Al Derecho y al Revés

Carlos Javier Verduzco Reina Opinión

“12 DE JULIO: DIA DEL ABOGADO”

Por el Dr. Carlos Javier Verduzco Reina.

En el año de 1959 y a propuesta del director del Diario de México Rolando Rueda de León, se planteó al presidente de la Republica Don Adolfo López Mateos declarara el 12 de julio como el día del abogado y se incorporara la fecha de manera permanente a la agenda cívica nacional. La data histórica no es casual puesto que un 12 de julio, pero de 1539 se impartieron en México las primeras cátedras jurídicas y se dictaron las primeras Ordenanzas de Buen Gobierno, lo que trajo como consecuencia que el Rey Carlos V, dispusiera la creación de la Real y Pontificia Universidad de México inaugurada el 25 de enero de 1553 fecha en la que también, a cargo de Bartolomé de Frías y Albornoz y Francisco Cervantes de Salazar, se leyó la primera catedra jurídica en América conocida como la Prima de Leyes.

Aunque la celebración del día del Abogado es relativamente reciente, en México y desde luego en el mundo, el Derecho, el arma fundamental y más valiosa con la que cuenta un abogado, es tan antiguo como los fueron las primeras organizaciones sociales que seres humanos, hasta entonces nómadas, fundaron en torno al descubrimiento y desarrollo de la agricultura, se cree hace unos 10 mil años y que inició en el mundo la era del sedentarismo obligando a aquellos sencillos grupos de personas a organizarse de una manera que hoy llamaríamos “social”.

Así, poco a poco y a partir de conductas repetidas en los primitivos humanos, se forjó la necesidad de contar con reglas básicas de conducta que permitieran la convivencia pacífica y ordenada entre quienes las integraban. Sin embargo, el nacimiento del Derecho como ciencia social no ocurrirá sino hasta muchos siglos después gracias a la trascendental decisión del emperador Bizantino, Justiniano, que entre el año 527 y 533 de nuestra era ordenó la compilación del derecho hasta entonces conocido y que produjo la obra jurídica magna que la historia conoce como el Corpus Iuris Civiles[1] y que representa sin duda un antes y un después en la creación del derecho moderno.

Al desintegrarse el imperio romano y como resultado de la crisis del siglo tercero, las instituciones imperiales comienzan a perfilar los estados totalitarios que fueron el signo de la Edad Media y definieron de forma particular a las monarquías absolutas que rigieron en Europa prácticamente durante diez siglos. A pesar de que el Derecho parece entonces disminuido en su importancia ante las decisiones absolutistas de los monarcas, la influencia romana persiste en todas las estructuras normativas que formaron los pueblos barbaros luego de la desintegración del imperio siendo cuna de instituciones tan importantes hoy en día como la soberanía popular o el parlamentarismo, por citar apenas dos.

La antigua Hispania conquistada inicialmente por los Visigodos forma sus primeras estructuras jurídicas a partir del reinado de Alarico II quien ordena su propia compilación jurídica y cuyo Breviario tendría gran difusión en Occidente[2]. Esta interpretación del Derecho Romano será fundamental para lo que siglos después será el Derecho Español y con él, su expresión latinoamericana a través de la Nueva España. Sin embargo, el Derecho Español absorberá gran influencia de la cultura árabe[3] que lo dotará de una personalidad propia y distinta a la de sus primos más cercanos, el Derecho Francés y el Derecho Italiano y que irá gestando, ya en la Nueva España, la identidad del Derecho Mexicano, nutrido, además, por la cultura prehispánica.

Pero ¿por qué es tan importante el derecho? ¿Que representa hoy contar con un régimen de instituciones reguladas y sostenidas por una estructura normativa que da sentido a lo que llamamos el Estado de Derecho? Desde luego, no hay una respuesta única que nos permita definir con absoluta precisión la relevancia de transitar a la luz de un régimen de normas y procedimientos que regulen la vida del ser humano en sociedad, pero sí podemos advertir todos los días, incluso en las cuestiones más simples que conforman nuestras actividades cotidianas que el Derecho está presente y como el aire, nos sigue a todas partes.

Por ello, la figura del abogado es relevante y actual, y esperamos lo sea por siempre pues si la sociedad cuenta con abogados es señal que sigue presente en ella la primacía de la ley y se privilegian los derechos de las personas como una línea de acción que define a la buena gobernanza, pero también como un limite a los abusos que eventualmente pueda cometer el Estado.

Así, el diseño del Estado Federal, la División de Poderes, la función pública y la practica profesional en defensa del ciudadano común es apenas una parte de lo que el abogado le aporta a la sociedad. El abogado administra justicia, representa a los mas necesitados, se convierte en la voz de quienes han sufrido violencia o discriminación porque es quien conoce la ley y puede ayudar con un mejor conocimiento profesional a que las victimas sean escuchadas y a que las autoridades actúen de acuerdo con sus obligaciones. El abogado da fe de numerosos actos que cambian la vida de las personas, un contrato, un testamento, la creación de un fideicomiso o la formación de una sociedad, estructuras jurídicas fundamentales para tener seguridad de quienes somos, con quien tratamos y como diseñar un negocio que sea rentable y nos ayude a buscar un mejor nivel de vida. La función social que cumple el abogado se torna entonces decisiva para lograr que la sociedad avance y se desarrolle de forma integral.

Desde luego, el derecho es una creación del hombre y como obra humana es perfectible, no siempre justa y en no pocas ocasiones tampoco oportuna. Sin embargo, las deficiencias propias de la creación del marco legislativo, la discrecionalidad con la que indebidamente algunos jueces se conducen y el desapego a los ideales más nobles en el ejercicio de la profesión por parte de algunos abogados manchan naturalmente a todos, generando una lucha incesante y permanente sobre la vigencia y la actualidad del Derecho.

Rudolf Von Ihering escribió en el siglo XIX uno de los textos más bellos sobre la dificultad y los obstáculos que enfrenta el Derecho. “La Lucha por el Derecho”[4] escrita en 1872 es sin duda un parteaguas que distingue el derecho que se crea en una ley o en un decreto y el derecho que se vive desde una perspectiva personal, que construye y vela por los intereses de todos.

Muchas páginas más se escribirán sin duda acerca del derecho. En lo personal, me siento privilegiado de ejercer esta profesión desde hace más de un cuarto de siglo, privilegio que he podido acompañar con la docencia y que tanto agradezco por el aprendizaje que he recibido. Por ello me enorgullece felicitar a mis amigas y amigos abogados y redoblar con ellos el esfuerzo que todos los días nos anima a seguir perseverando y a alcanzar un anhelo de justicia social, difícil sí, pero nunca imposible.

Cuenta la historia[5] que la Reina María Antonieta esposa de Luis XVI condenada a morir en la guillotina como resultado de la irrupción popular iniciada con la toma de la Bastilla y que a la postre seria conocida en la historia como la Revolución Francesa se dirigió al patíbulo y según se cuenta la ultima persona con quien conversó fue su abogado Claude-Françoise Chauveau-Lagarde a quien en muestra de agradecimiento por su labor como defensor particular le entregó como simbólico pago por los honorarios devengados en su defensa su famoso abanico, reconociendo así el compromiso del jurista que había defendido con vehemencia la causa de la monarca depuesta en un juicio perdido de antemano. La Reina, que había sido despojada de todos sus bienes por el tribunal revolucionario, le había entregado pues la única posesión que le quedaba.

El hecho desde luego nos hace reflexionar en el compromiso del litigante ante cualquier infortunio y ante cualquier juicio que por muy difícil que sea merece la consideración del compromiso de quien lo representa. La historia del abanico se ha transmitido de generación en generación porque éste aún existe y puede admirarse en la oficina del presidente de la Orden de abogados de Paris dentro del Palacio de Justicia de esa ciudad.

Desde luego muchas historias más pueden compartirse acerca de buenos abogados; de comprometidos litigantes. Sin embargo, yo le diría a usted que amablemente me lee que se acerque a su amiga o amigo abogado, a su madre o padre abogado, a su esposa o esposo abogado, a su hermana o hermano o a su hija o hijo abogado. Y que le haga saber que, aunque se trata de una celebración cívica siempre habrá en la sociedad personas que reconozcan, que valoren y respeten al buen abogado.

Felicidades, queridas y queridos colegas.

 

FUENTES BIBLIOGRAFICAS

[1] Para familiarizarnos con la importancia del derecho romano, recomendamos la lectura del libro “La Segunda Vida del Derecho Romano” de la autoría del inolvidable maestro don Guillermo Floris Margadant.

[2] Datos específicos de la evolución del Derecho en Europa, pueden consultarse en la maravillosa obra “Historia del Derecho”, escrita por Paul Ourliac y publicada por la Faculté de Droit de Toulouse, traducida al español por el maestro Arturo Fernánde Aguirre.

[3] En el año 711, grupos provenientes de Oriente y del Norte de África (árabes, sirios y bereberes), de religión musulmana, al mando de Tarik, derrotaron al rey visigodo Don Rodrigo en la batalla de Guadalete. Empezó así la dominación árabe de la Península Ibérica que se prolongaría durante ocho siglos, hasta 1492, momento en que el último rey nazarí rindió Granada a los Reyes Católicos. https://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/la-invasin-rabe-los-rabes-y-el-elemento-rabe-en-espaol

[4] https://e-archivo.uc3m.es/bitstream/handle/10016/27845/lucha_jhering_hd68_2018.pdf

[5] https://polettiadorno.wordpress.com/2019/03/31/un-abanico-ofrecido-por-la-reina-maria-antonieta-a-su-abogado/

 

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