*Cuando se cuida a los hijos. Camelot.
Gilberto Haaz Diez
¿A QUÉ EDAD DEBE TENER UN HIJO UN CELULAR?
Son preguntas que padres y madres se hacen a diario. ¿A qué edad dárselo? ¿A qué edad permitírselo? Cuentan los que saben de estas cosas, y según estudios hechos por especialistas, y leído en una página llamada Bekiapadres, a qué edad debería un niño tener su primer teléfono celular. Es difícil determinar la edad exacta a la que los padres deben comprar (o regalar, ya que es frecuente que sea uno de los presentes en cumpleaños y otras fechas señaladas) un teléfono celular. Es habitual que sea en el paso del colegio al instituto cuando el pequeño demande su primer dispositivo móvil con el que se comunicará con sus nuevos compañeros. Este cambio tiene lugar alrededor de los doce años, coincidiendo este momento con el inicio de la adolescencia. A esta edad, según el Instituto Nacional de estadística un 69% de los jóvenes se inicia en la telefonía celular, porcentaje que aumenta casi en un 20% cuando alcanzan los catorce años. Sin embargo, también niños más pequeños (incluso menores de diez años) tienen ya su propio teléfono, algo que desaconsejan los expertos. Valorar la madurez del niño nos ayudará a encontrar el momento indicado para comprarle un teléfono. El mejor momento para comprarlo es cuando el niño tenga la suficiente madurez para usarlo correcta y responsablemente, pero desde luego, nunca a edades tan tempranas como los ocho o nueve años (muchos expertos indican que la edad es ideal son los quince años). También es importante adquirir el teléfono cuando el niño realmente lo necesite (por ejemplo, cuando empiece a salir sin compañía de adultos), pero nunca ceder ante los chantajes emocionales o la presión que pueda provocar el entorno. Educar al pequeño en el uso del teléfono.
LA ACTITUD DE LOS PADRES
Los padres deben dejar muy claro desde el primer momento para qué cosas debe usarse el teléfono. Por ejemplo, deben explicar a sus hijos el peligro que entrañan las fotografías comprometidas o el contacto con extraños en redes sociales, chats o servicios de mensajería. Establecer una serie de normas. Por ejemplo, se puede instaurar un horario en el que se les permita usar el celular, evitando que por la noche sigan ‘enganchados’ a los juegos o aplicaciones ya que tres de cada cuatro menores de 18 años nunca lo apagan, según el estudio «Redes y Menores». También es una buena idea comenzar ‘dejándoselo’ sólo cuando salgan (los fines de semana, por ejemplo) e ir ampliando estos periodos a medida que el niño vaya creciendo y los padres estén satisfechos con el uso que hace de su teléfono. Valorar qué tipo de fon necesitan. Si el pequeño requiere uno para llamar a los padres, quizá le sirva con un modelo sin excesivas prestaciones. Los niños realmente no precisan la cámara de más megapíxeles del mercado ni un terminal más grande que ellos. Supervisar el uso. No sólo es importante controlar el saldo que gastan los niños (sobre todo si son los padres quienes lo pagan) sino que además conviene estar al tanto de qué uso dan los jóvenes a su dispositivo. No se trata de espiarles o cotillear a quién escriben y qué se dicen, sino de comentar con ellos qué tipo de juegos descargan o si tienen perfiles en las redes sociales, por ejemplo.
LA HUEVA DEL HORARIO DE VERANO
En México no estábamos acostumbrados a esos cambios de husos horarios. Hasta que un día, nos vendieron la idea de que era para ahorrar luz y uno, cuando llegaba el día del cambio de horario, terminaba como araña fumigada, como cuando Colombia le ganó a México y Tata Martino no sabía qué decir. Daba hueva (palabra francesa, no se espanten) eso de atrasar o adelantar el reloj. Pues eso se ha acabado, diría doña Minga. Los congresistas esperarán a atrasar el horario cuando llegue el momento y a vivir como antes, en la Disneylandia mexica, el 30 de octubre a vivir la vida loca, como decía Ricky Martín.