Gilberto Haaz Diez, columnista de Veracruz

Acertijos

Gilberto Haaz Opinión
El toreo y la música, no son graciosa huida. Camelot
Gilberto Haaz Diez
DE TOROS Y DE CORRIDOS
Polémica en el país por dos asuntos. Uno son los narcocorridos, prohibidos por el Supremo Gobierno, aunque la presidenta Sheinbaum asegure que no están prohibidos. Prohibido prohibir, decía aquel Tlatoani de la 4T. Los narcocorridos forman parte de la cultura popular, un Sanedrín de la tribu, me comentaba que es casi un símil a los corridos de la Revolución, desde aquel si Adelita se fuera con otro, o aquella de Oye tú, Francisco Villa, qué dice tu corazón. O los versos de Benjamín Argumedo, grandes corridos que aun retratan aquel México que, arriba del tren y a caballo forjaron la primera Revolución del Siglo, aunque luego llegaron los militares a matarse unos a otros. La vida de la Revolución hecha canciones, desde aquella la Cucaracha, que no puede caminar, hasta aquella Valentina, Valentina, yo te quisiera decir, que una pasión me domina y es la que me hizo venir. Cuando el pueblo canta, el indio no muere. No soy afecto a los narcocorridos, pero hay muchas historias. Google: El narcocorrido es un subgénero musical de origen mexicano de carácter popular que tiene sus raíces en el romance español. Se trata de una variación del corrido mexicano,
En Aguascalientes los prohibieron vía el Congreso estatal, pero también apoyaron a que las corridas de toros y peleas de gallos se siguieran y lo declaran Patrimonio Cultural del Estado, por aquello de la Feria de San Marcos, del merito Aguascalientes.
LOS TOROS
En cambio los toros tienen una embestida de grupos defensores de los animales, que ya son muy pocos los lugares dónde se hacen corridas de toros. Orizaba, que un tiempo gozó de fama de que aquí el ingeniero Luis Gutiérrez Príncipe construyó una bella Plaza totalmente techada, hace tiempo que no hay toreros ni toros ni olés. Ese coloso sirve ahora para eventos musicales y eclesiásticos, algún tipo de evento donde lleguen a caber hasta 11 mil personas, como apenas ocurrió con un par de cantantes, que lo pusieron a tope. Aquí se pavonearon todos los mejores toreros de España y el mundo, aquí Pablo Hermoso de Mendoza cubrió tardes de gloria y cortaba orejas como si fueran ofertas de Chedraui cuesta menos. En tiempos pasados, cuando la primera plaza de toros, en 1959, circula un cartel con Silverio Pérez, Armillita y Pepe Ortiz. También hay gente que recuerda cuando llegaba Manolete, el grande del mundo, hospedado en el hotel De France, que aún existe con otro nombre de hotel, allí dormía bajo noche orizabeña, como también llegó cierta vez Mario Moreno Cantinflas, a demostrar su arte con unas vaquillas.
Aquí ya tampoco gritan los olés, como en CDMX que están en la pelea por si los jueces deciden si se aceptan o se van al carajo, no la vacilada de la chaparrita jefa de Gobierno, una tal Clara Brugada, que quería que a los toros los bañaran, los afeitaran, los peinaran y no lastimarlos al usar ninguna herramienta de punzar o descabellar o matar.
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