado, ni de la oferta y la demanda, ni de los intereses geopolíticos, ni siquiera de sus padres ni de las escuelas, mucho menos de la iglesia que enseña pulcra moral y principios éticos, ni muchos menos de un Dios, ni de arcángeles, vírgenes, incluso de ningún demonio, diablo, Belcebú, hechicero o mago, sino de su individual y absoluta decisión de consumir drogas hasta morir, pulsión de muerte.
Desafortunadamente no es así, pues inciden en esos individuos multitud de factores que lo reducen a una realidad y que le hace tener un fatal destino, incluso predecible, pues no se necesita mucho para darnos cuenta la clase de paraíso que se vende en éste mundo, decía Jeff Bezos que se dio cuenta que el uso del internet crecía a ritmos acelerados e ideó una plataforma para poder vender a ese ritmo a través de Internet, y que comenzó vendiendo libros, por cierto, un producto noble que al poco tiempo cedió a infinidad de productos para satisfacer la demanda de las variedad de necesidades que tiene el ser humano en sus vida en sociedad.
Aunque su producto inicial fuesen los nobles e inertes libros, sabía que el mercado le brindaba la posibilidad de ofrecer productos construidos a partir de una idea de mundo y sociedad donde la mayoría de los productos que consumen los humanos son productos lúdicos y adictivos, es decir, el sistema económico construye al sujeto necesario que le permita mantener el modelo de producción, de esta suerte, el sujeto se aliena a una visión de la vida siempre externa y superficial a sus necesidades elementales, como comenté en otro texto, el hombre es sometido a través de rutas infinitas virtuales que le van suministrando los elementos que vienen a constituir el referente de satisfactores de la “modernidad”, o también podemos llamarla, de la “actualidad”.
Si en esa dimensión de la vida en común, en sociedad, el hombre no es dueño de su elección, en el plano de su propia subjetividad los almácigos pulsionales buscan hacer huella para ir construyendo su individuación, y “el otro” (figuras paternas) está como un factor distorsionante y determinante para la inserción en el lenguaje, que viene ser el lugar donde todos compartimos, a través de los juegos del lenguaje, la misma visión humana.
Una única visión se ha venido construyendo a partir de la historia del hombre, la hermandad terrenal se ha hecho realidad o se intenta imponer por encima de la identidad que la physis te da, no es casual que a nivel inconsciente para el hombre social la naturaleza representa un obstáculo que intenta eliminar, por lo que, el lenguaje y physis no comparten la misma naturaleza ni la misma programación, el primero obedece a la pulsión de muerte, en cambio la physis busca siempre el equilibrio, la compensación entre sus elementos que la componen. El lenguaje sustituye al cuerpo, y se determina desde el principio por una entropía que busca volver al origen, al no-ser, y la naturaleza se rige por un equilibrio universal que implica un orden desde el des-orden, nacer y morir no anula la individualidad sino la hace universal para siempre.
Resulta perversa la visión del hombre social, se apela a un sistema de creencias y conceptos que posibilitan entre comillas la libertad, pero con una sola elección la que el mismo sistema te impone, por lo que la libertad es una petición de principio, y por lo tanto no existe, nunca tuvieron otra opción esos 100000 muertos por sobredosis, al contrario escaparon de esa trampa mortal de la fe occidental, que como a Sísifo todos los días nos obligan subir la roca hasta la cúspide de la montaña, para el otro día, encontrarla en la base de la montaña y somos obligados a subirla infinitamente hasta que la muerte venga a rescatarnos.
Es perverso ver como el sistema económico y político mundial apela a mantener un equilibrio económico a base de una división de clases sociales, y una sociología y dialéctica siniestra donde el rico y el pobre son necesarios, presentando una obscena superación de la lucha de los contrarios (rico-pobre) suspendida en un tiempo por venir, el paraíso desde la liturgia Judea-Cristiana, dejando como una posibilidad renunciar al lenguaje actual de significantes que determinan la única gramática y el único lenguaje para poder hacerlo emerger, y eso nunca sucederá.
Podemos traducir ese contradictorio “paraíso en la tierra”, cuando vemos los intentos nobles de apelar a la voluntad de los poderosos para emancipar la actual condición humana, y sus trágicas paradojas, y ver como los intentos son infructuosos cuando el guión imperial brota sin tapujo, y dice, ¡si podemos compartir nuestras riquezas pero tú nunca serás la clase dominante!; así se escuchó la intervención del primer ministro de Canadá Trudeau, cuando lo que le importaba de la reunión, y particularmente de la reforma eléctrica del presidente Obrador, era que sus intereses mineros no fueran afectados, seguro el poder económico lo mandó de vocero y a defender sus territorios comerciales ocupados, así que la apelación a la hermandad, a una justa reforma migratoria sin clases sociales, la buena vecindad desde el respeto y la igualdad, pasó a condicionarse a aceptar la intervención y dictados económicos y comerciales de los dominantes.
Ese mundo que aspiramos muchísimos humanos, queda, como una luz tenue y que hasta ahora es una utopía, en las manos de la revolución de los espíritus, y la tenacidad de los impíos y blasfemos, que la única gramática y el hombre universal del Imperio dominante no ha logrado silenciar.
Noviembre de 2021