“Borrón y cuenta nueva”
El comportamiento de la derecha mexicana.
Lenin Torres Antonio
Me sigue sorprendiendo el tenaz intento de la derecha mexicana de comportarse como si nunca hubieran gobernado el país, e incluso de intentar transmitir que, si lo hubieran hecho, lo hubieran hecho bien y mejor que el actual gobierno federal. De actuar como tenaces demócratas, defensores de la ley, la transparencia y la honestidad, y principalmente como si toda la vida hubiesen sido defensores de los desprotegidos, marginados y pobres, y que su transitar por la política tiene que ver con una vocación probada de servir a la sociedad y estar con los intereses de las mayorías y del pueblo de México, y lo más cínico, que les importa México.
Desde que perdieron el poder público han montado una persistente guerra sucia para desprestigiar y construir en el inconsciente colectivo una desmemoria en el mexicano que permita ubicar los problemas de México en el presente, como si la historia fuera hechos aislados que no tienen que ver los unos con los otros. A veces surrealistamente actúan con una retórica y un comportamiento esquizofrénico, difuminando su personalidad y haciéndola nacer en un tiempo puntual, como si no tuvieran antecedentes, y muchos penales, y como una broma frecuente entre su misma clase política, que se hacen unos a otros, cuando se encuentran en grupo y llega uno de ellos y les dice, “ahí suman una buenos miles de años de cárcel”, en otro tiempos sería el patíbulo, y fueron ahora otros seres humanos, así vemos actuar a Dante Delgado Rennauro, Vicente Fox Quesada, Felipe Calderón Hinojoza, Diego Cervantes de Cevallos, Ricardo Anaya, Osorio Chong, Margarita Zavala, etc., entre otros mucho de la clase política de derecha prianista, y entre los comunicadores, a Carlos Loret de Mola, Ferriz de Con, Denise Dresser, José Cárdenas, Joaquín López Dórigan, Adela Micha, Brozo ahora critico e intelectual de política, entre otros muchos más “comunicadores”, y qué decir de los empresarios que hacían sus jugosas ganancias coludidos con el poder en turno, Carlos Slim, Salinas Pliego, Larrea, Azcárraga, etc., así y de los intelectuales y académicos que sirvieron al anterior sistema conservador pese a poseer conocimiento evadieron una cultura critica, todos en complicidad y silencio, y ahora venidos críticos severos del régimen en turno, como si sus pecado fueron eximidos y perdonados (participar de la corrupción y mantener silencio ante el saqueo de las arcas públicas y el deterioro de nuestra sociedad y estado), es una intento de “borrón y cuenta nueva”, para con espontáneo proceder ser renovados demócratas intachables, defensores de la división de poderes, escrupulosos apegados a la ley y al orden, sublimes sensibles de los que menos tienen y desprotegidos, acérrimos feministas, ecologistas de cepa, e incuestionables moralistas y defensores de la verdad y de los buenos modales.
Sin pudor se pasean por los paneles televisivos y espacios de redes sociales, soltando sin ton ni son sus “contraargumentos” contra el nuevo orden establecido, a pie juntilla, so pena de sentirse culpables, no pueden desaprovechar cualquier tema o hecho por más trivial que sea para sacar “raja política”, siempre pensando que pueden ser demoledores sus acusaciones y argumentos, acusando al gobierno del presidente Obrador de ser causa y culpable de todos los males habidos y por haber de México; y siempre topándose con la pared, con el voto de las urnas, con un pueblo mexicano despierto, tan sólo con un solo acto y hecho el presidente Obrador los ha dejado sin palabras ni argumentos, aunque sigan gritando, pues ahora el dinero no va a parar al bolsillos de ellos (políticos, comunicadores y empresarios) sino a programas sociales que benefician a sus víctimas de sus pillerías, los pobres y marginados, que son los más; aunque hay que decirlo, aunque con eso no se resuelva el problema de la pobreza, desarrollo económico y seguridad de México, pero cuando menos se están dejando las bases para ello.
Y que seguro no será suficiente un sexenio ni muchos más, si sigue esa derecha sin asumir su mea culpa, y continúen con su comportamiento fascista goebbeliano y se suma a la reconstrucción de México, o a la 4T pacífica de México, o a rescatar a la gente, y fundamentalmente que entiendan que la nueva cultura política implica no tan sólo una clínica de lo social (un cultura de la decencia en los asuntos de la res pública) sino también un intenso psicoanálisis personal de cada uno de los actores de la vida pública de México, o sea, llevar al diván a la clase política, si quieren seguir haciendo alta política, aunque lo mejor sería un relevo de esa clase política conservadora y enferma.
No importa si puedan ser risibles sus acusaciones, que por cierto la mayoría lo son, ahora no tienen tiempo para la forma, lo que importa son los “contenidos profundos” de sus consideraciones y posiciones políticas, académicas e intelectuales; al final de cuenta, el objetivo es uno, desbarrancar la 4T, aunque no se den cuenta que toda ruptura histórica no es en sí una posición ideológica ni económica, pero eso no les importa, lo que les importa es que “esos advenedizos pitonisos y revolucionarios” hay que quitarles el poder público, siempre con el olfato fino añorando los viejos-buenos tiempos, donde el “erario público del estado” era para unos cuantos, volviendo realidad lo que escribía hace tiempo un articulista, que desafortunadamente no recuerdo su nombre, “el verdadero fondo de la política en México es el presupuesto del estado”, eso levanta muertos y es un poderosísimo motivo para continuar la lucha aunque se vean incoherentes, ambiciosos, y pusilánimes.
Sin vergüenza, como dije, como si fueran otros, ajenos, extraños a ese pasado ominoso de los períodos neoliberales corruptos y decadentes que provocaron la crisis pública que todavía aún vivimos, hablan de imparcialidad, democracia, derechos humanos, justicia social, pluralidad, democracia, transparencia, etc., como si fueran términos que fueran conocidos y profesados toda sus vidas, y lo más enfermo, cuando tachan a este régimen de Andrés Manuel López Obrador de dictadura, de intervención del estado en la política, de uso del presupuesto del estado para fines políticos, de corrupción, de que se carece de libertad de expresión, como si toda sus vidas hubieran actuado en concordancia con esos preceptos y en contra de lo que acusan al gobierno progresista de Obrador.
Hoy vivimos una libertad de expresión que raya en la vulgaridad, a diario bombardeos sistemáticos contra la figura presidencial, ahora si se puede tocar al tlatoani y vulgarizarlo, antes era un tema tabú y totémico, vemos la retahíla de insultos y parodias del presidente Obrador; hay una división de poderes que se sostiene por suspiros de los otros tiempos en que el poder presidencial era único y avasallaba a los demás poderes, y vemos como el poder judicial se resiste a los cambios y suspira por los beneficios que les generaba su sometimiento al poder ejecutivo; ahora con lupa se observa cada acto gubernamental y política pública, antes nadie decía nada, ya sea por miedo, por complicidad, o por dejadez, pues eran uno sólo, la clase política, empresarial y mediática eran los miembros del entramado de complicidades, donde todos ellos se llevaban su “tajada del pastel” y a cambio pregonaban silencio, discreción y lealtad, así que era muy importante que supieran que “la forma era fondo”.
Como ven en este país de Alicia en el país de las Maravillas la realidad es más torcida que ese cuento lúdico y surrealista, pues la realidad torcida que han vivido, y que pretende retorne esa derecha mexicana ha traído funestas consecuencias: pobreza, muerte, desaparecidos, marginación, y lo más lamentable, han provocado la pérdida de certeza de futuro de las nuevas generaciones de mexicanos.
El futuro no luce halagüeño, pues esa derecha mexicana no tiene escrúpulos, y dudo que asuman su mea culpa, seguro continuará su guerra sucia haciendo uso de todos sus medios (económicos) para lograr sus funestos objetivos, aunque estoy confiado que seguirá topándose contra la pared del voto y de la consciencia social. Aunque lamento que así sea, pero no veo la más mínima intención de esa derecha mexicana de hacer política en un debate de las ideas, presentando proyectos alternativos de nación y comportándose éticamente responsables en su ejercicio político.
o se vale hacer política con un a priori “un no es no”, soslayando lo evidente, la alta tribuna, asumiendo la 4T como el lugar común de la nueva política mexicana, pues así es, pues la 4T no es propiedad de nadie, es un ruptura histórica desde donde se debe construir el nuevo México, la nueva cultura política de la decencia, los nuevos gobiernos eficientes y democráticos, la democracia real y participativa, el nuevo sistema de partidos autónomos e independientes del poder económico y mediático, si no se quiere repetir los errores del pasado y lleguen a gobernar los personajes del “canal de las estrellas”, y siga un empresario “x” liderando la oposición política en México, y subordinado a lo que queda de esa derecha estrecha y enferma mexicana.
Noviembre de 2021