Acertijos

Gilberto Haaz Opinión

*De Joaquín Sabina: “Nunca le hago ascos a la última copa ni al próximo bar”. Camelot. 

Gilberto Haaz Diez

POR LOS BUENOS CAMINOS (AQUELLOS AÑOS DEFEÑOS) 

Primer sábado del año, el de enero, dos días después de los Reyes Magos y de los asombros en el estado, partí hacia Veracruz-Boca del Rio, al bello puerto a la clásica comida de cada quince días, que cuatro cuenqueños hacemos y nos sirve para ver las cosas del presente y recordar algunas del pasado, porque añorar el pasado es correr contra el viento, decía el gran García Márquez. Agua pasada no mueve molino y el pasado es un prólogo, diría Shakespeare. Y recordamos al inicio del año, aquellos viajes hace años a CDMX, cuando la ciudad no era una devoradora de hombres y mujeres, y se vivía en paz y tranquilidad. A lo sumo, el miedo que te daba era que en la madrugada te agarrara un mordelón de tránsito y te birlara los 50 pesos de aquella época, pero de ahí en fuera uno podía andar todo Insurgentes y a veces darte hasta el lujo de ir a Tepito, el barrio más bravo del universo, más bravo que el mismo Bronx neoyorkino. Y nada pasaba, si ibas a comprar una fayuca, los mismos puesteros te cuidaban: jefe quiere que alguien lo escolte a su auto, preguntaban como buenos mercaderes de sus productos, cuando rolábamos por la calle Tenochtitlán. Paréntesis (Ahora está erróneamente de moda, que muchos comentaristas de TV hablan de la venta de productos como una ‘vendimia’, cuando la vendimia es otra cosa, es solo la elaboración de la uva, pero nadie los corrige) Tepito seguro mueve una parte del Producto Interno Bruto de esa ciudad. México era otro. No había más que un regente, no existía la figura política de jefe de gobierno, aquello era del Departamento del Distrito Federal y a los regentes los designaba el presidente en turno, no andaban de mamilas como ahora ni se les descarrilaban los Metros, causando desgracias. Ese Metro, que inauguró en 1969 Gustavo Díaz Ordaz. Voy a Wikipedia y me entero que desde 1928 hasta 1997 era esa figura política de regente. Luego llegaron las elecciones y se tenía que ganar en las urnas. Se convirtió en casi un gobernador. Los últimos dinosaurios que recuerdo, eran Octavio Sentéis, Uruchurtu, Corona del Rosal, el profesor Carlos Hank y Manuel Camacho Solís con Carlos Salinas, cuando no lo dejó ser su sucesor.  

LOS HOTELES DEFEÑOS 

Solía hospedarme, en aquellos años, en dos hoteles cercanos, el Hotel Regis, en Juárez, frente a la Alameda. que se derrumbó en aquel terrible temblor que enlutó a medio país, y en el hotel Del Prado, donde por las tardes me iba al lobby y, como citadino o parisino de Chacaltianguis, pedía mi copa de vino y no cantaba la de Luisito Rey: Frente a una copa de vino. No, me ponía a escudriñar el señero mural, Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central, del gran Diego Rivera, que después el temblor y cuando derrumbaron el hotel Del Prado, caminó hacia otro sitio más seguro. Allí vi una tarde pasar todo orondo y jaquetón al famosísimo Negro Durazo, en aquel tiempo reñía contra Julio Scherer, el mejor periodista de México, traía como 17 mil escoltas, no te atrevías ni a mirarle a la cara, sin embargo, cuando me vio volteó a saludarme y pues le regresé el saludo. Lo cortés no quita lo cuenqueño. Tenía también ese hotel abajo un Sanborns y una Librería Porrúa, donde comenzaba a comprar libros que en aquel entonces costaban 40 pesos, de aquellos pesos, de los cuales, en mi librería casera tengo unos 3 mil 500, que ya al morir legaré a alguna biblioteca, donde tengo de todos sabores y colores, desde Gloria Trevi y su biografía hasta Charles Dickens y el Ulises de James Joyce, una cima difícil de alcanzar, y leer, según Manuel Vicent. Por las noches solíamos ir a los cabarets, ahora se llaman antros, en aquel tiempo no había ni abrazos ni balazos. En el Capri, de Juárez y Balderas, allí vi en todo su esplendor a Thelma Thixou, que la raza llamaba Thelma Chichú, por sus frondosos pechos, malosos pero sanos. Ese era aquel México que recordábamos cuando iba seguido a ver al gran Ramiro Garza, el mejor programador de radio, creador de aquella estación Radio Variedades, que junto a Radio Mil y Radio Éxitos y otras pocas, eran el Vaticano de la radio, y en la defeña calle Carraci allí le acompañaba seguido porque en una disquera llamada Cisne, él era director artístico y de Orizaba llevé a grabar a unos buenos músicos llamados Abaziros (Orizaba invertido), pero esas son otras historias que luego les cuento, ahora andaba en Veracruz. Historia para mañana. 

www.gilbertohaazdiez.com 

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