“Así no era, Carlos”. Palabras de reclamo de Diana Laura Riojas de Colosio al presidente Carlos Salinas, cuando liquidaron a su esposo. Camelot.
AQUEL LUIS DONALDO
Todos recordamos en dónde estábamos, aquel infausto 23 de marzo de 1994, cuando Luis Donaldo Colosio fue baleado y asesinado. Y México se derrumbó políticamente. ¿Quién o quiénes lo mataron? Las tesis abundaron, las sospechas recayeron en Carlos Salinas y luego en Manuel Camacho Solís, a quienes esas dos balas que disparó Mario Aburto, también los liquidó a ellos políticamente. He leído tantos libros del crimen de Colosio, como los del presidente Kennedy. Todos, desde los muy técnicos hasta los inverosímiles de la sospecha. Un día, estando en Tijuana regresando de San Diego, el aeropuerto anunció que el avión que nos traía a México de regreso retardaría tres horas. Con un amigo (Walid Zairick) tomé un taxi y me fui a conocer el sitio de Lomas Taurinas, donde lo liquidaron. Ese sitio, en aquel entonces, era una paupérrima villa de gente pobre y con nombres de matadores de toros. Uno baja una pendiente muy inclinada, donde siempre se sospechó que al hacer el mitin allí aquello era una trampa, lo llevaban a un matadero. Ya no salió con vida. Llegué a Lomas Taurinas y frente a su estatua me tomé una foto. Recordé también que un veracruzano, que era delegado en Baja California, Juan Maldonado Pereda, ex alcalde del puerto, exdiputado y secretario de educación de Miguel Alemán, estaba en esa gira y hay un libro donde va al lado del candidato, poco antes de que lo balearan. Maldonado Pereda se subió a la camioneta blazer donde subieron ensangrentado a Colosio, y su chamarra se manchó de esa sangre. Tuvo que bajarlo el inútil Estado Mayor Presidencial, con el general Domiro García, a quien llamaron ‘Dormido’, para que el cuerpo de Colosio cupiera bien extendido. Hoy hablan de Mario Aburto, a quien quieren sacar de la cárcel, porque dicen lo torturaron, después de 28 años. Hoy también se habla de su hijo, que era pequeño en aquella muerte (8 años), Luis Donaldo Colosio Riojas, alcalde de Monterrey, quien está en tercer lugar en la encuesta para la pelea de la presidencia de México en 2024, a un punto debajo de Marcelo Ebrard y Claudia Sheinbaum. Y si a Dante (Delgado) no le entran los celos y sus caprichos alvaradeños, debe buscar desde ahora una alianza ganadora con todos los partidos de oposición con Colosio. El país le debe sentar a un Colosio en la presidencia.
MORDELONES IXTACZOQUITLÁN
Desde que Transito del Estado tomó esta zona como Putin quiere tomar Ucrania, hay un tramo que se llamaba Franja de Gaza, ahora se llama corredor Ucrania-Kiev, el bulevar Fernando Gutiérrez Barrios, por donde transitan automóviles y transportes. El presidente de la ANTAC (Asociación Nacional de Transportistas), David Estévez Gamboa, acusa que esos mordelones del estado solo extorsionan. Es cierto, un día un amigo envió en su camioneta alimentos de su restaurante a domicilio, le hicieron el alto a la camioneta repartidora porque traía placas de otro estado, ahí lo tuvieron, la comida se enfriaba y los clientes terminaron comiendo tortas de don Bobby. Al chofer, después de haberle pedido 7 mil pesos de mordida, terminó su patrón dando 3 mil, un verdadero atraco.
PIZCA DE ALGODÓN
Hace algunos años, no tantos, pero algunos, descubrí el algodón en un campo sembrado. Debo decir que, como cuenqueño, donde en mi tierra solo se dan los mangos y las papayas y los árboles frutales y los trenes del ferrocarril, el algodón no lo veía sembrado. Solo lo conocía cuando iba a la farmacia de Don Simi. O cuando me inyectaban. Pero he allí que una mañana, rumbo al Mall de Mercedes, en Mc Allen, Texas, cuando llegábamos a su entrada descubrí un plantío de algodón, y me bajé a tomarme una foto y a hacer la pizca, es decir, el algodón solo lo había visto en las películas americanas sureñas, más de la Guerra Civil, cuando la gente de color recogía el algodón en aquellos sembradíos, el día que llegó Abraham Lincoln a liberarlos. Para la época era terrible el trabajo, había que trabajar agachados y con un sombrero o trapo para taparse el inclemente sol. Un pizcador bueno levanta entre 70 y 90 kilos en una mañana. Ahora hay maquinaria y ya el trabajo es menor. Me bajé y corté unos dos manojos de algodón. Estaba tupido, se ve que los pizcadores aún no habían pasado a recogerlo. Pregunté en la zona y ahora en Mc Allen, en el área de Texas les ha dado por sembrar algodón, dicen que es buen negocio.