*Algunos libros son probados, otros devorados, poquísimos masticados y digeridos. Sir Francis Bacon. Camelot.
Gilberto Haaz Diez
DE LOS LIBROS
Hace nada escribí de los libros. De los libros difíciles de leer y a veces otros de encontrar, un amigo me escribió para ver si en mi biblioteca tendría yo aquel libro viejo de Martín Luis Guzmán, Islas Marías. Lo buscaré. Alguna vez en La Habana me sumergí en sus estanterías de libros viejos, que los ponen a la calle, otra vez en Madrid me asomé a otra, la de los libros viejos tienen la particularidad de encontrar aquellos que están descatalogados o ya desaparecidos. Uno que me costó trabajo encontrar hace años, fue el de un viejo y querido amigo periodista, que ya descansa en paz, de Córdoba, del periódico El Sol del Centro, el gran José Antonio Berlín, quien me había encargado, si lo veía de casualidad, el gran libro Los Idus de marzo, del gran Thorthon Wilder, lo encontré en la librería el Aleph, de la madrileña calle de Ferraz, y me hice de dos, uno que aún leo de vez en cuando, la historia del crimen y la conspiración contra Julio César. Cuídate de los Idus de marzo, le decían a Julio César, y los Idus de marzo eran las fiestas romanas en su calendario. Recibí unos correos de gente que lee. Una admiradora de Putin, escribió:
“Buena narración, me atrevo a dar mi humilde opinión, aclaro no soy lectora consumada y mucho menos soy analista o crítica, sin embargo, hay que recordar que aquel que escribe, o es un investigador de campo o tiene alguna conexión sentimental, con la derecha o izquierda. Cada quien escribe su opinión o bien su punto de vista, o lo que le contaba su abuelita o lo que escucha en la calle. Amén de toda la pasión por la escritura, lectura e investigación. Hay un excelente libro. El gran tablero mundial de Zbigniew Brzezinsk. Al terminar de leer el libro, comprendí a mi novio Vladímir Vladímirovich Putin”.
UNA IDEA REVOLUCIONARIA
Otro lector cordobés, escribió: “Asunto: Idea de la profesora Imelda Rétiz, del Colegio Ignacio Zaragoza, lasallista en Saltillo. Otro programa ha mantenido la maestra Imelda. Éste se llama «Libros libres», y consiste en dejar en los asientos de los autobuses del transporte urbano, en las bancas de los parques, en las mesas de cafeterías y restoranes libros de autores consagrados, cada uno con una etiqueta que dice: «Éste es un libro libre. Disfrútalo, y cuando lo termines déjalo en algún espacio público para que otra persona lo lea». Más de 5 mil libros anduvieron así volando por Saltillo antes de que llegara el malhadado virus. Yo mismo encontré uno de ellos en una mesa de café, una bella edición -ya muy leída- de El Principito. ¿Por cuántas manos, por cuántas mentes habrá pasado ese libro? No lo sé, pero sí sé que esos libros libres han hecho espíritus más libres. Mi ciudad tiene fama de culta. Alguna vez se le llamó «La Atenas del Norte», por sus prestigiosas escuelas y por tantos ilustres escritores que dio a México”. Buena idea.
EL ELOGIO A CUITLÁHUAC
El presidente AMLO vive endiosado, según me comentó un analista jarocho, con la defensa del gobernador de Veracruz, Cuitláhuac García Jiménez. Al hablar del lío del Acuario y pedirle cuentas, en su mañanera señaló: ‘Llevaba mucho tiempo que no había un buen gobernador como Cuitláhuac, porque puro gobernador ventajoso, no quiero decir lo fuerte, la verdad que llegaban al cargo a enriquecerse”, luego lo comparó con Ruiz Cortines: “En ese sentido, dijo que los antiguos gobernantes se hacían de «enormes fortunas, mansiones, yates, departamentos en el extranjero. Para mí es muy satisfactorio que haya un gobernante honesto, me recuerda a otro nivel a Adolfo Ruiz Cortines, un presidente honesto veracruzano, eso es importantísimo, le vamos a pedir que nos informe”. Un lector comentó, que, si es tanto el gusto y aceptación del presidente por el gobernador de Veracruz, debe meterlo ya en la lista de los presidenciables, al lado de la Sheinbaum y Marcelo y Adán, total, para ser Ruiz Cortines solo hay que enseñarle bien a jugar el dominó, y ahorcar la mula de seises, me dijo este jarocho riendo y sonriendo. Órale, pues.