Xalapa, Ver.- En el corazón de Xalapa, la historia de Alfonso Torres, un hombre que ha superado el siglo de vida, conmueve a todos aquellos que tienen la oportunidad de conocerla. Desde hace dos décadas, Alfonso, ahora de 101 años, vive en los baños de la unidad deportiva “El Adoquín” en la colonia Rafael Lucio.
Su único compañero es Rocky, un perrito que rescató hace 12 años en las mismas canchas donde hoy se encuentra. A lo largo de los años, Alfonso se dedicó a cuidar de los juegos infantiles y a mantener el área limpia, realizando pequeñas tareas para preservar el espacio público; sin embargo, el tiempo ha pasado factura y, lamentablemente, ahora se encuentra postrado en una cama improvisada, con su salud deteriorada y su capacidad de movimiento severamente limitada.
Don Alfonso padece dificultades para respirar y un dolor intenso en el pecho. Su capacidad auditiva ha disminuido, haciendo aún más difícil su día a día.
Con todo esto, lo que más le preocupa no es su propia condición, sino el bienestar de su fiel amigo Rocky.
“Yo ya no puedo caminar, no tengo familia que cuide de mí, solo a mi hijo Rocky… Rocky Torres”.
La historia de cómo Rocky llegó a su vida es un testimonio de amor y compasión. Alfonso recuerda cómo encontró a Rocky con una patita lastimada en las canchas del Adoquín. “Lo cuidé, lo llevé al doctor, y hoy es mi compañero. Es como un hijo para mí”.
Cuando se le pregunta si estaría dispuesto a mudarse a un lugar con mejores condiciones médicas, Alfonso responde con firmeza: “Con mi perro hasta la muerte, él es mi hijo y yo no voy a ningún lado si no va él”. Su lealtad hacia Rocky es tan profunda que nada puede separarlos.
Mientras Alfonso permanece en su humilde refugio, vecinos, organizaciones y activistas se han unido para brindarle apoyo y atención médica. Sin embargo, su situación es crítica y necesita cuidados constantes para mejorar su calidad de vida y respirar con mayor facilidad.
Javier Landa
