¿POR QUÉ DEBEMOS PARTICIPAR EN LA REVOCACIÓN DE MANDATO?
Lenin Torres Antonio
En sus 200 años de vida independiente, México no había transitado hacia una democracia ciudadana contundente, que permitiera contrastar otra visión y actuar del poder público-político con la que había estado acostumbrada, la maquinaria perfecta de complicidades y simulación del poder público, o lo que Vargas Llosa nombra acertadamente como “la dictadura (democrática) perfecta”, donde la democracia sólo servía para legitimar el poder público de una clase política anquilosada y corrupta que se relevaban el poder público. Es decir, el tránsito de esa democracia electoral legalizadora del poder público hacia una democracia legitimadora del poder público que implica regeneración del poder público, el relevo de la clase política ancestral, y la 4ª transformación pacífica de México.
La ruptura histórica que vivió México en el 2018 se venía fraguando a consecuencias de la decadencia de la clase política, la degeneración del equilibrio entre los intereses públicos y los intereses particulares de esa clase política conservadora neoliberal, que habían mantenía intacta la maquinaria política “perfecta” de una democracia simulada, y un ejercicio del poder público conservador de la mano con los interese del poder económico y mediático, y no de la gente, e incluso, con la complicidad del poder intelectual y académico, quienes o bien ejercía mutismo o bien legitimaba el poder público de esa clase política conservadora corrupta, que no tan sólo dependía del sufragio amañado de la democracia, sino también de los intelectuales y académicos que escribían la narrativa favorable al sistema en turno dominante, complicidad de los pensadores y de los académicos que contradecía la autonomía del saber y el conocimiento como un producto humano vacunado per se de la subjetividad y la geometría de las pasiones, y que lamentablemente como escribía el marxista Louis Althusser:
(…) las nuevas ciencias. Éstas nunca han surgido de una mesa redonda entre especialistas. Por el contrario, este modo de proceder y su ideología está relacionado con lo que sabemos acerca del proceso de dominación de las ideologías. Cuando se invita a todo el mundo, no es la nueva, esperada ciencia la que acude, ya que ésta no es nunca el resultado de la reunión de especialistas que la ignoran, sino un personaje al que nadie ha invitado -¡y al que no es necesario invitar porque él mismo se invita!- la ideología-teoría común que habita silenciosamente la (conciencia) de todos esos especialistas: cuando se reúnen, es esta ideología la que se expresa abiertamente, a través de la palabra.
O sea que todo intento de construir un saber, un acuerdo, un lugar común de intelección está precedido inevitablemente por posicionamientos de sujetos ideológicos, sujetos con ideas e imágenes de una realidad, y que toda emergencia de un nuevo corpus epistemológico invariablemente está condicionada por esas ideas e imágenes. Podemos incluso decir que ese acuerdo es la imposición de una fuerza, o como diría otro filósofo francés, Foucault, de una relación de poder.
En México, la transición hacia una democracia auténtica existe la posibilidad de consolidarla, aunque no está exenta de resistencias mortales, provenientes de un conservadurismo que por más de 90 años había tenido las riquezas de México y el poder público en las manos de unas cuantas familias ancestrales de empresarios que representan el 1%, y en determinadas familias de políticos descendientes de “los señores de la guerra postrevolucionaria”, que no están dispuestos a aceptar que sus privilegios sean obstaculizados y detenidos, para ello, desde el primer minuto de la llegada al poder público de Andrés Manuel López Obrador han puesto en marcha una guerra sucia fascistoide sin escrúpulos para “retomar” el poder público perdido.
Me alegra la perspectiva de una transición hacia una democracia verdadera y el cambio de régimen, porque en algunas de mis narrativas la predecían. Estamos en la antesala de “la gran política” como predicaba Gramsci, y la regeneración del poder público, y no ha habido necesidad de haber llevado a algunos al patíbulo, por responsables de la desviación histórica de los postulados de la Revolución Mexicana, principalmente, en lo que se refiere a la justicia social.
Entramos a un cambio histórico sin violencia, aun con una democracia bisoña y endeble, se dio una ruptura y el pueblo mexicano la propició con su voto, rompiendo la tradición de que regularmente toda ruptura histórica se ha dado con violencia y mucho sufrimiento, el poder del voto de la democracia tomó las riendas de nuestras vidas. Aun en contra de las terribles e inmorales resistencias del poder fáctico-económico y mediático, la viabilidad de la transición democrática está en marcha.
Pese a mi visión pesimista de la naturaleza humana, pese a mi desconfianza hacia el ser humano, su naturaleza pulsional y violenta, inconsciente y alienante, veo al final del túnel la luz de la razón y la esperanza que todos los males que acechan al hombre, al mundo y a nuestro México sean vencidos.
Una esperanza basada que sólo hombres históricos, preclaros y revolucionarios, pueden propiciarla, con su insistencia, con su fe y razón, con “su cuero a prueba de todo”, aquellos que nunca se silenciaron, sin ellos, las rupturas históricas nunca hubieran ocurrido, y las sociedades no hubieran sacudidos los virus que carcome sus existencias, ni hubieran probado nuevas ideas, nuevos dogmas de fe y conocimientos para la mejora de los hombres en su vida en sociedad.
Sabíamos que la política y la clase política había enloquecido y degenerado, que la democracia no servía para construir sociedades justas y resolver los problemas de la ciudad y de los pueblos, lo sabíamos y callábamos, y él se mantuvo siempre crítico y coherente. Llegué a dudar de la autenticidad de su fe y su amor por los desposeídos, llegué a pensar que era más de lo mismo, pero afortunadamente me equivoqué, no es ni el mesías ni el Tlatoani, no es el líder clásico ni el político profesional, es un buen hombre coherente de los pocos que hay, de los que reprimen la tentación del poder por el poder, de los que tiene la idea clara de su papel histórico que les toca vivir, y que están brindando a México la posibilidad de una transformación social, político, y moral pacífica, y aporta al mundo la secularización del poder político-público, que antes, había hecho de la política un actividad cuasi-divina,“apartando los pies de la tierra” a la clase política, que en el México posrevolucionario, gobernó más de 80 años con resultados desastrosos e inhumanos, sirviendo sólo a deseos y pulsiones narcisistas, e intereses de una minoría.
Y ese hombre es Andrés Manuel López Obrador, ese hombre histórico, que después de Benito Juárez, Francisco I Madero, nos devuelve la democracia auténtica. Ahora tenemos que darle rostro, contenido y configurar el tipo de sociedad democrática que mejor resuelva los graves problemas que vive México y el Mundo, la idea de hombre y las nuevas narrativas urgentes que se necesitan para replantearnos nuestro ser en el mundo y nuestro sentido de vida humana.
La 4ª T. es el lugar común, ahora se restituye paulatinamente la funcionalidad perdida del estado mexicano y sus instituciones, en el tiempo porvenir se confrontarán las concepciones de país y sociedad, y queda en todos los mexicanos preservar la democracia verdadera y construir regímenes solidarios, humanistas, científicos y honestos.
Pese a la campaña propagandística hitleriana de la oposición conservadora a AMLO, lo que le corresponde lo está haciendo bien, las bases estructurales, los cimientos democráticos, y un nuevo paradigma del líder-político humanizado con los pies en la tierra, la secularización del poder público, y el entendimiento que los gobernantes están para servir a su pueblo y no para servirse de su pueblo.
Una de esas iniciativas estructurales es la Revocación de Mandato, el instrumento que permite al pueblo acotar y revocar el poder a los malos gobernantes, un instrumento legal necesario que debimos tener hace muchísimo tiempos como otros países, pero que no era pensado ni propuesta por los gobiernos prianistas porque era como “pegarse un tiro en el pie”, y tuvimos que esperar hasta la llegada del presidente Obrador para que los mexicanos tuviéramos el derecho de castigar a los malos presidente de la república y revocarles el mandato antes de los vencimiento de los 6 años, ahora, vemos como la oposición apátrida desprecia este momento histórico que va a vivir México éste 10 de abril de 2022, una fiesta democrática que dejará antecedentes para fortalecer la cultura democrática de México, y si fueran demócratas la oposición a AMLO, debe participar para someter al juicio del pueblo mexicano sus acusaciones de que Andrés Manuel López Obrador es un mal gobernantes, pero no lo hacen porque no tienen la calidad moral, porque fueron parte de ese pasado oscuro antidemocrático y corrupto que degenero la política, las instituciones de la república, y permitió el saqueo de las arcas públicas de México.
El hecho que el presidente Obrador sea el primer presidente de México que se someta a la Revocación de Mandato es un hecho histórico que los mexicanos debemos celebrar y participar, y vale para aquellos que dirán un “sí” a que continué el presidente Obrador al frente de la república mexicana, o un “no”, por lo que iniciar una nueva cultura política democrática en México representa las bases para que la política sirva, para que la democracia proporcione gobierno honestos e inteligentes, para que pare esa visceral lucha por el poder por el poder que caracteriza a la oposición, para que los mexicanos y mexicanas entendamos que el pueblo manda y decide, y que más allá del voto para elegir a nuestros gobernantes hay un instrumento para rectificar nuestro voto, para castigar a los malos gobernantes.
La ignorancia, la perversión y la ambición de poder de la oposición en México, los ha llevado a un callejón sin salida, o aceptan que la auténtica democracia llegó para quedarse, que las reglas políticas son otras, que el pueblo no permitirá más corrupción ni mediocridad, o seguirán en el ostracismo y arrinconados en el imaginario de volver al “pinche poder”.
La Revocación de Mandato, junto con las Reformas Energéticas, y la Reforma Política- Electoral, etc., son fundamentales para sentar esas bases de la nueva democracia en México, para fortalecer el sistema de partidos alejado del poder económico y mediático, para crear la nueva cultura política y democrática que necesita México, y para hacer justicia social, y resarcir el daño que la pseudo política de los gobiernos neoliberales prianista han hecho a México.
Sabíamos los mexicanos que los males que provocaron esos ex gobiernos corruptos prianistas no se resolverían en un sexenio, porque el calado de esos malos son profundos y abismales, y más con una oposición desleal a México que sólo se la ha pasado haciendo “guerra sucia” contra el gobierno de la república que encabeza el presidente Obrador, en lugar de echar el hombro en los graves problemas que ellos mismos causaron, pero como no tienen consciencia moral ni mucho menos sentimientos de culpa, han actuado como si no tuvieran que ver con esa pasado oscuro y demiurgo que vivió México, y ahora se atreven hasta criticar y opinar, como lo hace el expresidente Zedillo, que critica al gobierno del presidente Obrador con el pseudo argumento del populismo, como si no supiéramos su desfachatez que después de haber privatizado ferrocarriles de México a empresas extranjeras, terminando su cargo de presidente se fue como miembro del consejo de administración de dichas empresas trasnacionales, que con la ola de privatizaciones que inició Salinas de Gortari, se beneficiaron con ganancias que se llevaron y se llevan del país a cambio de ningún beneficio a los mexicanos.
Si no queremos que ese pasado oscuro, perverso, cínico y corrupto prianista regrese, participemos en consolidar las bases de la nueva cultura política y del nuevo país que merecemos los mexicanos, y vayamos este 10 de abril a ejercer nuestro derecho a la Revocación de Mandato, y exijamos a esa apátrida oposición a AMLO que se mida en las urnas para que deje de ocultarse tras “la guerra sucia” mediática fascista.
Hoy son tiempos de los ciudadanos, y el presidente Obrador está dándonos los instrumentos para que el pueblo tenga en sus manos el poder de la política y no esa clase de bandidos y delincuentes que se enriquecieron a costilla del trabajo de los mexicanos.
No nos olvidemos que la clase política prianista hizo tanto daño a México, y que continúa haciéndolo, por eso vayamos el 10 de abril a las urnas para hacerles saber que el pueblo de México tiene la última potestad.
Abril de 2022