*La felicidad se respira al pie del mar. Camelot.
Gilberto Haaz Diez
VARADERO (BOCA DEL RIO)
Suelo cada 15 días darme un rol por Veracruz y Boca del Río, dos ciudades que son como hermanas, gobernadas por panistas. A la reunión de cuenqueños y comida típica. Ahora nos fuimos al viejo Boca del Río, lo que antes era un pueblo de pescadores que arrulla el mar. El día era medio raro, entre nublado que presagiaba lluvia, pero con un calor duro, que cuando llovió por un instante, con mucho aire que pegaba en la entrada al mar, el agua se veía embravecida y las lanchas y los yates pequeños tenían que regresar y meterse a puerto o aguas seguras y más calmadas. Huele el mar y se siente el cielo, diría el poeta. Y viendo el mar me acordé de otro poeta, Rafael Alberti: “El mar. La mar. El mar. ¡Sólo la mar! ¿Por qué me trajiste, padre, a la ciudad? ¿Por qué me desenterraste del mar?”. Con Pavón, Rico y mi hermano Enrique, allí nos tenéis en un lugar llamado Varadero -en homenaje a la Cuba que apenas visitó México su tirano dictador-, uno de mariscos donde la sopa de mariscos y los filetes empanizados y los pulpos encebollados, son una delicia, pues comer en Veracruz es una ricura. Luego le caminamos y le dimos la vuelta a un barco de la Marina abandonado, que un tiempo lució como museo y hoy está como el rey Tojo: Tojodido, oxidado y viviendo del pasado, y eso que la Marina, ahora en tiempos de AMLO, tienen más dinero que Fort Knox y que les cuesta ir a darle una manita de gato de pintura, señores almirantes. Allí también florece la restauranteria, buenos restaurantes y de salida encontramos un camino a la par de los puentes que, me dicen, se hizo en tiempos de Chikiyunes de alcalde. Llovió, se alborotó el calor y se nos fue una parte del día en ese puerto que fue de pescadores, y que ahora vive con gran progreso por los grandes hoteles que tienen en su Municipio.
MANJAR DE DIOSES (CHILES EN NOGADA)
Poco antes, gracias a la benevolencia y cortesía de don Alberto Duarte, a quien en Veracruz seguido encontramos comiendo en el Akelarre, al lado de su señora esposa, un día de hace poco tiempo nos dijo que invitaría unos chiles en nogada, y esta fue la semana que nos tocó la dicha de ir por ellos. Se ven como de campeonato, grandes y están riquísimos. Alcanzó para todos, esa semana nos fuimos de gorrones y se agradece el regalo y el gesto, a ese matrimonio veracruzano, fieles lectores notiverianos.
LA CELAC Y EL FIASCO
La Celac se llevaba como se había pronosticado, viento en popa, Marcelo Ebrard sonreía y AMLO cabeceaba. Llegaban los dictadores, Maduro exhibió un video trepado en un avión privado presidencial, suyo o alquilado, que para el caso es lo mesmo, dirían en mi pueblo, pues tiene a su gente muriendo de hambre, al igual que el de Cuba, el dictador de Nicaragua no vino, pero envió tremenda representante. Estábamos llenos de gorilas. El faraónico Palacio Imperial del presidente de México los deslumbraba. Se sentían Maximiliano en sus buenos tiempos. Con la mira de que tienen a sus pueblos con la bota encima, no les corría el viento. Pero de repente, dos mandatarios, Luis Lacalle de Uruguay, y Mario Abdo Benítez, de Paraguay, les echaron a perder la fiesta, tronaron de su ronco pecho que no estaban de acuerdo con las dictaduras y sus dictadores violadores de derechos humanos, y se los dijeron en la cara a Nicolás Maduro y a Díaz-Canel, el venezolano y el cubano, y la cara compungida de Marcelo Ebrard solo hacia pucheros. Le debieron haber dado ganas de ir al baño, pero se la aguantó. El paraguayo lo remató, de frente: “Mi presencia en esta cumbre en ningún sentido ni circunstancia representa un reconocimiento al gobierno del señor Nicolás Maduro. No hay ningún cambio de mi gobierno y creo es de caballeros decirlo de frente”. No llegaron todos, faltó Brasil, Colombia y Chile. Cito al escritor Héctor Aguilar Camín: “México no se elevó por encima de las diferencias de los países invitados. Tomó partido por las dictaduras y fracturó la cumbre. En el pecado llevó la penitencia. Quería que la Celac desconociera a la OEA. No pudo ni plantearlo. Fin del amorío. Ni la OEA desaparece y en la Casa Blanca de Joe Biden y Kamala Harris, deben estar riendo a carcajadas con la intentona de liberarse de ellos, cuando quieren, ah porque cuando les urgen vacunas ahí están de pide chichi.