Churchill: “A los que solo conocen el lenguaje de la violencia hay que hablarles en su mismo idioma”. Camelot.
LA ESPERA QUE DESESPERA
Mientras en las redes sociales arrecian las campañas contra la zacatecana Rocío Nahle, y exhiben su acta de nacimiento, en Morena de Veracruz esperan los resultados de si nombran a dos personajes más que la buscaron, Manuel Huerta Ladrón de Guevara, jerarca de Bienestar y el diputado, Sergio Gutiérrez Luna, el famoso Cheko. Quien le manda a decir a ustedes ya saben quién, que él si es veracruzano de a deveras. Hay tesis de abogados especialistas que, aseguran, Rocío Nahle no puede ser porque está impedida constitucionalmente, pero otros morenistas afirman que esa ley, propio del estilo de Morena, se la van a pasar por el Arco del Triunfo.
LA URBE PELIGROSA
La Ciudad de México siempre ha sido una urbe peligrosa. Gobernada, a veces, por salvajes de la delincuencia organizada. Quién o quiénes no han sabido de un asalto a algún familiar o conocido. Yo conté una historia hace años, cuando fui asaltado en un taxi, en aquel tiempo gobernaba Cuauhtémoc Cárdenas y la ciudad era un coto de caza de taxistas y pandilleros. Lo resumo. Tomé un taxi en Sanborns del Ángel, como a las 9 de la noche, el hotel donde me hospedaba quedaba allí cerca, por la Embajada americana, debí haberme ido a pie, digo en ese ‘hubiera’ que no existe. Pregunté al policía de la tienda si ese taxi que estaba en la fila era de los autorizados, me dijo que si, entonces al tratar de abordarlo me comentó que ya se iba a entregar, y ahí voy de menso a tomar el de atrás y moles. Esos eran asaltantes. El chofer se pasó una cuadra y se lo hice saber, se hacía despistado el muy güey, era socio de esos pandilleros, al descender en el hotel treparon unos maleantes y con pistola en mano y un cuchillo nos secuestraron. Nos llevaron a vaciar tarjetas, en aquel tiempo solo permitían creo que mil pesos, despojaron de nuestras chamarras y luego, como dos horas que nos pasearon, mediante un par de madrazos como los que pega El Canelo, nos fueron a botar por la colonia Granjas México, aquello estaba peor que si siguiera con ellos. Una señora que allí trabajaba en un depósito de Pemex, le pedí nos llamara un taxi bueno, nos dijo con temor: ‘para allá no vayan, allá está peor’. Total, con el miedo en la piel y la adrenalina encima tomamos otro taxi y lo primero que le dije era: ‘Nos acaban de asaltar’, iba con mi hijo y así llegamos al hotel. Bajé y pedí dinero para pagar el taxi, porque nos habían dejado como Pancho Villa a quienes secuestraba, sin un clavo. Eso creo que ya se terminó. Ahora están un poco peor, asaltan, pero en otras formas, y matan. En los microbuses o caminando por sus calles a plena luz del día o de la noche, esa ciudad es ingobernable. Una jungla de cemento y asaltantes.
ESA CANDIDATURA DE OMAR
Cuento la historia porque la ciudad estaba gobernada en Seguridad Publica por un policía de primera, que combatía con todo a los delincuentes y sus bandas, Omar García Harfuch, hijo de Javier García Paniagua y la actriz María Sorté, y nieto del general Marcelino García Barragán, el que impidió el golpe de estado en tiempos de Gustavo Díaz Ordaz. Al pobre papucho, tormento de las mujeres, que lo adoran, le están haciendo la vida imposible, con fuego amigo lo han minado y el presidente AMLO tiene que salir en las mañaneras a defenderlo. Lo ligan con Ayotzinapa, donde poco tuvo que ver y nada en las desapariciones. Le achacan que trabajó con gobiernos panistas y priístas, como hay muchísimos en este gobierno y algunos hasta gobernadores han llegado (Alfonso Durazo, a quien Vicente Fox acusa que es un traidor de primera, en Sonora), eso no tendría la menor importancia, diría Arturo de Córdova. El asunto es que Omar sigue en campaña y el fuego amigo en toda su intensidad.