Acertijos

Gilberto Haaz Opinión

*De Jaime Sabines: “Aquí no pasa nada; mejor dicho, pasan tantas cosas juntas al mismo tiempo que es mejor decir que no pasa nada”. Camelot.

Gilberto Haaz Diez

LA MALDICION DEL METLAC

Una de mis hijas suele decirme que es mi Karma, el que me ocurre cuando salgo a la autopista mugre de Capufe. Porque Yo Mero, como en el béisbol, de 10 veces que voy al bat, las 10 veces me ponchan. No hay día que salga de viaje, y lo hago por lo regular cada 15 días, en que no me ocurra un incidente con las mugres y retardadas casetas, que el gobernador Cuitláhuac, en lugar de haber atendido este problema cuando llegó y medio mundo se lo planteó, se dedicó a chapear montes y a bailar cumbia que te vas de ronda, o salsa, que es lo mejor que sabe hacer. Pues apenas dijo que, como las Cerezas de los Hermanos Carreón, para abril o para mayo la directora de Capufe se comprometió con el santo de la 4T que iba a ampliar la caseta de Fortín. Yo no les creo, pero, en fin, veremos. El Karma, según las religiones es una energía o ley cósmica trascendente que se genera a partir de los actos de las personas. También conocido como un espíritu de justicia y/o equilibrio. Por ejemplo, cuando murió el gobernador de Puebla, sus adversarios se alegraron y le dijeron que era un Karma, porque él mismo se burló de la muerte de la gobernadora y su marido en accidente de helicóptero, y le reviraron eso del Karma, toma para que aprendas. Aunque estés difunto. El presidente AMLO se molesta de que se alegren cuando la gente esté muerta o enferma en fase terminal, como el caso del otro odiado, el fiscal Alejandro Gertz Manero, pero es porque el país está lleno de odios, los hunos contra los hotros, por parafrasear a Unamuno. Cada que salgo mi Karma de la autopista me persigue, ayer, para no hacerla muy cansada y larga, en la caseta de Paso del Toro venia en sentido contrario un gran contenedor que no cabía por ninguna caseta, decían que era para el Tren Maya de AMLO. Allí nos tuvieron parados de idiotas una hora. Luego, al regreso de Xalapa, un accidente en el Puente del Metlác donde una pipa y un tráiler chocaron, detuvo el regreso y a las 8 de la noche llegaba la cola al antiguo Tec de Monterrey, hoy Universidad Anáhuac, nos desviamos y nos fuimos por la federal. Es increíble que un viaje de Orizaba a Xalapa, ida y vuelta, lo hagas en 8 horas. Para Ripley, todo por estos inútiles que nomás saben cobrar.

SOY UN KENNEDIANO

Muy temprano en la mañana, en mi café mañanero del Orbe, me sorprendió la llegada de una persona que andaba haciendo ejercicio y en la mano llevaba un libro. Se acercó a mi cotidiana mesa y se presentó como un lector mío. Juan Javier González Delgado me llevaba un libro de ficción de la muerte de JFK, de Stephen King, algo sabia de este libro. Soy un Kennediano, he leído tantos libros de Kennedy, de los malos y de los jalados, pero también de los buenos y serios, como la biografía de Ted Sorensen, el no irlandés, el único judío que trabajó con Kennedy y que él mismo, sin recomendación de nadie, se presentó una vez y pidió cita con el senador y le dijo que quería trabajar para su proyecto. No solo lo reclutó, fue la gente más eficiente y el hombre que hacía junto al presidente los discursos. Era un jefe de prensa sin serlo. Alguna vez de hace años, en otra Administración un jefe de prensa le dijo a Sorensen: ‘Todos los que aquí llegan quieren ser como tú’. También leí La muerte de un presidente de William Manchester, el libro que le encargó la familia y narra minuto a minuto la muerte desde Dallas hasta el toque de queda en el Cementerio Nacional de Arlington y la encendida de la flama eterna. Jackie Kennedy se molestó con él, pero Manchester no quiso quitar ni una coma de ese libro bien escrito, testimonio de lo que ocurrió en aquel noviembre de 1963, y esos días. Le agradecí a don Juan Javier, quien me dijo de remate que su esposa es paisana terrablanquense, doña Lidia del Carmen, y aproveché para enviarle saludos. Leeré el libro. Se agradece.

LA MUERTE DE SUSY PAULER AVELLA

Me llegó la triste noticia de que Susy Pauler Avellá había fallecido. A sus 88 años, ya estaba malita tenía unos días. Fue una mujer de su tiempo, gran amiga de los amigos, supo en este camino difícil de la vida, cultivar buenas amistades. La conocí desde que era reportera, periodista y directora de un medio impreso de comunicación. Siempre pendiente de las cosas de la ciudad. Vivió bien su tiempo y se le extrañará. A su familia, a todos sus amigos nuestro sentido pésame. Te vamos a extrañar, querida Susy. A su memoria, rememoro el poema de Elizabeth Fraye: “No te pares en mi tumba a llorar. No estoy ahí. Yo no duermo. Soy los mil vientos que soplan. Soy los destellos de diamante en la nieve. Soy la luz del sol sobre el maduro grano. Soy la suave lluvia de otoño cuando despiertes en la mañana silenciosa. Soy la rápida y estimulante carrera de tranquilos pájaros que vuelan en círculos. Soy las estrellas suaves que brillan por la noche. No te pares en mi tumba a llorar. No estoy ahí. Yo no morí”.

Descansa en paz.

www.gilbertohaazdiez.com

Síguenos y da Me Gusta:
Twitter
Visit Us
Follow Me
YouTube
YouTube
Instagram