Acertijos

Gilberto Haaz Opinión

*Estábamos mejor cuando estábamos peor. Camelot.

Gilberto Haaz 

LOS DESAYUNOS MAÑANEROS

Todas las mañanas, como lo hago hace casi unas cuatro décadas, o más, encamino mis pasos mañaneros al hotel Orbe, a mis desayunos mañaneros, lo combino con el domingo donde llego a una fonda restaurante, Sazón a la mexicana, que ha mudado de lugar y ahora está en uno más amplio, más limpio, más cómodo y con desayunos desde 45 pesos, con todo incluido: huevos al gusto o chilaquiles, café, jugo, tortillas y un pan de dulce, eso ni Obama lo desayuna, con todo y que a Obama le gustaba -como al Checo Gutiérrez Luna, el coco de la Nahle y de Cuitláhuac y de Patrocinio, presidente de la Cámara de Diputados-, irse a echar una hamburguesa con el hombre más rico de México, ese que a la caída de la Línea 12 del metro salvó del apuro a AMLO y a la Sheinbaum, cuando con el poder de su firma y su chequera y cartera, arreglará ese lugar donde un día la muerte se enseñoreó y golpeó el corazón de la 4T y las aspiraciones presidenciales de la Sheinbaum, a la que ahora Marcelo Ebrard le da alcance y la rebasa. Llegar al Orbe orizabeño es como llegar al Liabeny de Madrid, la de la Calle Salud, los desayunos más ricos de España y aquí los huevos tirados, esos que revueltos con frijoles no los come ni el Rey de España, ni el sanguinario Vladimir Putin.

EL CUADRO DE CASIMIRO CASTRO

Llamó mi atención, como todas las mañanas, un cuadro que tiene su historia. Sucede que una vez, estando en casa del amigo y empresario René Pérez Avellá (QEPD), vi ese bello cuadro orizabeño, con sus tejados y su belleza antigua, y le pedí me obsequiara uno para entregarlo al Museo de Arte del Estado, René me regaló dos copias, que mandó a hacer de buen tamaño. Una la llevé a nombre de la familia Pérez Avella, pues el cuadro perteneció a su padre, Jaime Pérez Avella, hombre que no tarda y estará en el Salón de la Fama del Béisbol mexicano, si no es que ya está y ni estoy enterado. Vi el cuadro y se lo llevé a la directora del Museo de Arte del Estado, la curadora Milena Koprivitza, y allí lo colgamos en alguna pared. Horacio Fadanelli, el master de la fotografía, que sabe mucho de esas cosas, me dijo que era un cuadro de Casimiro Castro, llamado Orizaba, México y sus alrededores, de 1864, litografía policroma, que en el Museo hay uno pequeño de 27 x 37 ctms. Al del Orbe lo veo todas las mañanas, aquella Orizaba antigua, como la Lisboa antigua y preciosa, llena de encanto y belleza, como cantaban Los Churumbeles de España. No soy historiador ni pinto para ello, soy apenas cronista de a pie, Othón dice que de a pata, donde tomo el reflejo de esta ciudad que cada día está más bella y le llega turismo a madres (eso quiere decir, mucho), y su alcalde, Juan Manuel Diez Francos, tiene a esta ciudad como la numero uno de todo Veracruz, y vaticinó que para cuando termine su Administración, dentro de tres años y varios meses, Orizaba tendrá 1 millón y medio de visitantes al año, cosa que por allí va, porque yo mero, que vivo por la Alameda, todos los sábados y domingos veo llegar a cientos de turistas que, en los camiones turísticos, llegan a extasiarse de esta ciudad que, si Hemingway la hubiera conocido, seguro la retrata como retrató aquel Paris que era una fiesta, en un libro señero que de vez en cuando repaso y leo. Y hablando de historia antigua, Consuelo, que vive en España me pregunta de un malacate que aquí había, en de Tuxpango, historia para otro día.

www.gilbertohaazdiez.com

 

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