Crónicas Ausentes

Lenin Torres Antonio Opinión

México ni más igual ni más justo
La triste historia de México y su casta privilegiada desalmada

Lenin Torres Antonio

“Mientras que 105 multimillonarios de ALC América Latina y el Caribe tienen un patrimonio neto combinado de446.900 millones de dólares, dos de cada diez personas en América Latina y el Caribe aún tienen carencias Alimentarias (1).”

“Mientras que algunos heredan propiedades y contactos y asisten a prestigiosas universidades, otros deben luchar en los mercados laborales con una educación precaria.”

“Mientras que algunos son propietarios de miles de hectáreas de tierra, millones no tienen tierra ni techo.”

Con estás duras y crudas oraciones comienza el Informe Regional de Desarrollo Humano 2021 (1) para ALC del El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) de la ONU.
Un panorama sombrío que nos permite ver que el modelo político, económico y social neoliberal ha fracasado para hacer justicia social y repartir igualitariamente las riquezas en América Latina y el Caribe, y esto posibilite bienestar para todos y todas.

Hay un juego perverso que tiene este modelo social humano y económico para organizar la vida humana, por un lado, habla de igualdad, democracia, y justicia como conceptos realizables y reales, y por otro lado, somete la vida humana a una economía que sin la fiscalización de la política establece un sistema de explotación y dominio, un sistema de clases económicas, los que tienen, que son una minoría, y los que no tienen, que son la mayoría, y reglas bursátiles y comerciales que hacen que poco países puedan competir contra los imperios comerciales y económicos del mundo, y que hacen que esos conceptos se conviertan en funestas retóricas.

El informe señala que México es uno de los países más desiguales del mundo, pues más del 78% de las riquezas del país están concentradas en las manos del 10% de la población, y que América Latina y el Caribe, después de África es donde se da más la desigualdad, curiosamente, estos dos continentes fueron colonizados por los europeos.

Esta desigualdad obedece a un sistema político, económico, cultural y psicológico que predomina en el mundo y está construido para propiciar esa desigualdad aun colonial, que permite la concentración de las riquezas del mundo en manos de unas cuantas personas, que son una minoría. Del caso México podemos decir que desde que México se constituyó como una “nación independiente y soberana” nunca se deshizo de esta estructura de explotación y castas, heredó y nunca pudo dejar a un lado la cosmovisión de la colonia y la servidumbre, donde la corona era dueña de los hombres y las riquezas de esas tierras conquistadas. El hecho que la conquista en América Latina fuera a través del mestizaje permitió que la casta rica fuera heredando el poder genealógicamente, e incluso aun perdiendo el linaje directo español, conservara el poder y las riquezas. Estamos hablando de una cosmovisión de explotación de una minoría que se construyó más allá de este mundo moderno, estas coordenadas económicas capitalistas son resultados de ese sistema colonial de explotación y dominio y están diseñadas para concentrar en una minoría las riquezas del mundo a través de ese mito inamovible del mundo moderno del libre mercado y la propiedad privada.

Hay raíces históricas para explicar esa desigualdad, y que obedece a un proceso histórico mundial de explotación y dominio, esa desigualdad primero es propiciada por el colonialismo, y después de la segunda guerra mundial se consuma a través de un sistema económico llamado capitalista y un modelo de vida social neoliberal; por lo que debemos de ver a la injusticia social como fenómeno mundial auspiciada y dirigida por un grupo de países triunfadores de la segunda guerra mundial, y la emergencia de China como potencia económica y comercial.
Estamos hablando de un fenómeno que tiene antecedentes ancestrales, y que más allá de dar las explicaciones de sus orígenes hay que pensar en cómo resolver el problema de la desigualdad mundial, y particularmente, la insultante desigualdad en México.

Si toda la vida “independiente” de México fue acumulación de desigualdades, y pese a las rupturas históricas, la reforma y la revolución, las estructuras políticas y económicas nunca pudieron revertir los procesos de degeneración y decadencia social, entonces estamos hablando de cultura, y condiciones creadas a priori de explotación y desigualdad.

La política como el instrumento para organizar la vida en sociedad se valora por la capacidad que tenga para generar bienestar a sus miembros, así que todo atisbo de pobreza, desigualdad y marginación cuestionan la política, y particularmente a la democracia.

La política era en México un instrumento de dominio y explotación, y la corrupción la vía para ejecutarla, el estado mexicano inoperante nunca sirvió para zanjar la brecha de esa desigualdad, los problemas de justicia social contaminados por una falta de desarrollo propiciada por la corrupción sólo dieron riquezas para convertirlas en botines de la clase política y económica. La historia de México se volvió la historia de un país explotado por su misma clase política, y la política y la democracia los instrumentos de legitimación y legalización de ese ominoso atraco.

El 2018, como lo comenté, se da en México una ruptura histórica, como las tres anteriores, Independencia, Reforma y Revolución, resultado exactamente de un sistema político y económico que propiciaron una desigualdad insultante en México, y provocaron una crisis pública no tan sólo de pobreza sino también de otros indicadores como seguridad, marginación, economía, etc. Ese legado funesto, principalmente de los últimos 6 gobierno neoliberales, viene hacer una herencia que implica una tarea titánica para resolverlo en unos cuantos años del gobierno progresista del presidente Obrador, pese a implementar principalmente políticas públicas sociales para combatir la pobreza y la marginación, y equilibrar el desarrollo de México del Sur olvidado con el México del Norte.

Este informe es una ocasión para ser utilizado por la oposición a AMLO para desacreditar su gobierno, y principalmente su política social, pasando desapercibido, como ahora es común en la oposición, primero, que la responsabilidad histórica de esa desigualdad es parte en su mayoría de ellos mismo, segundo, que ante lo grave del problema de la desigualdad en lugar de sumarse a la lucha contra la pobreza y la desigualdad, sirven a los intereses de la oligarquía para volver hacerse con el poder público, situación que en nada contribuye para enfrentar un problema que no bastaran ni unos buenos y honestos sexenio para resolverlo.

El viacrucis que vive México es terrible, pues por mucho esfuerzo y trabajo que éste haciendo el gobierno progresista del presidente Obrador, mientras las fuerzas retrogradas de la oposición conservadora esté echando en sentido contrario, los avances siempre serán mínimos.

La fuerza de un estado está en la consciencia social de su clase política, así que en México la situación política se torna difícil, pues mientras una tira para lograr consolidar la 4ª transformación de forma pacífica de México, la otra, en volver a usar la política como instrumento para saciar sus apetitos egoístas e intereses particulares. Es así que no tan sólo el problema insultante de la desigualdad y otros urgentes problemas como es el de la inseguridad difícilmente podrán resolverse.

No obstante a ese oscuro panorama que vive México tenemos que seguir apostando por la política, y en la fuerza de la consciencia del pueblo de México para hacer que ésta (la política) vuelva a servir para gobernar desde la honestidad y desde la inteligencia.

O una 4ª T. pacifica o una 4ª T. violenta no debe ser una opción-disyuntiva para México, una “4ª T. pacífica” debe ser la única afirmación que consolide la transición hacia una democracia verdadera y gobiernos honestos y eficientes que resuelva los graves problemas que vive México, entre ellos el de la desigualdad.

1.-https://www.latinamerica.undp.org/content/rblac/es/home/library/regional-human-development-report-2021.html
2.-FAO et al. (2020); Forbes (2021).

Diciembre de 2021

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