Gilberto Haaz Diez, columnista de Veracruz

Acertijos

Gilberto Haaz Opinión
*Del libro de Nieves Herrero: “Libre te quiero… Pero no mía ni de Dios ni de nadie ni tuya siquiera”. Camelot.
Gilberto Haaz Diez
AVA Y DOMINGUIN
Primavera de 1953. Aeropuerto Barajas. El mundo español inquieto. Llegaba una diosa de Hollywood, la llamada ‘El animal más bello del mundo’, arribaba de Londres. El avión TWA aterrizaba. Hombres de traje y mujeres enguantadas la esperaban. Era Ava Gardner, que el destino la pondría  a vivir un romance con  el torero Luis Miguel Dominguín. Cuando fenecía su amor con otra leyenda, Frank Sinatra. Después de haber casado con Mickey Rooney y el músico Artie Shaw y el mismo Frank. Cuento esto porque compré el libro ‘Como si no hubiera un mañana’, de la periodista española, Nieves Herrero, egresada en periodismo de la Complutense de Madrid. Mujer que inició su carrera al lado de Jesús Hermida, corresponsal de Jacobo. El libro, de 499 pesos y con más de 700 páginas, desenvuelve aquel tiempo amoroso cuando el torero Luis Miguel Dominguín cayó a los pies de ese animal llamado Ava Gardner. Cuando Sinatra sufría en los momentos que se desquebrajaban, y ella por los cosos taurinos de España era vista al lado de Dominguín. Sinatra andaba de capa caída, vivían de los ingresos de la Gardner. Pero le llegaba su turno, la película ‘De aquí a la eternidad’, suceso cuyo papel le fue dado por el apoyo de la Mafia, según la película El Padrino en la escena de la cabeza del caballo, lo encumbraría a las grandes pagas y le daría un Oscar como papel secundario. No solo eso, la Capitol Records lo firmaría y relanzaría el segundo aire de su carrera de cantante, La Voz volvía a sonar fuerte. Había ocurrido la tragedia de Linares, cuando Manolete cayó ante el toro Isleño, un miura grande, hermoso, que hizo que el toreo no volviera a ser el mismo. Esa corrida la alternó Dominguín y, a la muerte de Manolete, él era la figura española y del mundo. Mal atendida medicamente, Manolete murió por falta de buena atención médica. Narra el dialogo cuando el doctor Manuel Tamames llegó a la casa de Dominguín, y la madre le dijo.
—Doctor, no hay día que le vea a usted que no me acuerde de Manolete. Si en lugar de encontrarse en Madrid, cuando le llamó mi hijo, usted hubiera estado en Linares durante la corrida, el torero no se muere.
 —Yo le puedo asegurar que cuando llegué a Linares y vi a Manolete, aunque estaba recostado en la cama fumándose un cigarrillo, le dije a José Flores, ‘Camará’, su apoderado: “Este hombre se muere. Tiene un shock irreversible. No puede remontar”. Ya no había nada que hacer. A las cinco de la mañana moría.
 Presentados en una fiesta privada y luego partido a Chicote, el bar de Pedro de la Gran Vía, sin hablar inglés, casi a señas cuando sus miradas se cruzaron, Ava dijo que a ese hombre lo haría suyo. Así fue. En el hotel Wellington consumaron el primer acto sexual que pasó a ser anecdótico. Las historias sobre lo que el torero dijo de la primera noche que pasó con la actriz van desde lo literario a lo dantesco.
 “¿A dónde vas?”, parece que dijo ella al verle salir de la cama al día siguiente.
 “A contarlo”, replicó él.
La anécdota, mitad real, mitad fantasía, la matiza Amorós: “Hay personas que dicen que en realidad se le ocurrió a ella”.
Síguenos y da Me Gusta: