Crónicas Ausentes

Lenin Torres Antonio Opinión

Coalición al interior del movimiento obradorista  

A propósito de la Unidad Nacional

Lenin Torres Antonio

Antes la sucesión presidencial era un asunto que se entretejía en lo privado, en lo oscurito del grupo reducido y cercano del presidente en turno, y se daba a conocer en un tiempo corto antes que terminara el cargo público del presidente. Como en las épocas monárquicas- teocráticas la asunción del nuevo Tlatoani tan sólo al haber sido “anunciado” por el presidente en funciones, el manto omnipotente del significante “presidente”, como un manto protector le daba desde ese momento al relevo todo el poder ya que estaba garantizado el triunfo, la democracia era un asunto de protocolo y trámite, y el relevo ya sea venido del PRI o del PAN ponía en funcionamiento a priori las condiciones del protocolo, puesto que la maquinaria de la simulación y el engaño democrático estaba para tan sólo legitimar al nuevo Tlatoani.

Las cosas han cambiado, y tiene que ver fundamentalmente por la coherencia democrática que ha demostrado el presidente Obrador, y su palabra de no meterse al proceso de su partido político, MORENA, para elegir al candidato(a) que contenderá por la presidencia en el 2024, pero no tan sólo eso ha cambiado, y los mexicanos tenemos que celebrarlo porque fortalece a la democracia y a la nueva cultura política ética que debe fomentarse, sino también por el hecho que las encuestas prevén un triunfo del movimiento progresista del obradorismo, y por la inexistencia de una oposición con un proyecto de nación alternativo a la 4ª T., además por la ausencia de un liderazgo de la talla del presidente Obrador. Este hándicap de la oposición no es fortuita, porque es el resultado de la estrategia errónea de no aceptar la ruptura histórica que representó el triunfo de AMLO, y la realidad que representó sus gobiernos basado en un sistema político anquilosado que paulatinamente se degeneró hasta ausentarse de la ciudadanía, y principalmente, por no servir a resolver los graves problemas públicos que provocó la normalización de la corrupción y la cultura de la simulación democrática, y más cuando en su des fortunio optaron por construir una oposición desde los mass media para  encabezar una permanente “guerra sucia” sin sentido contra el gobierno del presidente Obrador, y por no han sabido repensarse para presentar un proyecto político y filosófico que fuera una alternativa a la izquierda social del presidente Obrador de la 4ª T.

El statu quo del relevo presidencial inédito, con una anticipación también inédita es parte de las pláticas sociales, políticas y periodísticas, la pregunta no es quién ganará entre el obradorismo de izquierda social o el conservadurismo rancio en que se convirtió la oposición política ex prianista, cuando menos podemos decir eso momentáneamente, o, mejor dicho, la Alianza Opositora auspiciada por el poder económico, sino quién del obradorismo tomara el relevó y llenará los zapatos del presidente Obrador, quién se ha convertido en un líder indiscutible no tan sólo de México, sino de Latinoamérica, y me atrevo a decir, del mundo, y esto último por primero el llamado a dar prioridad en la agenda mundial a los pobres y el combate al hambre, y ahora por su atinada propuesta de un “tregua mundial de paz” que tanto necesita en estos momentos aciagos el mundo.

Aunque parece que el camino está despejado, y que seguro en las elecciones intermedias del 2023 se ratificará, cuando menos con el previsible triunfo de MORENA y sus aliados en el Estado de México, el obradorismo tiene un reto enorme de mantener la unidad ante la vorágine de deseos de poder de oportunista de los falsos obradoristas como Ricardo Monreal, entre otros, además de priorizar consolidar los contenidos pendientes de la 4ª T,  que por cierto no se reducen al combate a la corrupción y el fomento de la transparencia y la legalidad, y que exigen dotar a la 4ª T. del aparato ideológico, político y filosófico que permita construir el nuevo sistema político mexicano que se diferencie del pasado neoliberal ineficaz y que sólo sirvió para mantener las desigualdades y la división de clases sociales, entre esa minoría que todavía mantiene más del 50% del PIB de México en sus manos, y la inmensa mayoría que exige certeza de futuro y progreso.

No hay mucha tela de donde escoger, o bien, por orden alfabético, se opta por la Jefa de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, o bien, por el canciller de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, quiénes han realizado un extraordinario papel en sus respectivas encomiendas públicas, Sheinbaum dirigiendo la inmensa megalópolis de la Ciudad de México, con sus infinitos problemas que provoca tal concentración humana y urbana, y el estarla gobernando con sabiduría y eficacia, y qué decir del canciller Ebrard, quién en sus manos las relaciones internacionales y la representación diplomática de México la ha llevado exitosamente, volviendo a poner a México como un referente mundial y ha recuperado la presencia de México no tan sólo en el concierto Americano sino también Mundial.

En los pasillos del imaginario colectivo y de las clases políticas tanto de oposición como del mismo movimiento obradorista las lecturas son variopintas, la oposición, como siempre, haciendo campaña política permanente, esperando el error del contrincante, espera la renuncia de Monreal y su captación por su canto de las sirenas, así como el descontento en la decisión final de obradorismo, de quien no sea congraciado por las encuestas, y al interior del obradorismo, se mueven los grupos de forma abierta o disimuladamente a favor de sus preferencias y simpatías, algunos apostamos a que se haga un candidatura de coalición al interior del movimiento obradoristas, y que no sea una encuesta la que determine el candidato sino quienes estén arriba en las encuestas, como son Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard, y que prioricen los contenidos pendientes de la 4ª T., en el entendido que esta ruptura histórica implica la conquista del poder público que estaba en manos del prianismo o mejor dicho, del conservadurismo, la restitución de la funcionalidad (democratización, eficiencia y autonomía) perdida del estado mexicano y sus instituciones, el combate a la corrupción y a la cultura de la simulación democrática, estas dos partes del proceso hacia la instauración de un nuevo sistema político mexicano fueron y están siendo trabajadas por el presidente Obrador, y la última parte del proceso, construir y repensar los contenidos ideológicos, económicos, políticos, legales, psicológicos y sociales del nuevo sistema político mexicano que haga la diferencia del anterior sistema político mexicano neoliberal conservador apátrida, esta última parte es el gran reto que tiene el obradorismo sin AMLO, y tiene que ver con el nuevo liderazgo comunal de la clase política que está construyendo el obradorismo en sustitución de la vieja clase política, y la tienen que encabezar tanto Claudia Sheinbaum como Marcelo Ebrard, como dice el presidente Obrador, ¡déjense de politiquería!

Y esta candidatura de coalición tiene que dar paso a un movimiento de reconciliación nacional, puesto que hay que reconocer que toda “fuego nuevo”, toda ruptura política y social histórica implica consensos, acuerdos, lugar común, y voluntad ética y política, hasta “los malos” metafóricamente hablando tienen algo que decir y aportar, que nos lleve a un sistema de partidos políticos alejado del poder económico y mediático, autónomos y con precisas posiciones ideológicas y de ideas es prioritario, la re-significación del papel en la construcción de la democracia de los mass medias es fundamental, e incluso, el papel nacional, social y solidaria de la Iniciativa Privada que la rescate del capitalismo salvaje es urgente, y un gobierno de izquierda social de la república debe ser la meta final del obradorismo.

Lograr la justicia social, zanjar el abismo de las desigualdades sociales clasistas e históricas de México, definir un sistema político mexicano autónomo y nacionalista, enfrentar los reacomodos del orden internacional y la multipolaridad, hacer real un libre mercado regulado por la política, y una gobernanza social, son asuntos que requieren la Unidad Nacional.

Esperemos que se entienda la necesidad de repensar el poder público y la política.

Septiembre de 2022

 

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