Acertijos

Mañana de lunes, comienza el día con conferencia mañanera. Mi tercer día de calle. La camino poco, nada de como Romero buscando a Dios. Amanece muy chayotera, viento frio de 19 grados y llovizna tipo Chipi-Chipi. Llegamos al hotel Holiday Inn, de la Calle Real, comenzaban a llegar los comensales a un desayuno de trabajo organizado por la Canaco/Orizaba, el organismo que está muy pendiente de las cosas de la ciudad y siempre en defensa de sus agremiados comerciantes, con Ihali Saldaña Romero, la presidente que le ha dado una dinámica de respeto a ese organismo, Lilian Fernández, directora, y Víctor Manuel Luna Cubillas. Con parte del Consejos Directivo. Alegraban la mañana los invitados especiales, los padres del expositor, que veían orgullosos al hijo exponer. Empresarios contertulios de primera, conocedores de las grandes infraestructuras carreteras y de transporte. Poco antes unas enfermeras del prestigiado IMSS invitaron a mujeres a hacerse las pruebas contra el cáncer, todo junio el IMSS las atenderá.

José Luis Palomares comenzó du disertación. Los meseros a las vivas, entre el café y la fruta y un desayuno de omelet con frijolitos muy mexicanos, uno comía y escuchaba. Paso a paso explicó los caminos de su tiempo cuando fue funcionario público orizabeño en el primer tiempo del alcalde JM10,  una gente de primera que, quiso la suerte que fuera director jurídico de la SICT, cuando aquellos tormentosos días en que, o quitábamos la caseta de paga de Fortín o nos arriesgábamos la vida. Inútiles iban y venían, como el gobernador de Veracruz, que fue el primero que saltó cuando José Luis Palomares le dio el empujón ante su jefe, cosa que palomeó el presidente AMLO, y una noche, anuncio al lado de JM10 alcalde Orizaba, que la caseta se iba para nunca más volver. Y entraron las maquinas. Y se marchó y a su barco le llamó la libertad. Muchos quisieron ponerse la camiseta, pero solo uno vivió esa historia, allí estaba ese hombre disertando cuando, al terminar, el empresario Edgar Chahin agradeció a la madre de Palomares, allí presente, por haber hecho que su hijo fuera el causante de aliviar ese quebranto de 35 años en que mentábamos madre, mañana, tarde y noche. Lo felicitamos todos los presentes y le deseamos buen viaje y buen camino.

Aprecié la ciudad en el recorrido de vuelta. Un mes sin salir de casa es mucho tiempo para solo ver una parte de la ciudad. Dejé de ver la alameda, dejé de ver las montañas: (Cruzaré los montes, los ríos y valles por irte a encontrar), cantaría el gran Joan Sebastián. Apenas en mi convalecencia me acordé de una anécdota con este grande. Hace muchísimo años, allá por 1970, Joan Sebastián era un cantante flaquito, delgado, chamaco, pues, vino aquí a Orizaba enviado la compañía Musart a la Radio XEOV, para promocionar su música, como compositor y cantante. Jamás imaginaríamos nadie, ni él ni nosotros, lo grande que llegó a ser. En la noche nos fuimos en el auto a dar una vuelta con un par de pegues, y él con su guitarra en mano nos cantaba algo de lo que un día lo convirtió en grande. Alcanzó el Olimpo de los Dioses de la música. Descansa en paz, gran Joan Sebastián.