*No puedes tener una influencia de la cocina de un país si no la entiendes. Y para entenderla, tienes que estudiarla. (Ferran Adrià). Camelot.
MADRID DIA DOS
En el aeropuerto la ruta fue del Jara (Veracruz) al Benito Juárez (CDMX) y Barajas-Adolfo Suarez. Es toda una odisea volar así, pero son las horas y lo lejos que está la tierruca. Volamos 7 y pico y a las 11 de la noche despegábamos rumbo a Madrid en el Deamliner de Aeroméxico. Un buen vuelo, con películas y con mucha paciencia. El servicio, de primera, buenas azafatas, muy serviciales. Una dormida de primera de casi 7 horas nos da el amanecer, comienzan a verse los paisajes multicolores a través de la ventana del avión, porque, por un lado, anochece y por el otro amanece en el Atlántico. El Pacifico es igual, pero para allá jalamos poco, solo una vez que me fui a Japón a conocer ese bello país lleno de gente culta y educada y cuando vuelas para aquel lado americano. Nos apeamos, a diferencia de otros aeropuertos en el de Barajas no hay construcciones a los lados, si te asomas a la ventana no hay más que campiña, ningún edificio como los de Ciudad de México, donde rozas con ellos y a veces miras hasta gente en sus habitaciones. Aquí no. Nada, a lo sumo retratar el avión con su ala planeando el aterrizaje, cuando el tren baja dices, como cuenqueño, ya chingamos, quiere decir en lenguaje mexica que ya estamos a punto de aterrizar. Lo hacemos, hay pocos vuelos llegando, son las cuatro de la tarde y a formarnos para la migra. Nada del otro mundo, muestras el pasaporte y al verlo vi que, en abril de 2019, poquito antes que llegara el maldito bicho, vine por ultima vez a este Madrid al que Agustín Lara cantó con excelsitud. Los taxis por igual, aquí no hay que se están peleando los de taxi con los de Uber. Están formados y vas tomando el que llegue en la fila. Hace unos años era tanto el desorden en las tarifas que cada quien cobraba lo que quería, y el Ayuntamiento madrileño les fijó 30 euros por carrera y nadie infringe esa norma. Ahora me dijo el chofer de la vagoneta que ya la tarifa era de 35 euros y ni hablar, adelante, le dije. Tomamos la autopista y cerca pasamos del nuevo estadio del Atlético de Madrid, allí donde jugó el mexicano Héctor Herrera, un buen medio. El Wanda, le llaman, por aquello de los patrocinios. Los estadios perdieron sus bellos nombres, ahora llevan el nombre del patrocinador, sea refresquero o de telefonía. Va echo la mocha el taxista.
TODO OBRA MADRID
Todo está en obra, parecería que se decidieron a remodelar todo, pasamos La Cibeles, donde enfrente está el bello edificio del Ayuntamiento y en su azotea hay un bar, como ahora están acostumbrando en Orizaba de poner bares en las alturas, aunque luego se caiga algún chupamaro, este tiene una vista extraordinaria de La Cibeles, donde el Real Madrid celebra sus campeonatos. En obra esa también La Puerta de Alcalá, aunque le gritemos y cantemos: mírala, mírala, está en obra, difícil ahora para las fotografías, frente el Parque El Retiro, bello parque madrileño, con un lago donde los pequeños suelen remar. Entro a la Gran Vía, el taxi nos lleva al hotel Liaban de la calle Salud, cuya Plaza del Sol, donde se ubica el kilometro Cero y el Ayuntamiento y los anuncios de Brandy Byass, todo está en remodelación, partes cerradas, algunas por el Metro y otras por darle belleza a esa calle que, por fin se decidieron y la impusieron como peatonal, solo cruzan los autos públicos de pasaje y los de la policía y Bomberos y Protección Civil, pero no pierde su encanto peatonal. Por la calle de El Carmen deben caminar muy fácilmente un millón de personas a diario, en temporada de vacaciones. Uno ve a las muchachas españolas, bellas con su vestimenta de calor y algunas con sus tatuajes, algo que se ha puesto de moda en el mundo, tatuar sus bellos cuerpos que algo debe significar para ellas, quizá su libertad. Bajamos y los bell boy del hotel nos ayudan con las maletas. Tomamos las habitaciones y, como hace hambre, buscamos la calle enseguida, ya vendremos a darnos un duchazo (regaderazo) y como a los pocos pasos está un Museo del Jamón, pues allí fuimos. Una vez cierto amigo con el que fui a comer allí, me dijo en reclamo: “Oye esto es para turistas, hermano”. ‘Eso somos’, le dije, turistas. Se come rico el jamón jabugo, Pata Negra, la morcilla, Charcutería le llaman, los camarones y la patata española, uno va picando por aquí y por allá con su respectiva caña (la chela), bocadillos, tapas, raciones es visita obligada cuando se viene a Madrid, al igual que a Casa Lucio, que es como ir a Veracruz y no visitar una de las Parroquia de los Fernández. Madrid como Ciudad de México y Veracruz y Orizaba Pueblo Mágico tienen una restauranteria de primera, no da tiempo de ir a todos, habría que quedarse a vivir un mes o dos para conocer todos los sitios, pero los clásicos como el Landó y el Botín y el famosísimo Mercado San Miguel, a esos hay que ir so pena de que llegues a tu pueblo y te arrepientas, porque de la comida y el hambre, lo dijo el poeta Kamalucas, un filósofo de mi pueblo: “Tripa vacía, corazón sin alegría”. Mañana les relato algunas cosas más.