Acertijos

Acuso recibo de informar cómo es la tele española. Hay muchos canales, pero nada como la nuestra mexicana, que tiene de todo un mucho. Aquí el programa más visto es El Hormiguero, donde ayer mismo Miguel Ángel Revilla,  expresidente de la Cantabria, tomó todos los noticieros para defenderse de la demanda del rey Juan Carlos I, rey emérito que, escribe en El País, Luz Sánchez Mellado: “erase un anciano rey, autoexiliado de su reino por sus escándalos fiscales y sexuales, al que se le inflaron los testículos lo suficiente para liarse la perdida corona en su testa y emperrarse en lavar su honra”, para eso decidió demandar por injurias y monto de 50 mil dólares, que donaría a Cáritas, si gana, a Revilla, una gente muy popular, que le dio un cambio histórico a la Cantabria y, entre otras cosas, es amigo personal de AMLO, que lo invitó a su rancho cuando el tabasqueño se puso la corona mexica. Es, además, un viejo amigo y conocido del alcalde de Orizaba, Juan Manuel Diez Francos, quien lo conoció cuando era diputado federal orizabeño y con Revilla vieron algunas cosas para llevar a Orizaba, no sé si el trenecito santanderino que recorre la ciudad, pero sé también que le abrió las puertas de la Comunidad Europea a Juan Manuel y de allí se vieron proyectos para Orizaba.

La tele tiene de todo. Pero sobresalen estos programas de cotilleo, como el chisme grande que traen con las fotos en bikini de la heredera a la Corona española, princesa Leonor, precio que el paparazi que las ofertó a la revista, las vendió en 250 mil euros, tomadas en una playa de Uruguay, donde ahora hace su gira arriba del buque, Juan Sebastián de Elcano,  para irse fogueando a las cosas de estado. En la Zarzuela y en la Casa Real pegaron el grito, pero ya estaban todas circulando. La revista que las expuso, agotó todas, me hice de una al menos y la llevo a mi aldea. Sanborns debe venderlas, pronto.

Pues hicimos turismo al Faro de Santander. Allí hay un monumento donde se ve a un hombre agarrado al acantilado, porque cuenta la historia que este Faro del Cabo Mayor, inaugurado después de la guerra civil española, lo mandó a hacer Francisco Franco, tenía leyendas suyas, que fueron quitadas años después, cuando comenzaron a retirar todo lo que oliera al dictador, se ve la ciudad y el mar cantábrico desde las alturas. Hay un café restaurante con vista al mar y ahí tomamos un vinillo. Lo que ocurre es que allí tiraban a los enemigos en esa guerra, para ahorrarse las balas, el acantilado está inmenso, apanica solo de verlo, Monumento a los Caídos en la Guerra Civil española, en la Cruz rezaba la inscripción: “Caídos por Dios y por la patria”, y un Presente, más abajo. Eso lo quitaron cuando despojaron a Franco de todas sus leyendas, estatuas y lo que fuera, en Santander había una, se fue a volar. Es muy visitado, a esas horas del mediodía había gente a las mesas, con esa impresionante vista al mar, dos chicas camareras nos atendieron, una colombiana y otra peruana, ahora la emigracion española les ha dado aquí cobijo y buen trabajo. Se sube en el auto y se aparca por allí a un pie, hay a un lado un campo de golf municipal, que normalmente estos campos son todos privados, pero aquí así es y junto un sitio para los senderistas que gusten acampar y pasar la noche fría y sus amaneceres radiantes. Sitio obligado para visitar cuando se anda por Santander. El Faro data de 1839, daba luz a los barcos que venían a estas costas. El monumento es después de la Guerra Civil, cuentan algunas leyendas, como muchas que hay en nuestros países, que por las noches aún se escuchan los lamentos de la gente que allí empujaban al despeñadero, en una altura de 90 metros cuando eran lanzados atados de manos y piernas, queda cerca a unos 4 kilómetros del Palacio de la Magdalena, que aquí pronuncian Madalena, era sitio donde los reyes de España venían a veranear. Allí anduvimos, recogiendo esa historia.

Parto de retorno a Madrid, ahí les sido contando, si Dios quiere.