Acertijos

Gilberto Haaz Opinión

De José Vasconcelos: “Un libro, como un viaje, se comienza con inquietud y se termina con melancolía”.

Gilberto Haaz Diez

LOS VIEJOS LIBREROS

Suelo visitar las librerías cuando ando por el mundo. Hay una impresionante en Buenos Aires, El Ateneo, eso parece un salón gigante y bello lleno de libros. Respeto a los viejos libreros, alguna vez platiqué con uno allí mismo y le pedí me recomendara un libro, nada como los viejos libreros para recomendar, me sugirió uno que aquí tengo a la vista. Groucho y Yo, escrito por el gran humorista Groucho Marx. En Madrid hay librerías gigantescas ahora, la del Carmen de El Corte Ingles, ya la pasaron a otro lado, pero en esa misma calle adelante hay uno de cuatro pisos o la de La Gran Vía, La casa del libro, pegadito a la tienda del Real Madrid y al hotel de CR7, que no es otro más que Cristiano Ronaldo, donde apenas me hice de un par de libros, ya no se pueden traer muchos porque las aerolíneas son muy mamilas y cobran fuerte el sobrepeso y los libros pesan, la cultura no debe pagar impuestos, ninguno. Y los escritores deben tener subsidios, porque los que tienen que trabajar y escribir es un martirio, le ocurrió a Juan Rulfo, que escribió esa obra cumbre llamada Pedro Páramo, la misma que un amigo de Gabriel García Márquez le llevó un día ese libro y le dijo: “Lee esta vaina, para que aprendas”. El Nobel dice que sus 100 años de soledad es una influencia rulfoniana. Rulfo chambeaba en la Comisión del Papaloapan y en el Instituto Nacional Indigenista y escribía.

LOS LIBREROS ORIZABEÑOS

Toco el tema porque aquí en Orizaba existió una librería con su dueño, un viejo librero, Miguel Garcilazo, abierta en 1944, que por años nos vendió libros de todos tipos y alguna vez, supe que recibió en su librería a John Womack, el profesor de Harvard de Carlos Salinas de Gortari. Un hombre librero de grandes y buenos recuerdos, su librería apenas cerró no hace mucho, en 2022. Hay otra que también es antigua, Librería Michel, que estuvo muchos años en la Calle Real en ese edificio Michel, y de allí el nombre, ahora está en la peatonal calle Colón y entré a platicar con don Gustavo Valenzuela, hablamos de los libros, hace no mucho le compré un par, está bien surtida, ahora los grandes tiburones se comen a las pequeñas librerías, como Sanborns y Amazon, que venden todo de esos libros. Hoy mismo me llegó uno de Amazon, ‘Ocho días de Mayo’, los últimos días de Hitler hasta el final de la guerra, pero estoy metido con El Indio Victoriano, y en cuanto lo termine lo tengo en lista de espera. Aquí en Colón lleva unos 15 años y en la calle Real anduvo 40. Hombre de 70 años, los viejos libreros son una enciclopedia, quedé de regresar mañana para comprar un par, porque nada hay mejor que regalar un libro, porque bien lo dijo el escritor Carlos Ruiz Zafón: “Cada libro, cada volumen que ves aquí, tiene un alma. El alma de la persona que lo escribió y de aquellos que lo leyeron, vivieron y soñaron con él. Cada vez que un libro cambia de manos, cada vez que alguien baja sus ojos a las páginas, su espíritu crece y se fortalece”.

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