Acertijos

Gilberto Haaz Opinión

*Donde la música llegó para quedarse. Camelot. 

Gilberto Haaz Diez

LAS ICONICAS DISCOTECAS (BABY O) 

Ayer que tomé carretera rumbo a Córdoba y, para variar, la mugre autopista de Capufe ahora sufrió una cola de autos de 9 kilómetros, que hizo que los cobradores lo hicieran a mano, porque un rayo les hizo quedarse sin luz (estos de la 4T están bien salados, todo les pasa), pues allí me tenéis por la carretera federal, el antiguo camino de mulas rumbo a Cuautlapan, para llegar al destino. Las mentadas de madre se oían hasta en las mañaneras. Esa caseta de paga de Fortín es terrible, todo un dilema y preocupación, cuando no es Chana es Juana, pero siempre algo les ocurre. Mas salados que Saladino. Paréntesis (Saladino es una expresión cuenqueña, de mi pueblo, que se les atribuía a aquellos que estaban bien salados, porque Saladino, según la historia fue un sultán del mundo islámico. Cierro breviario cultural). Allí por la radio me fui enterando que la mítica discoteca Baby O, de Acapulco -donde Luis Miguel aprendió a chupar y muy seguro allí perdió su virginidad con una de sus rorras que lo asediaban-, fue quemada por la maluria. El dueño, Eduardo Cesarman, estaba en todos los noticieros, yo lo oí en radio con Pepe Cárdenas, que tiene millones de oyentes. Cesarman es un viejo conocido, empresario que alguna vez llegó a Veracruz en tiempos del gobernador Fidel Herrera Beltrán, y algo se asoció con Los Tiburones Rojos de futbol. Daba sus pormenores y todo indica que la delincuencia comenzó a aterrorizar, como tiene aterrorizado a Guerrero en esa política de vengan los abrazos y fúchila a los balazos. Y me fui a la historia de esa discoteca. Inaugurada en 1976, un año antes que la otra mítica discoteca, Studio 54 en Nueva York, donde las dos vivieron sus leyendas, una con otra. Por Baby O desfilaron todo el jet set, todos los grandes cantantes, desde Sinatra hasta el que se antoje, deportistas como Michael Jordan, vagos caza fortunas y socialites en ascendencia y decadencia, para todos había un espacio, solo era que te llevaras o te conociera un poco el cadenero y ya chingaste, vas pa adentro. Pero contó Pepe Cárdenas una anécdota, que un día después Luis Miguel llamó a Cesarman y le reclamó y le dijo que no habían dejado entrar a una personalidad. Sucede que la chica llegó toda hippie, la época era de Woodstock y su vestuario, desaliñada, mal arreglada, el cadenero le dijo ve y date un baño y cámbiate de ropa y te dejo entrar. Pues resultó que era nada más y nada menos que la futura Princesa de Mónaco, Estefanía, que así solía vestir. Al otro día una limusina del Baby O fue por ella al hotel y todo gratis, entrada y champaña, aunque no se hubiera bañado. Ojalá y la vuelvan a construir, porque Baby O era un referente de todo México, no solo de Acapulco. Pobre país. Adónde vamos a parar. 

ESTUDIO 54 (NUEVA YORK) 

La neoyorkina Studio 54 era otro rollo. Fue en su tiempo la mejor discoteca del mundo. Allí si llegaba puro picudo y uno que otro golfo que se colaba. Ha habido películas de esa historia, Salma Hayek interpreta una y ahora Halston, en Netflix, recorre esos caminos, donde Bianca y Mick Jagger eran los amos de ese universo de sexo y drogas. Allí, cuentan las historias, se hacia el amor a la vista de todos, sin importarles la facha. Dice un biógrafo de: “En la Gran Manzana estaban sucediendo muchas cosas que no podías creer. Fue realmente diferente. La caída de Roma, déjame decirte. Studio 54 fue un reflejo de todo eso”. Allí todo fue diversión hasta que un día el FBI, vía los impuestos, les cayeron como los sheriffes, al estilo americano. Aquellas orgias eran de ensueño. Voy a las hemerotecas: “Bianca Jagger entrando en el club montada a caballo, Truman Capote bailando en zapatillas de estar por casa, Michael Jackson con afro monumental y acné juvenil paseándose por la pista, Elizabeth Taylor bajándose de una limusina en la puerta, Elton John manoseándole los pechos a Divine y Andy Warhol haciéndose fotos a diestro y siniestro y una con John Lennon. Las legendarias noches del neoyorquino Studio 54 fueron el símbolo de una era y han pasado al imaginario colectivo como sinónimo de libertad, diversión, celebritis, droga y, por supuesto, música disco”. Había un antes y un después. Por allí desfilaban Liza Minnelli, Mick Jagger, Cher, David Geffen, Jack Nicholson y Michael Jackson, David Bowie, Yves Saint-Laurent, Debbie Harry, Warren Beatty, Carrie Fisher, Barbra Streissand, Joan Collins, Sidney Poitier, Salvador Dalí, Ringo Starr, Peter Frampton, Calvin Klein, Jackie Kennedy Onassis y así hasta el infinito. Todo era oropel, lujo y, por qué no decirlo, turbiedad, que también era parte fundamental del atractivo del Studio 54. Un mito que duró 33 meses y terminó con sus fundadores en la cárcel, porque el Tío Sam así es, no deja ir una. 

www.gilbertohaazdiez.com 

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