EL MERITORIO Y PERFECTIBLE ACTO DE MORENA DE HACER DEMOCRACIA
A propósito de la bisoña democracia mexicana.
Lenin Torres Antonio
Pese a que México tiene 212 años de vida independiente, que le permitió ir construyendo los sistemas políticos que más conviniera a los intereses, idiosincrasia, cultura y psicología de los mexicanos, son escasos los momentos que México vivió una auténtica democracia, en la que con libertad, autonomía, madurez y consciencia los mexicanos eligieran a las personas que le otorgaran la potestad de representarlos.
Así podemos ubicar tres momentos históricos que hablan de nuestra escasa y verdadera democracia, la elección de Benito Juárez, la de Francisco I. Madero y la del presidente Andrés Manuel López Obrador, y pese a que teórica y legalmente México adopta las ideas ilustradas de democracia, división de poderes y libertad de pensamiento a partir del triunfo de la Revolución Mexicana contra las dictadura de Porfirio Díaz, bien podríamos decir que desgraciadamente la democracia fue secuestrada por una “dictadura democrática”, en la cual una privilegiada casta de políticos y empresarios se relevaban el poder público para fines estrictamente personal y de grupo.
Así vimos que después del artero asesinato de Francisco I Madero, asesinato que también liquidó a la imberbe “ilustrada” democracia mexicana, y el periodo de luchas intestinas entre grupos de poderes regionales, los “señores de la guerra” de la Revolución Mexicana decidieron con el liderazgo de Plutarco Elías Calles crear un partido político hegemónico que les permitiera poner fin a la lucha fratricida entre ellos por el poder, partido político que nombraron Partido Nacional Revolucionario PNR (el 4 de marzo de 1929), que después, en ese relevo perverso del poder público, el presidente Lázaro Cárdenas cambio su nombre por el de Partido de la Revolución Mexicana PRM (1938), y que posteriormente, viniera el presidente Manuel Ávila Camacho a cambiar su nombre por Partido Revolucionario Institucional (1946) como actualmente lo conocemos.
No es casual que durante la evolución nominal del PRI se fundara el Partido Acción Nacional (1939) por Manuel Gómez Morín, un partido político mexicano de derecha émulo de la derecha franquista española, aunque su origen lo ubican como opositores al poder político que emana de la Revolución Mexicana, con el tiempo terminó por aglutinar a la descarada clase minoritaria económica, que siempre jugó con tener un pie en el PRI y el otro en el PAN, y que a la postre el triunfo del verdadero movimiento progresista del presidente Obrador desveló tal tesis, que el PAN y el PRI son lo mismo, y que obedecen a un mismo amo que es la minoritaria casta económica que ancestralmente han venido teniendo el poder público, y la que ha acumulado las riquezas de México en contubernio con la clase política posrevolucionaria, misma que impidió a México ejercer una auténtica y real democracia.
A muchos les cuesta creer que México es nuevo en la democracia, y mucho menos que exista una sola casta económica que ancestralmente ha venido detentando el poder económico y político, y aunque se les muestre que unas cuantas familias de “abolengo”, y muchas de ellas de origen genealógico extranjeras, es decir, que el 20% de esas familias más ricas de México concentran más de la mitad de las riquezas del Producto Interno Bruto PIB de México, tienden a negar esa tesis de la única casta económica que ancestralmente ha venido detentando el poder económico y político; además esgrimen para justificar su posición predominante en la pirámide de las castas de México, el argumento de la teoría capitalista neoliberal, que es la clase social que genera las riquezas y el empleo de México.
Así vemos como esa casta privilegiada de unas cuantas familias se mantienen en una tenaz y acérrima lucha por recobrar tales privilegios que la osadía de un “plebeyo” (AMLO) les quitó, lo que por derecho “cuasi divino y terrenal” les ha venido perteneciendo, e incluso, que sólo ellos pueden ejercer por “su estatus social, cognitivo e incluso moral”.
Con arrogancia y auto reconocimiento de superioridad vemos a esa casta ex privilegiada, ellos y sus acólitos, portarse en público y en privado, aunque de sus bocas vomiten simplicidades, falacias y estupideces. Así vemos conducirse a los políticos y comunicadores del conservadurismo cuando son lanzados como carne de cañón por los señoritos a quienes no les corresponde el trabajo sucio, ellos, cínicamente acompañan hipócritamente al poder público en turno, aunque miran con desdén y desde arriba al “insolente plebeyo”, otros más despectivos dicen al interior y cuando pueden en sus juntas conspirativas, son“la chusma o chairos” ejerciendo el poder, que desean les sea devuelto.
Sin darse cuenta, sin un atisbo de introspección, vemos a la senadora panista Kenia López ejercer el debate parlamentario a gritos, con reduccionismos torpes, y si con un voluntarismo soez y vulgar despotricar contra el gobierno progresista del presidente Obrador, su mirada descolocada delata su odio poco contenido, su ira la conduce al lugar común de las estrategias políticas mediática de hacer “un incendio con un cerillo mojado”, y así vemos desfilar a la pobre oposición ante los nuevos tiempos de la democracia del pueblo, la de los de abajo, aquellos que fueron excluidos por ese poder de esa casta ancestral que se degeneró y enloqueció, la que creyó que realmente (psicóticamente) que, “si merecía abundancia” aunque sea robando el erario público que nunca le ha pertenecido; así vemos también a Alito en una vacía comisión en el congreso de los diputados festejar patéticamente que hubo quorum aunque no haya habido ningún acuerdo importante, o al panista Javier Lozano, junto con un judío fascista Alazraki, y una periodista priista Beatriz Pagés, en un programa que muy bien podría re-nombrarlo: “desayunando chairos”, hacerles de adivinos y tratar que sus pensamientos se vuelvan realidad, aunque todo lo que escupen les caiga sobre sus cabezas y cuerpos.
No podría ser la excepción la crítica al proceso democrático interno de MORENA para elegir a sus delegados nacionales, y ubicar la crítica en los escasos problemas que hubo en la jornada democrática de MORENA, y no en el reconocimiento que por primera vez un partido político nacional con la envergadura electoral que tiene MORENA, llevó a cabo una consulta democrática a sus bases y simpatizantes, además que fue en serio y real no como el pseudo ejercicio democrático del PRI o del PAN, donde todo desde la cúpula estaba “amarrado”, y se hacía lo que dictara el tlatoani presidente, gobernador o alcalde en turno.
Si hubo incidentes fue por la legítima y democrático apertura plural de forma voluntaria a las bases y simpatizantes, en suma, la fiesta democrática que vivió MORENA no se puede opacar por aquellos quienes jamás han conocido ni saben lo que significa la democracia, y que toda su vida pública, ya sea como partidos políticos, como gremios, asociaciones, sindicatos, sólo han vivido en la simulación y en el engaño, quienes usaron la democracia para legitimar las dictaduras de esa minoría rapaz y enferma de poder y por el poder.
Los que observamos en el proceso electoral interno de MORENA, fue la afluencia de mexicanos y mexicanas que comulgan con el obradorismo, ir a depositar su voto, e incluso, aunque hubo quienes intentaron re direccionar la intención del voto, éste se ejerció de forma confidencial y en libertad, y el resultado fue una elección de representantes de distintos grupos y corrientes que de forma natural se da en todo partido político, la llamada “disciplina partidista”, que por cierto, de forma dogmática y retrógrada la siguen practicando el PAN y el PRI, es cosa del pasado.
En suma, la votación democrática de MORENA refleja que México es otro, que tenemos a un electorado informado y consciente, que tenemos a un presidente de la república que no dicta lo que debe hacerse en su partido político, que la democracia es real y posible, y si bien, nuestra poca experiencia que tenemos de la democracia, esto no debe impedir un retroceso a la pseudo democracia que vivimos por muchísimo tiempo y que tanto daño ha causado a México. Que podemos bien decir que estamos en el camino correcto hacia la consolidación de una verdadera y auténtica democracia en México, y que esto debe alimentarse de reformas estructurales que debemos apoyar, como la Reforma Electoral que promueve el presidente Obrador, además esto tiene que ver con seguir educándonos en cuestiones de lo público, en fortalecer la conciencia que el pueblo tiene la última palabra y la decisión final, y en deshacernos lo más pronto posible de esos emisarios del pasado, esa clase política opositora que apuesta por el pasado en lugar que por el presente democrático, quienes jamás aceptarán la oportunidad histórica que nos ha brindado el presidente Obrador de secularizar la política y acabar con el régimen presidencialista; ¡el alto al ominoso pasado lo hizo AMLO!, queda en nosotros los mexicanos consolidar la 4ª T., crear una democracia para siempre vacunada del poder económico y mediático, y construir un sistema político eficiente que plante cara a los graves problemas que germinaron y se desarrollaron en los funestos y aciagos periodos PRIANISTAS.
Agosto de 2022