De La Biblia: “¡Él apaga la sed del sediento, y sacia con lo mejor al hambriento!”.
Gilberto Haaz Diez
EN LA CAPILLA DE PLAZA VALLE
Tarde de media semana. Hace un tiempo, en este lugar, donde los bosques se visten de espinos, diría el poeta, el Obispo Marcelino Hernández Rodríguez, ahora en Colima, sugirió a los dueños de Plaza Valle que se pudiera hacer una capilla pequeña, para el pueblo, para la feligresía. Las misas dominicales se llevaban dentro del Centro Comercial. Las familias Diez Francos y Chahín Maluly donaron el terreno y el costo de una obra de 35 millones de pesos, de sus dineros, le entregaron al Obispo Francisco Eduardo Cervantes Merino, las llaves de ese nuevo templo católico llamado Juan Pablo Segundo, que fue creado pensando en el pueblo, para los feligreses que allí llegan a comprar o a divertirse o a comer, que tuvieran un lugar digno. Quedó perrón, tiene capacidad para unas 300 y pico de personas, bien sentadas. Lugar religioso católico, que sirve para oír misas dominicales, habrá dos, a la 1:30 y 6 de la tarde desde este domingo, y también las habrá entre semana y bodas y bautizos. Tiene aire acondicionado y la verdad, asombra su diseño, una obra muy digna de la ciudad; fue entregada las llaves al Obispo, para que la conviertan en un lugar de paz y quietud y rezos. Explicó el Obispo Eduardo algo que yo mero no sabía, siempre algo se aprende, el nombre de Capilla proviene porque un santo alguna vez dio parte de su capa a un pordiosero, que pedía caridad, con el frio se despojó de ella y la cortó a la mitad y cubrió al necesitado, la parte de la capa le llamaron ‘una capilla’, y la guardaron en un lugar de culto. De allí el nombre. La tarde comenzaba con un fuerte aguacero. Consagración de la Misa, que duró un par de horas, la presidió el Obispo y varios sacerdotes. Era lugar consagrado, desde que cubrió con aceite el Altar o Mesa del Señor y las paredes de ese templo, bien construidas para que soportaran el tiempo y la mano del hombre. Atrás, un Cristo crucificado daba esplendor a la Capilla. Junto, la siempre eterna Virgen de Guadalupe, madre de todos los mexicanos. El Obispo seguía con el protocolo, el incienso al quemarse purificaba y forma parte del uso ceremonial en misas solemnes, la campana litúrgica tocada por un monaguillo, para enfatizar los pasajes de la Celebración, otro simbolismo en esa Consagración. Lugar lleno, los invitados oían con respeto la misa, vendrían la Comunión y los abrazos de paz, los mensajes, el Obispo agradeció a las familias que lograron ese lugar de rezo. Al final, el alcalde Juan Manuel Diez Francos, agradeció la asistencia y ahora no tiró su comercial de: ‘Sonrían, están en Orizaba’. Aunque muchos sonrieron satisfechos de esta magna obra que se le entrega al pueblo católico de Orizaba, a todos, no importan los distingos sociales. Es una Capilla para el pueblo. Y que la paz del Señor sea siempre con ustedes. Amén, se escuchó al final.