*Cuando pierdas no digas nada. Y cuando ganes di aún menos. Sé humilde en tus victorias y elegante en tus derrotas. Qué hablen los demás. Camelot.
Gilberto Haaz Diez
CRÓNICA DE UNA MUERTE ANUNCIADA
Propios y extraños. Tirios y troyanos daban por muerta la Reforma Eléctrica de AMLO y Morena, desde el Padre del Análisis Superior, David Páramo, a quien ni Ciro Gómez Leyva le creía, hasta millones de mexicanos. De nada sirvieron los esfuerzos de la violación a la Constitución, de nada el derroche de dinero, de nada las grandes concentraciones de los gobernadores en sus estados, de nada la Suprema Corte poniéndose de tapete. De nada el enfrentamiento con Ken Salazar y Joe Biden y los gringos del TLC. De nada, no tenían mayoría calificada y no la lograrían. Ayer el canal del Congreso tuvo una audiencia como si fuera la biografía no autorizada de Chente Fernández en Televisa, Todos estábamos pegados a la tele, porque pensábamos, ilusos de nosotros, que llegarían, tirarían unos spitch y a votar. Pero no, he allí que los oradores tiraron de todo, soflamas incendiarias. Había de todo, como en botica, sobresalió la paisana veracruzana, Mary Jose Gamboa, que al subir a la tribuna llamó “recua de ladrones”, recua es un calificativo muy duro, también por allí señaló a Manuel Bartlett como el asesino de Enrique Kike Camarena, aquel de la DEA; la exprimera dama, Margarita Zavala la puso de ejemplo de un buen discurso. El presidente del Congreso, el Checo Gutiérrez maniobraba, sabía que remaba contra corriente, pero lo hizo bien, intentó apaciguar esos ánimos y lo logró. Por otro lado, los diputados veracruzanos se acuerpaban, Pepe Yunes y Lorena Piñon al lado de Alito Moreno y Pablo Gamboa, hijo de Emilio Gamboa, aquella mano derecha de Carlos Salinas, hacían conciliábulo, era como una Capilla Sixtina de la oposición en espera del humo blanco de los votos en contra. La duda era quién o quiénes serían los Judas, ¿Acaso seré yo, Maestro? Pero no, he allí que solo se rajó el diputado del PRI, al que a su padre le ofrecieron una embajada, y del PVEM dos de ellos desertaron para votar en contra y dejar el marcador 275 a favor contra 226 en contra y 0 abstenciones. No alcanzaban mayoría calificada y el presidente AMLO los llamó traidores… y ojetes.
LA SEGUNDA PARTE DEL CONGRESO
Cuando los discursos y los insultos brotaban, Yo Mero me fui un rato a regar mi jardín en la espera de la votación, tengo una bugambilia que ya florea chingonamente, esa votación llegó casi a medianoche. Luego, en ese intermedio vi películas, ahora vi una cinta de la época de la Guerra Fría, cuando caía el Muro de Berlín y los rusos alemanes espiaban a los intelectuales, una buena cinta que compagina el libro que leo de 590 páginas del carnicero Stalin, El zar rojo, a quien puso de moda Vladimir Putin, al comportarse igual que él, con odio y crimen. Los tuiters en su apogeo, los insultos llegaban durísimo. Se daban con todo. Los boots reflejaban el sentir de quienes los contratan. El de comunicación social de AMLO destilaba veneno y llamaba traidores a los que votaban en contra. El presidente aguantó vara, ya no le quedaba otra, ahora va por el Litio, su otra batalla, pero a la oposición y a la gente que no comulga con su trabajo y sus ideas, eso le vale, aquí querían derrotarlo, como hizo el Real Madrid que, viniendo de atrás, se levantó el triunfo con un gol de Benzema. La oposición ya se dio cuenta que, si se unen, darán gran batalla para la presidencia que viene y la Sheinbaum, que hace días cantaba gloriosa su triunfo, ahora lo pensará dos veces, porque juntos PAN/PRI/PRD/MC pueden abollarle la corona y quitársela porque, bien lo decía Shakespeare en su Enrique IV: “Pesada es la cabeza que carga la corona”. Los veracruzanos que votaron a favor, fueron: María Josefina Gamboa Torales, María del Carmen Escudero Fabre, Alma Rosa Hernández Escobar, Carlos Alberto Valenzuela González, José Francisco Yunes Zorrilla, Lorena Piñón Rivera y Jesús Alberto Velázquez Flores. Así fue esa historia de un domingo que no fue un domingo cualquiera, fue el domingo donde el presidente y Morena y la 4T mordieron el polvo, porque no todas las veces se puede ganar, hay veces que se empata y otras se pierde, pero, como dijo Vince Lombardi: “Nada iguala a la victoria”. Bien lo dijo el escritor Arturo Pérez Reverte: “Al final a uno lo derrotan siempre. Creo que la derrota es algo inherente a la condición humana, al hecho de vivir y de pelear. Por mucho que venzas, siempre al final hay alguien que te derrota, siempre hay un Rocroi, por mucho que triunfes siempre hay un iceberg esperando al Titánic.”.
Y así lo celebraron.