Dime cuál es el puente que separa tu vida de la mía, en qué hora negra, en qué ciudad lluviosa, en qué mundo sin luz está ese puente y yo lo cruzaré. (Amalia Bautista). Camelot
Gilberto Haaz Diez
BAJO EL PUENTE DE LA BORDA
Deambulo por la orizabeña plaza Bicentenario.
En las Altas Montañas, a una altura de 1 mil 230 metros sobre el nivel del mar.
A la ciudad le dan su ‘manita de gato’.
La ponen guapa. Maja.
La Alameda Central recibe pintura en su barda perimetral.
No requiere de más, ha tenido buen mantenimiento durante el año, les consta a tanto caminante que allí ejercitan cuerpo y mente, para ser: más altos, más rápidos y más fuertes.
La ciudad limpia, porque los trabajadores del área de recolección de basura, se ponen las pilas a todas horas.
Hay seguridad plena.
Muchos sitios donde los turistas pueden pasar uno o tres días, o más.
Hay calor.
El huracán ha soltado agua, aunque tiene dos días que no llueve, y, si llega, seguro cambiara panorama y clima.
Trabajadores municipales laboran a mil por hora.
Encontré a uno:
“Ahora si hay trabajo, maestro”, aseguré.
“Hay chamba a madres”, respondió mientras le pegaba a la brocha gorda.
Tiene Orizaba buenos trabajadores sindicalizados municipales.
Solo hay que darles la materia prima y de que trabajan, trabajan.
Estoy bajo un puente, que no es el de París, pero tiene también su historia y leyenda.
Los puentes de París cada uno tienen una historia.
Como el de Alejandro III.
O el Pont Neuf (Puente Nuevo), el que cruza el Sena, el más antiguo y largo de la ciudad.
Como aquel Ponte Vecchio (Puente Viejo) de Florencia, un puente medieval, el más antiguo de los puentes de Florencia.
O el del Alma, donde Lady Di dejó la vida.
Hay muchos en el mundo, desde el de la Torre de Londres (Tower Bridges) hasta el de la Y Griega de la ICA en Tierra Blanca, que aunque no tiene la tradición de aquellos puentes ceremoniosos, fue el primer puente atirantado del país y está en la carretera a Tinajas, parecería que lo creó el arquitecto valenciano, Santiago Calatrava, un orgullo de España.
Cuya mano en los puentes se ve en todo el mundo.
Como el Puente de la Mujer, uno giratorio en el dique 3 de Puerto Madero, en Buenos Aires, Argentina.
Ahora estoy en el llamado de La Borda, en Orizaba.
Una placa marca su construcción: 1909, en ese barrio llamado La Borda, donde también tiene aledaño un moderno puente que se conoce como Independencia, en el Barrio de Pichucalco.