*Alarcón, cartonista de Reforma, ante un tuit anónimo: “Queremos que no se vaya, pero queremos que nos pregunten si queremos que se vaya para decir que queremos que no se vaya”. Camelot.
Gilberto Haaz Diez
LA TORRE SENTENCIADA (VERACRUZ)
En la mañanera de hoy, el presidente AMLO insistió que la Torre Mocha de Veracruz, ‘es un adefesio’ (persona o cosa muy fea, ridícula y extravagante). Una mañana de hace un buen tiempo, o mal tiempo, dependiendo la perspectiva, el presidente la vio en un acto de la Marina y la sentenció, dijo que era fea y muchos epítetos desagradables, fue más lejos, convertido en un fiscal de palacio pidió al poder judicial “se investigue y castigue a quienes dieron estos permisos, completamente ilegal”. Mocos. Allí mismo preguntó dónde está el INAH y se fue a la historia, como acostumbra como buen maestro rural, para hablar de la Ley Agraria de Venustiano Carranza, las Leyes de Reforma de Juárez, la abolición de la esclavitud, como Lincoln, la invasión estadounidense, la invasión francesa, los últimos soldados españoles que, acuartelados en San Juan de Ulúa, no se querían ir porque, cantaban en aquel tiempo con música de la Macarena: ‘En el mar la vida es más sabrosa’, solo le faltó mencionar a La Parroquia con su lechero y bomba con mantequilla y las canillas, pero no se puede porque uno de los dueños es accionista de la misma torre. Les remató: “Es toda la historia de México, cómo van a poner un edificio así”. Al oír esto, Cuitláhuac y Eric Patrocinio querían ir en chinga a demolerla, pero no se puede, aún hay leyes vigentes y amparos y jueces independientes. Pero esta historia continuará. To be continued.
LA PERRITA DE LAYUN
Las redes sociales se convulsionaron porque, el afamado futbolista cordobés del América, que un tiempo fue de los Tiburones Rojos del Veracruz, una gloria veracruzana, Miguel Layún, anunció que, al tomar un vuelo Veracruz-Monterrey, en el aeropuerto Heriberto Jara de Veracruz, en Viva Autobús, sucede que una perrita llamada Max, que iban a documentar en su casita viajera, pues la perrita se salió y huyó. Primero pensaban que se la habían robado y Layún trinó contra todo: línea aérea y cacos, malvados ratas. Pero luego se supo que fue la misma perrita la que mordió el fleje de seguridad y se fue a pavonear por todas las salas del aeropuerto. Cuando apareció fue un final feliz, Layún les prometió a los de Viva Autobús que, si mete un gol pronto, será dedicado a ellos, la perrita no andaba muerta, si andaba de parranda, pavoneándose entre pasajeros.
EL ROCK STAR CON COVID
Ser un rock star y que te dé Covid, es algo de lo que ningún ser humano se puede escapar. Ese Ómicron, que tiene nombre de horno de microondas o refractario, anda muy activo y pegando a medio mundo. El Checo Gutiérrez Luna, jarocho de Minatitlán, que para su defensa dice saber bailar bien el Colás, lo mucho que te quiero y el mal pago que me das, político a quien el gobernador Cuitláhuac no conoce, y urge que alguien se lo presente cuando sane, pues sucede que le dio Covid y lo anunció en sus redes y, un hombre educado, Lorenzo Córdova, titular del INE, le deseo pronta mejoría. No había pasado un día que Checo acusó que Lencho se victimiza. Es un pleito Checo-Lencho, en un cuadrilátero como el del Canelo Álvarez. Lo que sucede es que Lorenzo Córdova tiene antorchados muy altos en lo académico, y Checo fue un mal día a denunciarlo penal y judicialmente, como Presidente de la Cámara de Diputados, a él y a Murayama y amigos que le acompañan, porque quiso quedar bien con el presidente. Córdova no le dijo barbero, pero poco faltó. El asunto es que el presidente, después del fallo de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, donde indicaba que se hiciera la dichosa Revocación de Mandato, dijo que estaba en contra de esa denuncia y Checo tomó la primera combi de Ciudad de México, de las que no asaltan, y se fue a retirar a la FGR la demanda. Ah qué de cosas, Checo debe saber que el presidente juega a diario con el marcador, es un gran apostador y si conociera y jugara en las Vegas, seguro AMLO sale ganando, así cambia de parecer muy seguido, primero tira un calambre presidencial y luego lo tranquiliza. Ni modo, hay días así.