Acertijos

Gilberto Haaz Opinión

La amistad es como la mayonesa, cuesta un huevo y hay que tratar que no se rompa. Camelot.

Gilberto Haaz Diez

EL GRAN LUIS MIGUEL

Uno puede perder las horas en el Tik Tok, así lo hice ayer un buen rato cuando, entre que eliminaban al América y al Toluca y ya quedan solo dos equipos mexicanos a rifársela con los gringos, Querétaro, el patito feo, y Monterrey, poderoso equipo de nómina alta, husmeé a Luis Miguel y su gran concierto en el Movistar de Argentina, donde creo va a tener 10 presentaciones a casa llena, de unos 200 que hará por el mundo. Extraordinarios. Carlos Bremer, que es su amigo y poderoso empresario que quiere llevar el futbol de nuevo a Veracruz, al igual que Fidel Kuri, que no pierde las esperanzas de regresar a los legendarios Tiburones Rojos, Bremer es amigo personal de Luis Miguel, como lo es Miguel Alemán Magnani, el hijo del exgobernador de Veracruz, ahora en problemas fiscales y con residencia en París, porque el gobierno de la 4T lo quería detener para un pago con el SAT por los impuestos, cuando debieron haberle dado condiciones y abonos chiquitos como los de Elektra, porque su padre, el exgobernador de las estrellas, Miguel Alemán Velasco, fue uno de los primeros empresarios que se fue a poner a las órdenes de AMLO, cuando los empresarios fueron a jalar parejo con el tabasqueño, pero no se pudo, así suele ser la vida, Cést la vie, diría un francés como Lartigue. Hay una foto donde el padre y el hijo salen de Palacio Nacional, Alemán padre con el hijo, cuando fueron a alinearse con AMLO. Un día Alemán Magnani salvó a Luis Miguel cuando también andaba sin cash, como Zedillo, y fue a su rescate. Esperemos ahora que Luis Miguel, con todos los millones que se embuchacará, lo ayude. Los conciertos han dado una imagen de la gran voz que tiene, es nuestro Elvis Presley o Frank Sinatra, aunque algunos me tilden de exagerado, demora dos horas cantando sin parar y una polémica surgió, que son dos Luis Miguel, porque uno se ve diferente al otro, pero son las leyendas que se tejen cuando la gente es triunfadora. Larga vida a Luis Miguel, que tomó su segundo aire y se convierte, ahora, en el cantante número uno de México, muy por encima de cualquiera que ose acercársele.

 EL ARRASTRE (MANUEL VICENT)

Las plazas de toros van quedando en el olvido. Aquí en Orizaba hay una estupenda, techada, creada por el empresario Luis Gutiérrez Príncipe (qepd), donde brillaron los grandes toreros y rejoneadores. Pero hay una tendencia a que desaparezcan en el mundo, por la crueldad animal. Recupero una columna del gran Manuel Vicent.

“Felizmente las plazas de toros pronto serán mostradas por los guías a los turistas como espacios donde antiguamente se celebraba una carnicería Puesto que Hemingway fue el más famoso publicista ante el mundo de todos nuestros veranos sangrientos, empezando por el fraticida de 1936 y terminando por los encierros de Pamplona, he aquí un acto realizado por este personaje, que revela su verdadera actitud ante la fiesta taurina, más allá de la faramalla literaria con que la exaltaba. Sucedió en 1959 durante la última visita que realizó Hemingway a los sanfermines. A las cuatro de la tarde, camino de la plaza de toros, la reata de las mulas del arrastre con colleras de campanillos pasaba por delante de Casa Marceliano, situada en la trasera del Ayuntamiento, donde el escritor estaba de sobremesa rodeado de algunos aduladores igualmente borrachos. Al parecer Hemingway tuvo un rapto de inspiración. De repente se plantó en mitad de la calzada con una Coca-Cola familiar en la mano, mandó parar a la comitiva y vació a la fuerza el refresco en la boca de una de las mulas en medio del fragor de las peñas que le reían la gracia. El hecho de que un Hemingway ebrio de vino obligara a beber Coca-Cola a una mula, que poco después debería arrastrar al desolladero a un toro martirizado, es suficiente motivo para pensar que tanto esta fiesta sangrienta como aquel escritor fanfarrón, degustador de toda clase de violencias, estaban ambos dos ya fuera de tiempo. La decadencia de este rito bárbaro de acuchillar reses bravas en público en medio del jolgorio es ya imparable. Felizmente las plazas de toros pronto serán mostradas por los guías a los turistas como espacios donde antiguamente se celebraba una carnicería, que algunos llamaban cultura, cuando no era más que una mezcla sustancial de mugre, sangre, muerte, señoritismo y caspa. Ya queda poco para que desaparezca del mapa esta fiesta y las mulillas de arrastre se la lleven al desolladero de la historia con Hemingway a la cabeza”.

 

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