El pasado está muy en el presente de México
Lenin Torres Antonio
“la política se hizo para que no haya guerras”
AMLO
La permanente campaña mediática contra presidente Obrador, porque que afectó económicamente a la clase económica-política-mediática, no parará y continuará pues a la falta de proyectos alternativo de sociedad y fundamentalmente de lo público, el lugar más cómodo es la “guerra sucia”, así que vemos en todos los medios de comunicación prensa, radio, TV y la internet, la propalación de noticias tendenciosas, información sesgada, reduccionismos arbitrarios, ataques personales, etc., así como el intento de erigir de esa basura a liderazgos tragicómicos como Lilly Téllez con su proclividad a los gritos, insultos clasistas y a priori poses de estrella, o al simplón Ricardo Anaya que desde el “exilio mesiánico”, tratando de ser un símil de esos “perseguidos por las dictaduras militares por sus ideas revolucionarias”, y no pasar de ser un delincuente de poca monta que huye para no enfrentar la justicia por sus corruptelas producto de su paso por el congreso de los diputados, dirigencia del PAN y algunos cargos públicos, y quien justifica sus bienes, como muchos otros políticos, como herencia de parientes pudientes para ocultar que son productos del robo al erario público, y a quien los medios de comunicación dan cobertura a sus simplezas ecológicas y de sustentabilidad, etc.
Como ven el panorama que vive México no es de una polarización producto de una confrontación de proyectos alternativos de país, ideas y principios irreconciliables, sino simplemente porque hay una clase política y económica que se niega a entender que México no podía continuar con esa cultura de simulación y normalización de la corrupción que lo ha llevado paulatinamente a una crisis pública en casi todos los indicadores sociales, económicos, de seguridad, educativos, etc., y que la llegada de AMLO al poder público por el voto mayoritario de los mexicanos era y es una clara advertencia que México tenía y tiene que construir otro sistema político más sano y eficiente, a lo que se le ha llamado la 4ª Transformación de México. 4ª T. que se inserta en las rupturas políticas y sociales que ha vivido México a lo largo de su historia, la Independencia, la Reforma y la Revolución.
Hacer política opositora en México es enfermizamente mentir, estar a la acecho de errores del gobierno del presidente Obrador para maximizarlos y difundirlos, y con esa distorsión hacer el mayor daño a la credibilidad de AMLO, y así se la ha llevado la oposición política al presidente Obrador durante 4 años de manera ininterrumpida, y planificada por el poder económico que es el sector más afectado por la llegada al poder público de AMLO, a quien la clase política, sus marionetas, le condonaba pagos de impuestos, le otorgaba jugosos contratos públicos, etc., y como bien dice el presidente Obrador, además pasaban por ser gentes decentes y respetadas, aunque hay que hacer una aclaración, cuando hablo del poder económico no habló de los miles de empresarios que han hecho sus bienes producto del esfuerzo y el trabajo, sino una élite que ha detentado históricamente la mayoría de la riqueza de México, me refiero a esa minoritaria élite económica (1), la familia de Carlos Slim, Germán Larrea, Ricardo Salinas Pliego, Alberto Bailléres, Juan Francisco Beckmann Vidal, María Asunción Aramburu Zabala, Familia Arango, Familia Sertvije Montull, y otras pocas más, hasta en la Iniciativa Privada no ha habido justicia, porque unos pocos eran los beneficiados de las grandes licitaciones y exención de impuestos, como el cínico empresario Salinas Pliego quien todavía se ofende que el gobierno del presidente Obrador le cobre los impuestos que debe al estado, y quien debe pagar 2000,000,000 de pesos mexicanos de impuestos caídos.
Cuando veo y escucho como algunos reproducen la guerra mediática de la oposición conservadora, tratando de hacer un símil entre el presente y el pasado, estoy convencido que muchos lo hacen simplemente porque antes les iba mejor con el sistema político corrupto prianista, ya que el sostenimiento de la dictadura “democrática” perfecta, se mantenía a través de una red piramidal de complicidades y corruptelas, aunque al final los grandes ganadores del saqueo era la minoritaria élite económica y mediática, y los dirigentes máximos de la clase partidista prianista; y otros, porque no logran tener una lectura más amplia de lo que pasó y pasa en México, que no hay comparación entre el pasado corrupto prianista, y el gobierno social del presidente Obrador, que lo que más le duele a esa clase económica y política que perdió el poder público con AMLO fue haber perdido el erario público, y ver que eso que se embolsaban a manos llenas, ahora se dirige a obra social, que no es suficientes para hacer justicia social, pero cuando menos preferimos muchos mexicanos que ahora pare en manos de nuestros ancianos, mujeres, jóvenes, y campesinos.
Leer de forma desapasionada la política en México implica conocimientos, experiencia, y haber sido testigo del antes y el después, y ante poner el interés de México por encima del personal; y esta imparcialidad no es fácil, porque la lectura implica tomar en cuenta tanto factores externos como internos, y principalmente, consciencia social y sentido de comunidad, no todo se puede ver con una sola óptica, y mucho menos con filiación y dogmas partidistas, en suma, hay que tener coherencia democrática. Ante esa ausencia que práctica la oposición a AMLO, nos estamos acostumbrando a su espectáculo visceral en el congreso de los diputados, además que esa oposición tiene patéticamente como referencia a los ex presidentes Calderón, Fox o Zedillo, o a las “integras”, ironizando, fuentes informativas, Alazraqui, Loret, Doringa, entre otro cientos más.
Al respecto del párrafo anterior, fue un espectáculo trágico ver al ex presidente Calderón, mejor conocido como el generalísimo Borolas, hablar de crimen organizado y del ejército me recuerda un texto que escribí en ese periodo de gobierno que creo puede darnos cierta luz sobre el problema de la violencia en México, y la grave responsabilidad que pesa sobre ese individuo que fue presidente de México, por lo que lo transcribo completo:
(En medio de una política pequeña[1] y decadente.
La no inscripción del precepto “no matarás a tu prójimo” convertido en el goce del poder matar.
De los constantes y limitados intentos de defender su estrategia de lucha contra la delincuencia, destaca un argumento del presidente de México, que parte de una lógica simple y frágil; refiere que su respuesta a la lucha contra la delincuencia organizada, se justifica porque “hasta un niño entiende que el deber de la autoridad es enfrentar a los ladrones, secuestradores y violentos”.
Este razonamiento tendría validez y fuerza argumentativa siempre y cuando nos colocáramos dentro del mundo imaginario de la psicología de los niños, un universo que responde a una etapa humana preliminar a la emergencia del sujeto del lenguaje (palabra plena), al sujeto de la conciencia, al sujeto de la moral.
Por cierto, hay un sinónimo revelador para referirnos a los niños, el término infante (del latín infantis, «el que no habla»), y esto tiene que ver con la naturaleza humana, quien tiene dentro del mundo animal una prolongada infancia, producto de un nacer prematuro indefenso y que implica una dependencia del otro (los padres) para sobrevivir. Mientras se asume la palabra plena, el don del habla, el infante utiliza la imaginación y les atribuye a sus pensamientos omnipotencia, apostando a la fuerza tal cual Saya yin y a los poderes de sus pensamientos.
Como dije, este lapsus o frágil razonamiento de nuestro ponderado “presidente” fuera intrascendente, si sólo se circunscribiera al universo de los niños, donde las guerras son confrontaciones sin sentido, recurriendo a una lógica simple, ubicar al bando de los “buenos” y al bando de los “malos”, y que los primeros deben eliminar a los malos, siendo la diferencia entre lo bueno y lo malo arbitrarias. Sus “guerras” son literalmente choques de carros de combates de forma brusca y aparatosas, como accidentes automovilísticos, tiran sus juguetes unos sobre otros, esos otros tienen el significado de “malos”, a esto se reduce las estrategias de los niños.
Parece ser que la guerra, a que ha convocado Felipe Calderón tiene un elemento fundamental de la psicología de los niños, la omnipotencia de los pensamientos, la simple voluntad que con sólo el pensamiento puede intervenir la realidad, incluso cambiarla, creando escenarios fantásticos que permitan controlar los acontecimientos y haciendo que sólo la fuerza sea el único elemento indispensable para “jugar a ganar las guerras”.
Esto como lo mencioné anteriormente, no tuviera consecuencias si sólo fuera un juego infantil, pero cuando los hechos y estadística nos revelan que se ha trastocado la vida pública, entonces, no resulta tan simple iniciar una guerra contra la delincuencia organizada, porque se ha ignorado la realidad y el contexto que circunscribe al problema de la violencia en México.
A este universo elástico y fantástico de los niños se reduce la estrategia de Felipe Calderón, puesto que hay una total ignorancia en las políticas públicas en materia de seguridad y paz, incluso podríamos decir, que partió de la simple voluntad, y al igual que los niños la redujo a la fuerza, pero cuando se dio cuenta que las cosas no son tan sencillas, que la alternativa pública de resolver el problema de la delincuencia (guerra) era enfrentarlos y “aplicar el peso de la ley a los malos”, esta se petrificó, como en la recurrida esencia del cómic de acción, que necesitan eternizar la lucha entre el bien y el mal para existir, así vemos que la rendición de cuenta del ejercicio de gobierno quedó reducida a ese trágico círculo vicioso, sin darse cuenta que la seguridad es el resultado de la civilidad, y fundamentalmente de estrategias inteligentes que permitan que ejercer el uso de la fuerza sea el último argumento.
Por eso vemos como patéticamente reacciona el Estado ante la ineficacia del enfrentamiento, que paulatinamente se está vietnamizando, convocando a la corresponsabilidad como la salida desesperada y mostrando con ello su incompetencia.
No se necesita mucha inteligencia para saber, y esto sin apelar a la visión de la realidad de los niños, que como bien lo dice el poeta Sicilia; cómo puede iniciarse una guerra contra el narcotráfico con instituciones corruptas.
El análisis y las estadísticas son concluyentes y hablan por sí solas del fracaso de las políticas públicas en materia de seguridad, tranquilidad y paz.
Han transcurrido casi cinco años desde que el presidente Felipe Calderón declaró la “guerra” contra la delincuencia organizada en México. Desde entonces, México ha sufrido un incremento dramático de la violencia. Tras un descenso sostenido que se mantuvo durante casi dos décadas, la tasa de homicidios aumentó más del 260 por ciento entre 2007 y 2010.
El gobierno estima que hubo casi 35.000 muertes relacionadas con la delincuencia organizada entre diciembre de 2006 y fines de 2010, incluido un aumento drástico cada año: pasó de 2.826 muertes en 2007 a 15.273 en 2010. En lo que va de 2011, la prensa mexicana informó sobre más de 11.000 muertes vinculadas con el narcotráfico.[2]
Es urgente pues un acuerdo nacional que ponga en el centro del debate el cuestionamiento de nuestra civilidad y su colapso, urge pues reconocer que lo que se cuestiona es la misma cohesión social de la sociedad mexicana.
Ya que Matar por gusto tiene que ver con una patología social, ya no hay reglas, no hay mediación de poder, ni riquezas, ni valores que distinguen, simplemente, es por gusto, ante esto el marco simbólico se cae y queda la caída violenta, el acto criminal.[3]
Estamos ante una vital encrucijada cultural donde no solo se cuestiona la efectividad de políticas públicas sino al mismo Estado mexicano.
Necesitamos dialogar, asumir acuerdos, y esto tiene que partir de la disposición y la buena voluntad, es sabio distinguir el acto violento provocado por la indefensión o la impotencia, del acto criminal, la caída de la subjetividad, en esto último no es fácil hallar motivos, porque implica el gusto, hacerlo por placer.
Indudablemente se debe imponer la palabra a la fuerza, esto no quiere decir renunciar a nuestra idea de mundo y sociedad, sino asumir un estado común de intelección y de vida.
La sociedad está en medio de una “política pequeña”[4] y decadente, y la no inscripción del precepto “no matarás a tu prójimo” convertido en el goce del poder matar.)
Así como de atentados a la democracia, etc., recordando cómo inicia con él, el desangramiento de México, como lo he dicho, inicia una guerra contra el crimen organizado como un juego de niños, pensando que el problema de la violencia y el crimen organizado era sólo cuestión de echar al ejército a las calles, acto que se ha demostrado que no es suficientes, además verlo guardar silencio que su secretario de seguridad pública, que no es cualquier cargo público, está siendo procesado por delincuencia organizada en los EEUU, ¿cómo entender esa clase de conducta contradictorias sin pudor ni vergüenza?, más que con la psicología, el señor está tan alienado que no es capaz de hacer una introspección, y movido por sus pulsiones se lanza a hablar a lo estúpido y tonto, cómo si no se supiera que terminó en el consejo administrativo de Iberdrola, compañía española que se vio beneficiada por sus gobierno en materia de explotación de energéticos, ¿cómo entender ese descaro de presentarse a hablar en un Foro como si hubiera hecho un buen gobierno e hubiera sido un hombre decente?, o, ¿quién puede aplaudirlo y ponerlo como referencia para criticar al gobierno del presidente Obrador?
Hasta la fecha ninguno de esos personajes políticos, económicos o mediáticos ha aceptado su mea culpa por haber sido partícipe activo pasivo del deterioro de nuestra vida pública, y que trajo consecuencias graves, porque la pobreza hizo que murieran miles de mexicanos que no debieron morir, y la inseguridad ha hecho que mueran miles de mexicanos que no debieron morir, y tanto es su estado psicótico de esos personajes que todavía lo vemos participar en política, detentar cargos públicos y populares, pasearse en los platós televisivos y la internet criticando lo que nunca criticaron y pudieron haber contribuido en que lo sucedió no hubiera sucedido, a quienes lo hemos visto sacando inmoralmente raja política de todo, hasta de los muertos y enfermos del covid19 de la pandemia del coronavirus, sin vergüenza hacen de las niñas Paulette y Fátimas su banderas políticas, de los muertos de la línea 12 del metro, en fin, ruines no escatiman nada ni lo podrido con tal de volver al “pinche poder”.
El pasado está en el presente, y no por los excesos de privilegios de los que gobiernan actualmente, o por los espectaculares actos de corrupción y despropósito como en el pasado prianista, como cuando en el ex presidente Zedillo convirtió a deuda pública una deuda privada de bancos particulares, que jamás esos bancos privados beneficiados la han pagado, y que los mexicanos todavía la seguimos pagando a razón de 43,000 millones de pesos al año, una deuda que se generó hace dos décadas (2), el FOBAPROA, o porque la esposa del presidente Obrador le regalaran unos empresarios una casa de 8,000,000 de dólares por los contratos adjudicados sin licitación, o porque el ejército haya participado en la desaparición de alguna matanza de civiles. como así fue con los 43 estudiantes de la escuela rural de Ayotzinapa asesinados y desaparecidos por miembros del ejército mexicano en contubernio con bandas delincuenciales y políticos locales, ni mucho menos por fraudes electorales perpetrados por el gobierno del presidente Obrador, como era costumbre de los gobiernos prianistas al tener el control absoluto del INE, y otros poderes públicos para encubrir sus fechorías; sino porque los actores perpetradores del saqueo de las arcas públicas, los que secuestraron la democracia para que sirviera para legalizar sus pillerías y sostuviera la “dictadura perfecta” para relevarse en el poder la misma clase política enferma y decadente, esa clase política que todavía contrala sus partidos políticos imposibilitando el sano relevo generacional, y que sin culpa como lo he dicho, como si no hubieran participado del deterioro de nuestras instituciones públicas y estado, y hubieran sido muchos de ellos, causantes directos de la crisis pública que aun vivimos, y la decadencia de la política, los vemos hacer oposición coludidos para intentar volver al “pinche poder”, pensando que el pueblo mexicano padece de desmemoria, y que sus crímenes se hayan prescrito y ahora puedan andar libres sin culpa queriendo “salvar a México”, cuando todos sabemos que son ellos quienes hicieron el mayor daño a México y las consecuencias de sus abusos, ineficiencias, patologías y maldad han hecho que los males se agravarán aún más, el pasado está muy presente, muy vivo, con sus emisarios ahora vueltos con el mismo nombre santos demócratas y fervientes liberales, ahora entiendo al presidente Obrador al reiterar permanentemente la presencia de ese conservadurismo apátrida y rapaz, amoral y egoísta.
La perversa metamorfosis de esa oposición, venidos de corruptos a defensores acérrimos de la democracia, la honestidad, la legalidad y legitimidad, nadie se las cree, por más retórica vacía, los hechos están demostrando que son unos traidores a la patria, quienes siguen anteponiendo sus intereses políticos a los intereses de la nación, quienes alienta un discurso falso que describen una realidad que no existe, y quiénes se han topado con el despertar de un México que sabe diferenciar entre lo correcto e incorrecto, y que espera que la política y una nueva clase política construya esa nueva nación, estado y sociedad que tanto merecen los mexicanos.
Cuando estúpidamente hablan Calderón y otros emisarios del pasado que hay un atentado y que la democracia está en riesgo, les falta decir que ellos secuestraron a la democracia para legitimar y legalizar la corrupción, que ellos pervirtieron la noble labor de la política que siempre debía servir a todos y principalmente para hacer justicia social, y no un arte perverso para llegar el poder público y robar, que fueron ellos los que militarizaron nuestras calles, cuando todavía el problema de la violencia no era grave y no era ese monstruo que lo convirtieron fundiéndose con los criminales.
El pasado está presente y está haciendo todo lo posible para clausurar la única luz de esperanza verdadera que ha tenido nuestro país en los últimos 100 años la llegada a la presidencia del AMLO, y que si bien falta mucho para consolidar la transición hacia una democracia verdadera y que la 4ª Transformación pacífica de México construya un nuevo sistema político mexicano, ésta no se logrará mientras no nos deshagamos de esos farsantes y criminales peligrosos, que están dispuesto a todo con tal de volver al “pinche poder”.
Está en las manos del pueblo mexicano la última palabra, no hay un tercer camino, o consolidamos la 4ª Transformación de manera pacífica de México, o los emisarios del pasado nos arrastran hacia un retroceso histórico que sabemos cómo opera, qué persigue, y quienes han salido siempre indemne y beneficiados, la poderosa élite económica corrupta que tiene a sueldo a los políticos prianistas que son sus lacayos.
(1) El 20% de las familias más ricas de México concentra la mitad de la riqueza. https://www.eleconomista.com.mx/economia/El-20-de-las-familias-mas-ricas-de-Mexico-concentra-la-mitad-de-la-riqueza-20220413-0049.html
[1]Referencia de Carlos Fuentes.
[2]Resumen ejecutivo del informe sobre derechos humanos de Human RightsWatch titulado Ni seguridad ni derechos, p.1.
[3]http://www.jornadaveracruz.com.mx/Noticia.aspx?seccion=7&ID=101126_021742_231
[4]Referencia de Carlos Fuentes.
Octubre de 2022