MADRID DIA DOS (LA LLEGADA)
Gilberto Haaz Diez
El avión aterriza en este inmenso aeropuerto llamado Barajas-Adolfo Suárez-Madrid, nombre en memoria de aquel jefe de gobierno, Adolfo Suarez, que mucho sirvió al rey en la Transición y que los españoles, agradecidos le recuerdan, ese hombre que después de haber sufrido la tragedia de ver morir una hija de cáncer, un día, cuando daba un discurso en un mitin en apoyo de su hijo, que andaba en la política española, se le apagó el foco, se quedó sin habla y memoria y no sabía qué decir, desde esa fecha hasta su muerte nunca supo más quién era por ese maldito Alzheimer. Hay una foto que ganó un premio español, la tomó su hijo cuando el rey Juan Carlos lo fue a ver a su casa y caminan en un jardín, como amigos con el brazo del rey en su espalda, él en camisa y el rey trajeado. Cuando llegó a verlo, Suarez le dijo al rey que, si iba a pedir algún préstamo, no tenía dinero. El rey solo se carcajeó. La transición española le debe eso y más.
Al aterrizar baja uno las escaleras de Migración, llegan tres vuelos juntos, hay una cierta cola, cosa de media hora y el agente lo de siempre, a qué vienen y cuántos días van a estar. No hay movimiento, poca gente a esa hora, no es hora-pico de llegadas, este Barajas es el quinto aeropuerto de Europa en número de operaciones y pasajeros. Todos quieren venir a Madrid, como me lo comentó un taxista buena gente que me llevaba al hotel Liabeny, donde me hospedo. Hay que andar a las vivas, porque pululan los carteristas, lo que es aquí y en Puerta del Sol y La Gran Vía, viven los muy canijos robándote lo que puedan y las señoras deben llevar las bolsas al pecho, por aquello de las bolseadas, pero son finos, lo hacen sin violencia. En una de las salas un vagabundo dormía, en su pobreza estaba bien tapado, la calefacción lo arrullaba como canción de Cri Cri y a lo mejor soñaba que era rey y de repente quería un pastel. Tomamos el taxi, hace años la municipalidad les fijo una tarifa a estos taxistas, acaban de subirla 3 euros, ahora el pago es 33 euros, que es una de las tarifas más cómodas del mundo. Abordo uno, encuentro a un señor español, porque ahora hay muchos turcos y paquistaníes manejando, de buen talante, un tipo educado, conocedor de Madrid y mucho de México; Ahora viene mucha gente de México, me dice, le respondo que siempre han venido. México y España son dos ciudades hermanas y sobran muchísimos mexicanos que aquí tienen sus antepasados, o sus abuelos que emigraron a esa tierra de libertad que fue el México de Lázaro Cárdenas, hasta sus padres y familiares de este lado del mundo. Nada daño le hizo a ya saben quién intentar hacer pelear a los dos países, los españoles lo tiraron a loco, que tipo tan nefasto, decían joder.
Habla el taxista del futbol, cuando me muestra el estadio de Atlético que está al paso del aeropuerto, como está el de los Príncipes en París, donde jugaba MB pape, que ves al pasar del aeropuerto. Pone su enrutador y vamos hacia la calle Salud en Puerta del Sol, donde hacen obra de un parque fenomenal frente al hotel Liabeny, la obra demoró porque estos, que no tienen espacios muchos, abajo del parque lo convirtieron en estacionamiento público, que les deja buenos ingresos y ayuda a la movilidad de esta zona, que ya es cerrada peatonalmente y se ha convertido en un sitio de referencia, porque allí está la Presidencia de la Comunidad de Madrid y ahí se fija el Kilómetro Cero, que es el que mide los kilómetros a toda España, como nosotros tenemos el nuestro en el Zócalo de México.
Encuentro en el hotel al gran Pedro, jefe de Consierges, una gente educada, amable, un buen amigo que al paso de los años los mexicanos al grito del shopping lo deben querer bien, en esta zona donde prolifera la gran tienda de El Corte Ingles y las Zara de Amancio Ortega, el más rico de España y uno de los 10 de Europa,