De García Márquez: “La vida es la mejor cosa que se ha inventado”. Camelot.
Gilberto Haaz Diez
EL FUTBOL ES ASI
Uno ve jugar con gusto a la selección mexicana, como lo hizo la semana pasada contra Ghana. Es cierto que Ghana no es un poderoso equipo, pero los directivos mafiosos del futbol mexicano, como Yon de Luisa, que ya se marchó, siempre le apostaron y le atinaron mal, ahora medio lo están componiendo y no es porque sepan, es porque el destino así los ha llevado. Nuestro futbol es limitado y siempre las televisoras nos hacían ver cómo la reencarnación de Brasil, cada que llegaba un Mundial y, moles, la sorpresa era para deprimirlo a uno, no pasábamos de donde siempre hemos andado, y el quinto juego ni soñar. Una vez se propusieron traer maletas entrenadores, como ese argentino Tata Martino, que se la vivía en Buenos Aires y aquí dejaba a la selección en segundas manos. Lo llenaron de millones para llegar a la conclusión que, con este nos fue peor, ni la siguiente ronda pasamos. Cuando ocurrió esa tragedia, porque para México es una tragedia ver a su selección tan Xodida (Xóchitl dice). Luego, metieron bultos argentinos como naturalizados, que lo único que hacían era quitar el puesto a un mexicanito. Ah pero era argentino, eso daba caché. Llegó la crisis y ahora con un entrenador mexicano ahí vamos, Jimmy Lozano ahí los lleva. Sin naturalizados, no se le ocurra meter a uno porque se incendia Chacaltianguis. Cuento esto porque al jugar en Carolina, Estados Unidos, alegraron a 50 mil mexicanos que allá viven, uno de ellos comentó que viajó 5 horas por carretera y llevó a su familia y pagó 300 dólares por cada boleto. Paréntesis (vi la repetición en la tele del homenaje al Salón de la Fama en Pachuca, la intervención de Emilio Azcárraga por su padre, El Tigre, fue muy emotiva, soltó sus lágrimas, al igual la de Cuauhtémoc Blanco que, encumbrado desde la pobreza en Tepito, lloró al rememorar cómo alguien lo ayudó, allí presente, a llegar al América, donde cambió su vida). El futbol ha cautivado a los intelectuales, aunque el argentino Borges lo repudiaba: “El fútbol es popular porque la estupidez es popular”. Jean Paul Sartre: “En un partido de fútbol todo se complica por la presencia del equipo contrario”. Mario Benedetti: “Aquel gol que le hizo Maradona a los ingleses con la ayuda de la mano divina es, por ahora, la única prueba fiable de la existencia de Dios”. Y por último, Albert Camus: “Todo cuanto sé con mayor certeza sobre la moral y las obligaciones de los hombres, se lo debo al fútbol”.
UNA HISTORIA DE PERROS
He platicado la historia de cómo adopté dos perritas callejeras. Eran callejeras por derecho propio, cantaba Alberto Cortés. Una de mis hijas, que ama a los perros, aprovechando un viaje fuera de la ciudad, cuando regresé tenía dos perras callejeras en casa, sucede que tengo dos perreras vacías y me dijo campechanamente: ‘Ahí caben las dos’. Ni hablar. Su vida era un martirio, porque la madre era ciega y en el lugar donde las recogieron, la perrera municipal orizabeña, nadie quería adoptar a las dos, solo a la hija, la madre ya era ciega y difícil de sobrellevar y la querían sacrificar. Pues allí vivieron conmigo unos buenos años, a la madre la guiaba la hija y fue adaptándose a su nuevo hogar, dejarían de mojarse en la calle y tendrían sus alimentos dignas de campeonas. Así fue hasta que un día la madre murió. Ciega y ya maltratada por los años, la enterramos con dolor. La hija no se halló. Al principio se rebeló y ya no quería dormir en su perrera, donde con la madre se cobijaban juntas. Y se quedaba afuera, entre la lluvia y medio se escampaba en una terraza para no mojarse. Llegan los fríos y publiqué en Facebook su historia y los facebookeros me dieron consejos que haré. Sucede que ellas guardan su luto, y así hasta que se les pasa el dolor. Otra me dijo de cambiarle de sitio donde duerme. Hoy le compraré su colchón, porque ya escogió un lugar dónde dormir. Algunas más me sugirieron ponerle una pareja. Los perros son amados. Escritores de la talla de Arturo Pérez Reverte y Manuel Vicent, han escrito de ellos. Pérez Reverte: «Ningún ser humano vale lo que un buen perro. Cuando desaparece un perro noble y valiente, el mundo se torna más oscuro. Más triste y más sucio». Manuel Vicent: “He llorado por la muerte de todos los perros que han pasado por mi vida, que han sido muchos, pero esta será la perrita que va a llorar por mí”.