Las finales no se juegan. Se ganan. Camelot.
Gilberto Haaz Diez
UNA DE LA COPA ORO
Al ver la final de la Copa Oro, después de haber visto conquistar Wimbledon a un español, chamaco de 20 años que refrendará los títulos de Rafael Nadal, sin duda, y de los demás grandes. Vencer a un monstruo como Djokovic era una escena mañanera que no debimos perdernos. Los cinco sets jugados de un lado al otro, donde cualquiera podía ganar. 15 años eran la diferencia entre uno y otro, señal de que las nuevas generaciones ahí vienen. Y el otro fue el juego de la noche de Copa Oro, terminaba de comentar con un amigo por teléfono que ese Henry Martin no me gusta, que debían meter a Santi Giménez y ocurre que el entrenador lo metió y moles, que hace el gol del triunfo. Voz de pitoniso. El comentario es que a Jimmy Lozano lo deben ratificar. México no tiene más futbol que el que mostró la noche del domingo, no nos hagamos ilusiones, que no haya ilusos para que no haya desilusionados, dijo Gómez Morín, eso es lo que tenemos, y así y traigan el mejor entrenador del mundo, eso es lo que jugaremos. No traigan maletas millonarias como ese Tata Martino, que vino a burlarse de la afición mexicana, de la directiva ya ni se diga, de esa todos se burlan, aunque ellos ganen carretadas de dinero, son el hazmerreír. Dejen al Jimmy, ya no vamos a calificar, estamos calificados al ser sede. Con el Jimmy nos conformamos. Así traigan a Zidane jugaremos igual.
EL ANIMAL MÁS BELLO
Solía presumir el escritor y Premio Nobel, Ernest Hemingway (Oak Park, Illinois, 21 de julio de 1899 – Ketchum, Idaho, 2 de julio de 1961), en su Finca Vigía, de la Habana, en Cuba, la casa que le sirvió de refugio por más de dos décadas, donde escribió su afamado libro El Viejo y el Mar, entre una exuberante vegetación de la flora y la fauna tropical, con casi cuatro hectáreas de extensión y alrededor de 517 plantas de pinos, mangos o palmeras que imprimen al lugar un ambiente agradable y acogedor en el poblado de San Francisco de Paula, a unos quince kilómetros del centro de la Ciudad de la Habana y devenido museo el 21 de julio de 1962. Allí, decía el escritor a todo aquel que le quería escuchar, cuando recorría la finca y se llegaba a la alberca: “Toca el agua, para que sientas la piel desnuda de Ava Gardner”. Sucede que Ava nadaba desnuda en esa alberca, y su amante en turno, el torero Luis Miguel Dominguín, al pie admiraba esa belleza en la relación tormentosa que vivían, de odio y amor, como la que llevó también con Frank Sinatra. “Era la más guapa y la más fiera. Tenía yo una loba muy feroz en una jaula”, dijo el torero. Amante del torero, en sus tiempos de amoríos y de camas y alcobas, se escuchó una anécdota. Se cuenta que, en su primera noche de amor, él se levantó de la cama y ella le preguntó: “¿A dónde vas?”. “¡A contarlo!”, respondió el torero. Años más tarde, él admitió a un amigo que se inventó aquella anécdota. Sinatra lo fue todo para ella, y ella para él. Amados y odiados. Revela el diario El País que nace una biografía de Ava Gardner. El desfile de sus amoríos fue enorme: Mickey Rooney. Se casaron en 1942. Ella se burlaba de su estatura y él detallaba sus gustos sexuales. Howard Hughes reaccionó a sus golpes. Le estrelló un cenicero en la cabeza y le dejó KO. George C. Scott, se conocieron rodando en Roma. Él la persiguió durante años. Artie Shaw. Segundo matrimonio de un año con el clarinetista, de 1945 a 1946. Frank Sinatra. Se casaron en 1951 y, pese a sus peleas, dependió de él hasta su muerte en 1990. Mario Cabré. “Fue un polvo de una noche”. Robert Mitchum. “Fumé marihuana con él”. De las pocas cosas que Ava se arrepiente es de su “amorío de una sola noche” con Cabré: “Era guapo y yo estaba borracha. Un error terrible. Y lo de contárselo a Sinatra tampoco fue muy brillante. Vino a toda prisa hacia España, quería matar al pobre cabrón. Pero antes tenía que confirmarlo. Caí en el truco más antiguo del mundo: “Si me cuentas la verdad, todo estará perdonado”. La sinceridad es lo más importante y todo eso. Así que le dije la verdad y, desde luego, no me lo perdonó jamás”. Cuando rugían los celos, nada servía con Sinatra. Se empeñó en que ella había tenido un lío con Sammy Davis Jr., y aunque Ava lo negó, Frank expulsó a su amigo del famoso Rat Pack. La pasión de Ava por los toreros se entendió mal entre sus amigos de California, que confundían el traje de luces con exhibicionismo gay. Íntimo de Sinatra, Bogie [Humphrey Bogart] se creía obligado a burlarse del look de la tauromaquia: “De todos los hombres del mundo, te tienes que enamorar de uno que lleva capa y zapatos de bailarina”. Ava entraba al trapo: “Luis Miguel era uno de los hombres más valientes que he conocido y, decididamente, no tenía nada de mariquita. ¡Era el torero más famoso del mundo!”. Y se convertiría más tarde en amiga de su esposa, Lucía Bosé. Deborah Kerr: “Peter no se atreve a decirlo, era una devoradora de hombres”. Pues a esperar el libro maldito del escritor Peter Evans. Pronto a la venta.