Crónicas Ausentes

Lenin Torres Antonio Opinión

La vía real de la 4ª T. pacífica y la muerte del prianismo

Lenin Torres Antonio

No hace mucho afirmé y continúo afirmando que, “si y sólo si se voltea la pirámide del poder público habrá 4ª transformación de México y reivindicaremos los postulados de la revolución mexicana”, puesto que la degeneración de la clase política mexicana raya en la psicopatología, los renglones torcidos de la locura se asumen como normalidad, e incluso, se presentan en una espantosa psicótica negación, “yo no soy eso que soy, ese que escuchas que soy”, “soy un perseguido político”, “el poder autoritario (antes mi poder autoritario) se venga de mí (por mis convicciones profundas)”; arranques de locura que otros lo ocultan o lo reinterpretan como si realmente la excusa, la defensa del “loco de atar” fuese cierta, y en conferencias de prensas se presentan juntos con el nuevo innombrable para seguirle el juego perverso de “asumir otra personalidad que nunca se es”, habló del reciente acto psicótico y perverso de decadencia y degeneración de esa clase política prianista, Alito y sus histéricos perversos; aunque también hay que decirlo, los que opera abajo del intachable presidente Obrador y a quien considero el mejor presidente que ha tenido México, no se salvan de esa locura, por eso vemos en Veracruz capturado por su ambición de poder, y con el afán de entrar de lleno en la carrera hacia la gubernatura de Veracruz, al expriista Sergio Luna hoy venido redentor de la 4ª T., venir a realizar su último informe de labores como presidente del congreso de los diputados de México no a su circunscripción electoral del Estado de México, a donde debió, por respeto a sus electores, realizar su último informe de actividades como presidente del congreso de los diputados, sino al Estado de Veracruz, con todo el respaldo de la cúpula morenista, y con la clara intención de continuar preparando el terreno para continuar en el “pinche poder”, tirándole a lo grande (la gubernatura) para cachar cuando menos lo de abajo (una senaduría o seguir de diputado), y si le pega a la grande (la presidencia de la república) la corriente morenista de Ebrad a la que pertenece, verse en las altas esferas de la gobernanza de México, una conducta tristemente conocida.

Los audios de Alito son contundentes evidencias del comportamiento de la clase política prianista. Pese a esas evidencias, se empeña esa clase política conservadora en seguir negando la realidad y asumir su culpa por el deterioro de la vida pública y política de México, y continúa presentándose cínica y patéticamente como alternativa política al liderazgo del presidente Obrador.

México bisoño en democracia y también en el debate de las ideas, la única narrativa coherente es la del presidente Obrador, y la oposición prianista recurre desesperadamente al grito, al insulto, a la mentira, a la pobreza de ideas, el panismo presentan lo peor de lo peor con un líder nacional obtuso, sin ideas claras, zombi obedece dócilmente a los patrones empresariales, y lanza a sus “estrellas” parlamentarios, a una ex presentadora y morenista histérica y pobre de ideas, a otra, que cree encontrar en el histrionismo y el grito la fórmula “eficaz” para debatir, y uno que otro pachuco que están más preocupados en arreglar sus peinados y la pose que emplearán en sus intervenciones; si así está el panismo haciendo oposición, el priismo con Alito Moreno al frente vive la decadencia total, no queda nada, ni de la maquinaria de complicidades y simulación política, ni de los “grandes” retóricos que sostenían la jerga parlamentaria, hacer “política sin el presupuesto del estado” ha sido su gran hándicap que le tiene al borde de su extinción; y ni hablar de los cuchos del PRD, una rémora que sucumbirá junto con los peces de que se alimenta.

El problema de México no es la extinción de la actual oposición partidista prianista, sino cómo garantizar la transición hacia una democracia auténtica sin que sea otro gran espejismo post AMLO, y el reto no es fácil, pues implica cultura, educación, voluntad, y principalmente, “hombres y mujeres buenos”, en el sentido más amplio del término “bueno”: sin prejuicios, sanos mentalmente, proclives a tolerar al “otro” y desearle el bien al prójimo, y hacer cosas buenas por los demás, con amplio sentido del “acto comunitario” y coherencia entre lo que se piensa, se cree, y se hace.

Pero señalar el decálogo deontológico no será suficiente para civilizar la guerra cruenta por el poder que se avecina, e incluso, que ya se vive, y no porque piense que habrá oposición prianista a la gobernanza obradorista, sino por la guerra que se vive desde dentro de las entrañas del mismo obradorismo, y esto tiene que ver con que al presidente Obrador no le ha dado tiempo de construir un poder horizontal republicano, formar una nueva clase política que sustituyera a la actual perniciosa, y creo que debió cuando tenía mayoría en el parlamento impulsar la reelección presidencial y la segunda vuelta electoral, y tener más tiempo para consolidar la 4ª Transformación pacífica de México, y la transición hacia una democracia verdadera. Hoy no hay quien llene los zapatos del presidente Obrador, y por eso corre peligro la 4ª T.

No hay que olvidar que el periodo post revolucionario creó un poder público piramidal, vulnerable y propicio para el deshago de los apetitos, se suma a esto, la estructura psíquica de masas del mexicano necesitado de una figura parental mágica, y la tradición prehispánica del gran Tlatoani, omnipresente, omnisciente, que se mimetizó en los asuntos de la res pública, incluso como una normalidad cultural, pública y psíquica.

Todo intento de una 4ª transformación pacifica, también la podemos nombrar “revolución”, tiene que pasar por restituir la funcionalidad del Estado mexicano y sus instituciones, y consolidar una la cultura de la transparencia, legalidad, honestidad, y ética con que deben conducirse los que gobiernan y los políticos, pero también, los empresarios y los ciudadanos, a partir de ahí, creo que vamos a poder construir un nuevo modelo político que fortalezca una democracia realmente participativa e incluyente en el acto de gobernar, y un sistema de partidos con diferencias ideológicas y políticas que contribuya a la división de poderes alejados del poder económico.

Si bien es cierto, el diagnóstico monotemático es correcto, la degeneración de la res pública es la corrupción, y restituir la funcionalidad perdida del estado mexicano y sus instituciones un asunto principal del gobierno de la república y de todos las y los mexicanos, porque simplemente el poder público estaba y está atravesado por intereses privados de grupos, también es cierto, que eso no es suficiente para hablar de una 4ª T. y mucho menos de una reivindicación de los fines perdidos de la revolución mexicana, puesto que se necesita, como lo he dicho, que haya una verdadera democracia donde el pueblo mande, y el gobernante mande obedeciendo.

Así que pensemos que el intento de hablar de una transformación (revolución) en México, tiene que ver con analizar y responder a cómo fue posible la degeneración de la política y de lo público, por lo que las simplezas no nos ayudan, hablar de cultura, psicología, naturaleza, etc., esto no nos sirve sino podemos contextualizar lo que ha sucedido, lo que está sucediendo, y hacia dónde vamos y qué debemos hacer para que “lo nuevo” sea mejor que “lo viejo”.
Por lo que la mirada y las acciones vanguardistas tienen que apuntar a lo contrario de la pirámide del poder global, al poder local, al poder comunitario.

La degradación del Estado y sus instituciones tienen que ver con la falta de corresponsabilidad, que es lo que ha faltado, la cultura de la corrupción y la simulación ha y está sucediendo por la falta de corresponsabilidad y una cultura crítica del gobernado, por lo que es importante tomar en cuenta que la responsabilidad de la sociedad no termina con el sufragio (voto), hay que cogobernar, y para ello, hay que voltear la pirámide del poder presidencialista y construir canales de participación ciudadana efectivos.

Aunque ahora la verticalidad del poder público impide cualquier forma de fiscalización y transparencia, tenemos que voltear la pirámide del poder público, y empoderar los instrumentos y “figuras de participación ciudadana”, y no con formalismos auto legitimadores de la centralidad, sino aupando a esas figuras en la administración, planeación y deliberación de la planeación presupuestaria de las políticas públicas, de tal suerte, que la tentación de abusar del poder público, se vaya acotando desde las bases, que con la inversión de la pirámide del poder público serán la cúspide. En la obtención de dinero y beneficios personales se resume el abuso del poder público, y a eso llamamos corrupción.

El sistema política actual se sigue jugando y buscando quién fiscaliza a quien, y creando figuras sin la capacidad de acotar el abuso del poder público, en otras palabras, seguimos jugando a que la democracia existe y que el poder es el del pueblo, y este juego no es privativo de México, la democracia ha servido para legalizar pero no para legitimar.

Pero voltear la pirámide del poder público global requiere ir más allá de acotar las formas por donde hace aguas el sistema y propicia la corrupción, tiene que ver con empoderar lo local, el municipio, la comunidad, tiene que haber una revolución de la representación real, tomando en cuenta la demografía y la psicología.

Creo que México no está preparado para dejar que se vaya el presidente Obrador, sin que antes siente las bases meta cognitivas y cognitivas, legales, culturales, meta políticas y políticas, legales, psicológicas, económicas y éticas para garantizar la 4ª T. de México y sea esta de forma pacífica. Salvo que el movimiento obradorista detenga esa interna lucha encarnizada por el poder que se vive al interior del obradorismo, y planifique el nuevo período post AMLO, evite que los tránsfugas venidos obradoristas se hagan con el poder público y se empodere la izquierda social y el auténtico obradorismo con la llegada a la presidencia de Claudia Sheinbaum.

Agosto de 2022

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