Xalapa, Ver.- La donación de órganos es un acto de amor que puede cambiar vidas, y Elizama y Maritza son prueba de ello.
Con tan solo 15 y 16 años, estas jóvenes recibieron un trasplante de riñón en el Centro de Alta Especialidad Dr. Rafael Lucio (CAE) el pasado 25 de enero, gracias a la generosidad de una familia que, en medio del dolor, decidió dar esperanza a otros.
El proceso fue coordinado con precisión. En menos de 36 horas, un equipo médico especializado viajó en una aeronave del Gobierno del Estado, transportando los órganos desde Tuxtla Gutiérrez hasta Xalapa. Una vez en tierra, una ambulancia del Centro Regulador de Urgencias Médicas llevó los riñones al CAE, donde los especialistas realizaron las cirugías.
La donación provino de Ismael, un joven de 15 años, fallecido en un accidente en Chiapas. Su familia tomó la difícil pero altruista decisión de dar vida a otros, transformando su pérdida en esperanza para quienes más lo necesitaban.
A los 10 años, Elizama fue diagnosticada con insuficiencia renal, una enfermedad que la obligó a abandonar la escuela y someterse a hemodiálisis tres veces por semana. Durante cuatro años esperó un trasplante… nunca perdió la esperanza. Hoy, gracias a este trasplante, podrá retomar su vida normal y volver a estudiar. Su madre, Susana Zárate Durán, expresó su gratitud al personal médico y, sobre todo, a la familia del donante: “Que sepan sus familiares que una parte de ellos sigue viviendo en otra persona”.
Desde hace dos años, Maritza recibía diálisis diariamente antes de ir a la preparatoria y, al regresar, repetía el procedimiento. A pesar de las dificultades, nunca ha dejado de soñar con convertirse en médica cirujana. Ahora, con un nuevo riñón, su sueño está más cerca de hacerse realidad. Su madre, Rebeca Domínguez, hizo un llamado a la sociedad para fomentar la cultura de la donación: “La donación es un acto de amor”.
De la Redacción
