Gilberto Haaz Diez
CARLOS FUENTES
Hace años el gobernador le otorgó la Medalla Ruiz Cortines en reconocimiento a todo lo que ha aportado a las letras, en reconocimiento a sus raíces veracruzanas, nacido en la Embajada de Panamá, por su padre ser Embajador de México, Fuentes marca muy bien sus orígenes veracruzanos. Alguien preguntó a Fuentes por qué no ha ganado el Nobel. Fuentes, dijo: «¿Por qué me lo iban a dar a mí?». No lo recibió Tolstoi, Chéjov, Kafka, Proust, ¿Por qué a mí?
LOS OLVIDADOS
Fuentes no mencionó a otros olvidados: Borges, Joyce, Conrad. Hubo muchos damnificados en el Premio de Literatura, que hace a los escritores vender millones de libros en el mundo y pasar a la fama y al billete grande. Hubo otros que no lo merecieron, bastantes, uno de ellos fue Churchill, que pese a ser un estadista no tenía nada con que competir con las bestias sagradas de la escritura. A Kafka no se le otorgó, dicen los conocedores, porque publicó su obra completa póstuma y se debe estar vivito y coleando para ir a recibir ese galardón. En la Academia hay tanta grilla, que los académicos jamás comentan quienes estuvieron en la final o mencionados. Se concretan a dar los nombres de los ganadores todos y cierran ese año de votaciones. La Academia se equivoca, algunas veces, al halcón Kissinger le dio el de la Paz cuando era él el que iniciaba las guerras, junto a Nixon, que enloquecía en su oficina con un pegue relajador. Apenas se lo dieron al gardís Al Gore, por andar con un documental de la Ecología. Pero así es la Academia, y como dicen los escritores afamados: El que es buen gavilán no chilla.
LO SALVÓ UNA PALABRA
Gabriel García Márquez cuenta cómo se dio cuenta del poder de la palabra.
«A mis doce años de edad estuve a punto de ser atropellado por una bicicleta. Un señor cura que pasaba me salvó la vida con un grito:
-«¡Cuidado!»
El ciclista cayó a tierra. El señor cura, sin detenerse, me dijo:
-«¿Ya vio lo que es el poder de una palabra?».